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Por: Percy Bustes

“Cultive el silencio, contacte con la naturaleza, viva periodos de soledad, medite, contemple, cuide su entorno vibratorio, trabaje en grupo, viva con sencillez. Y pregunte a su corazón cuando no sepa qué hacer” — Annie Marquier

Comparto contigo algunas historias que leí:

“Todos pensaban que éramos la familia perfecta. Estábamos siempre impecables y nos comportábamos maravillosamente en público. Mis amigos solían decir que les habría gustado estar en mi lugar. Tenía mucho que agradecer; pero había algo en mi vida que no funcionaba bien, aunque no podía precisarlo. Simplemente sabía que no era feliz…

“Recuerdo haber sido ambiciosa, despertar emocionada ante un nuevo día, contar con una gran energía. No sé qué pasó con todo eso. Ahora sólo puedo levantarme de la cama. Apenas me las arreglo para lavarme o para lavar y alimentar a los niños, cosa que hago por un sentimiento de culpa o de vergüenza. No me dí cuenta de que iba a ser así. Lentamente perdí contacto con esa parte de mí misma que podía ocuparse, y no tengo idea de cómo volver a encontrarla…”

“Me destrozó el corazón el ver que mi hijo cumplía sus veintiún años en la cárcel, pero no podía evitarlo. Es un buen chico, pero ha tenido muy mala suerte. Se mete en líos continuamente y en general, no es sólo culpa suya. Lo dejo vivir en casa y trato de darle todo lo que necesita, pero los problemas parecen perseguirlo. Haría cualquier cosa por ese chico: quedarme en casa con él, conseguirle un apartamento propio, buscarle un trabajo, cuidarlo… cualquier cosa que pudiera ayudarlo. Estoy enfermo de preocupación…”

“Mi mamá bebe mucho. Cuando se emborracha, me insulta y a veces le pega a mi hermana, y le deja un ojo amoratado; pero es excepcional cuando no bebe, y yo la quiero mucho. Si tuviera mejores notas en la escuela y mantuviera limpia mi habitación, ella no estaría tan triste y no tendría que beber. Traté de permanecer fuera de casa con más frecuencia para que ella no me viera y se decepcionara, pero eso la hizo beber aún más. Una vez vino a un partido de baloncesto en la escuela y me arrastró a casa del cuello frente a todo el mundo porque creyó que me estaba burlando de ella. Me dijo que yo me comportaba mal cuando salía con muchachos, por eso no me permitía salir más. Yo no quería volver a la escuela, pero me dijo que me mataría si no lo hacía. Así que volví. Todos me toman el pelo o me tienen lástima. Por eso regreso a casa inmediatamente después de la escuela. No me importa hacerlo si así ayudo a mi mamá a dejar la bebida, aunque a veces me dan ganas de meterme en un armario y no salir nunca más…”

“Me parece que debe existir un secreto para ser feliz, algo que el resto de la gente sabe y que yo también debería saber; si pudiera descubrirlo, mi vida sería fantástica; pero por más que trate, no encuentro la respuesta. Lo he intentado todo: grupos en la iglesia, grupos sociales, terapia, información biológica, médiums; y creo haber leído todos los libros de autoayuda que se han escrito… He buscado respuestas en todos ellos. De vez en cuando encuentro un pequeño consuelo, pero no dura mucho, ni modifica verdaderamente mi vida. Siento que me falta algo, que algo en mí no funciona…”

“Estoy cansadísimo de que todo el mundo esté siempre irritado. Mis padres discutieron durante toda mi infancia, ahora es mi esposa la que me complica la vida, y mis hijos no valoran nada de lo que hago. Si hubiera gente diferente en mi vida, quizás no me sentiría tan desafortunado; pero no puedo escaparme. Tuve una relación extramatrimonial durante un tiempo y creí que por fin había encontrado a alguien que me trataría bien, pero en cuanto la conocí mejor, me di cuenta de que se comportaba con la misma amargura e ira que el resto…”

“Siempre supe que había algo extraño en mi comportamiento. Desde muy joven, íbamos a las fiestas y yo bebía más que los demás, cuando terminaba la reunión yo buscaba donde ‘seguirla’; luego probé la mariguana y la cocaína, lo hice todos los fines de semana, durante años. Me volví un adicto de fin de semana. Hacía mi mejor esfuerzo de lunes a ‘juerguees’ en la noche donde empezaba el desmadre; el ‘domingo’ cortaba temprano la borrachera porque el lunes había que trabajar; así durante muchos años hasta que las cosas se salieron de control…”

