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Por: Jairo Eduardo Soto Molina

 “Los gobiernos siempre desempeñarán un papel muy importante en la solución de los problemas grandes. Establecen políticas públicas y tienen capacidad única de proporcionar los recursos para asegurarse de que las soluciones alcancen a todos los que las necesiten. También financian investigación básica, que es un componente crucial de la innovación que mejora la vida para todos”. Bill Gates Empresario

La cultura política en Colombia casi no existe, debido a que la educación no forma a un ciudadano comprometido en lo social y lo cultural; un ser reflexivo y crítico en las prácticas políticas que no es lo mismo que cultura política, por supuesto presenta bajos niveles de participación de la ciudadanía en temas como el apoyo a la democracia, los partidos políticos y un alto abstencionismo electoral. Incluso se vota más por la figura de una persona y lo que proyecta que en un programa. Si pertenecen a un partido, desconocen sus postulados. Esto repercute en la capacidad de decisión del pueblo y en la legitimidad del sistema político ante una sociedad que no se siente representada pero que tampoco busca formas de representación. El pasado domingo 5 de mayo nos dimos a la tarea de recorrer muchos lugares de votación para analizar la actividad política al menos en la ciudad a través de la observación de las actitudes, comportamientos y participación de los barranquilleros en el sistema político. Esto se realiza a través de la observación de porcentajes de abstención electoral muy altos, en especial en las clases populares, motivaciones ciudadanas para no participar en las elecciones y el rol que desempeña el clientelismo y la corrupción en estas.

Aun las personas no consideran el derecho al voto como un deber ciudadano, creen que si los políticos no los van a buscar siquiera no se trasladan a sufragar. Aunque el puesto de votación se encuentre relativamente cerca. Las campañas que no cuenten siquiera para un transporte estarán destinadas a fracasar. Una muestra es la campaña de Sergio Fajardo que fue la más austera de todas y que usó el volanteo como forma de llegar a los ciudadanos.

La cultura política, comprendida desde la visión de La Cultura Cívica y explicada someramente como “el conjunto de orientaciones, percepciones y actitudes del individuo para consigo dentro del sistema político y los demás componentes de este” (Almond & Verba, 1963, p. 13), es un elemento siempre presente en las decisiones de carácter político que toma cada individuo. Sin embargo, esa cultura política se compone desde una construcción histórica que cambia o reproduce esquemas que nos condicionan antes de actuar de una forma o de otra.

Lo anterior, sumado a múltiples factores —como la debilidad e informalidad del Estado; los problemas sociales; los escándalos de corrupción; el conflicto armado; el narcotráfico (y su influencia en las esferas del poder político); la desatención de las instituciones estatales hacia los ciudadanos, en especial el sistema educativo que es reproductor de la cultura elaborada y sostenida en el tiempo nutre todas estas conductas y a la vez las condiciona arraigando las prácticas clientelistas y el “importajopismo” que actualmente se evidencia por doquier.

Para que exista una verdadera cultura política democrática se requiere el debido cumplimiento de cuatro criterios señalados por Nohlen (2007): primero, confianza en las instituciones, las reglas, los líderes, e igualmente en el otro, en quienes están alrededor; segundo, la constante lucha contra y la reducción de prácticas públicas que promueven el desarrollo y permanencia de la desconfianza; tercero, tolerancia frente a la diferencia, como elemento esencial del pluralismo; por último, la capacidad de la élite política para formar compromisos y consensos (Nohlen, 2007). Colombia parece presentar falencias en el cumplimiento de los cuatro elementos anteriormente mencionados.

Por otra parte, pero en este mismo sentido en un escrito anterior decía que la esperanza está en los jóvenes, pero esos jóvenes del interior del país, los de la región aun los veo impreparados, proclives a la corrupción. Realmente no estaba equivocado la abstención en Barranquilla fue de un 56%. A los jóvenes de la primera línea de la ciudad les enfrió el cerebro los aires acondicionados de la burocracia y la clientela.

Citas al cierre:

 “La violencia sexual, racial, de género y otras formas de discriminación y violencia que hay en una cultura no se puede eliminar sin que haya un cambio de cultura”. Charlotte Bunch Activista

“La diversidad no impide la estabilidad política” Klaus Schwab Economista

Tomémonos un tinto, seamos amigos. Sigan siendo felices Jairo les dice.

Referencias

Almond, G., & Verba, S. (1963). La Cultura Cívica: Estudio sobre la participación política democrática en cinco naciones. Princeton University Press.

Nohlen, D. (2007). Instituciones y Cultura Política. Constitución, democracia y elecciones: la reforma que viene, (págs. 271-275). Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM e IDEA Internacional.

Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor. Jairo Eduardo Soto Molina, Profesor de tiempo completo titular, investigador 1279 (80), Doctor en ciencias Humanas, Par académico MiniCiencias-MEN