“Fui un niño con disturbios: malcriado, temperamental, temeroso y solitario. Peleaba con mis padres, vociferaba y les gritaba; luego me dolía la conciencia y el remordimiento era casi insoportable. Pero no podía evitarlo. Sufrí asma psicosomática durante años. Crecí con estos desajustes profundamente arraigados dentro de mí. Era un solitario en la escuela secundaria, pero hice las cosas bien académicamente. Después de concluirla y graduarme comencé a trabajar y luego me dio una profunda depresión. No sabía lo que me había sucedido. Únicamente sabía que me encontraba en las profundidades de la desesperación. Después de un encendido altercado con mi jefe, que era un buen hombre y comprendía que yo estaba enfermo, me sugirió que viera un psiquiatra. Así lo hice durante dos años, dos veces por semana. Me convertí en un suicida, con varios intentos fallidos. Mis padres tuvieron que hacerse cargo nuevamente de mí. Con el tiempo descubrí la vida adulta y el casino. Deseaba esa clase de vida que yo asociaba con el club campestre, elegantes centros nocturnos, beber martinis junto a la mesa de póker. Parecía un método maravilloso para ascender en la escala social. Y lo hice — Conocí a mucha gente selecta; pero unos quince años más tarde, después de una exitosa carrera, algo sucedió: me había convertido en un ludópata, pero yo no lo sabía. Únicamente sabía que estaba emocionalmente en agonía. Iba de mal en peor. El piso había desaparecido del todo. Nada me interesaba. Sólo tratar de matar el dolor emocional con el juego. Aunque esto solo estaba creando y complicando el dolor y el problema. Sufrí durante varios años. Comencé a ver al psiquiatra otra vez…”

Las historias continúan, pero la enfermedad es una sola. La llaman Enfermedad Emocional y los síntomas pueden ser de diversa índole: Comer de manera compulsiva, trabajar de manera compulsiva (workaholic), trastorno hipersexual, tabaquismo, ludopatía, adicción al celular (nomofobia), alcoholismo, drogadicción, adicción a la pornografía y la menos comprendida, la adicción a las personas o codependencia. Están dentro de este rango también la adicción a la televisión, al deporte, al azúcar y a las nuevas tecnologías (tecnofilia).

¿Por qué es perjudicial la Enfermedad Emocional? — La enfermedad emocional es una enfermedad crónica y recurrente del cerebro que se caracteriza por una búsqueda patológica de la recompensa o alivio a través del uso de una sustancia, un comportamiento o a través de otra persona. Esto implica una incapacidad de controlar la conducta, dificultad para la abstinencia permanente, deseo imperioso de consumo o de acción; disminución del reconocimiento de los problemas significativos causados por la propia conducta y en las relaciones interpersonales, así como una respuesta emocional disfuncional. El resultado es una disminución en la calidad de vida del afectado, generando problemas en el trabajo, en sus actividades académicas, en sus relaciones sociales, en sus relaciones familiares o de pareja. La neurociencia actualmente considera que la adicción a sustancias y a comportamientos comparten las mismas bases neurobiológicas.

¿Cómo determinar si eres un Enfermo Emocional? — Un Autodiagnóstico: Te sugerimos contestar confidencialmente estas preguntas para que percibas si tienes estos problemas:

¿Es usted hipersensible? ¿Le gusta conmiserarse? ¿Trata siempre de justificarse o defenderse? ¿Padece ansiedad en ciertos momentos? ¿Es usted excesivamente autoconsciente? ¿Es celoso y desconfiado? ¿Le gusta criticar? ¿Exagera pequeños problemas? ¿Tiende a exagerar sus estados de optimismo o depresión? ¿Sufre de disturbios sexuales? ¿Vive disgustado con todo el mundo? ¿Ha perdido sus deseos de superación? ¿Pierde empleos? ¿Tiende a ser ordenado en exceso? ¿Es usted desordenado? ¿Miente sin necesidad? ¿Es usted supersticioso? ¿Hace cosas que considera tontas? ¿Padece alguna compulsión? (ver debajo de la cama temiendo que haya algo, lavarse las manos exageradamente, revisar una y otra vez si las puertas están bien cerradas, etc.) ¿Sufre miedo a alguna cosa? (a la oscuridad, a las alturas, a las enfermedades, etc.) ¿Se enoja con facilidad? ¿Tiene a veces ganas de llorar sin razón aparente? ¿Tiene dificultad para concentrarse? ¿Padece insomnio? ¿Padece dolores de cabeza con frecuencia? ¿Se queda dormido cuando no debe? ¿Padece enfermedades que el médico no logra descubrir? (SI) (NO).

Si usted ha contestado SÍ a cuatro preguntas, significa que no sufre una Enfermedad Emocional o que aún no es grave, pero puede empeorar. Si ha respondido SÍ a más de cuatro, significa que quizás sufre de neurosis, puede representar un serio problema y le conviene buscar ayuda.

El cuerpo humano no es una máquina y cada persona es un universo diferente de otro. No hay fórmulas exactas para determinar si tienes una Enfermedad Emocional o no. La mayoría de personas vivimos nuestro día a día sin darnos cuenta de las motivaciones profundas que hay detrás de nuestros actos. Si algo de esto te resuena, mira dentro de ti mismo, auto examínate; la verdad es que podemos dar solución a todos estos problemas que generan sufrimiento, perturbación y conflicto en nuestra vida y en la de nuestros seres queridos, porque lamentablemente, el Enfermo Emocional le causa muchísimo daño precisamente a las personas que más ama y ¿sabes por qué? Porque vive con ellas y es aquí donde debes detenerte a pensar, si tienes un problema aceptarlo y hacer algo al respecto.

Te deseo lo mejor si decides empezar ya, el viaje del autoconocimiento y crecimiento espiritual.

Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor.