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Por: Jorge Guebely
El viento de la historia, que remueve y transforma, había fracasado en Colombia. No sirvieron sus gestas independentistas liberales, ni las revoluciones industriales, no movió nuestro espíritu colonial. Nos convirtió en un reino con nombre de república, gobernado por elites con delirios aristocráticos.
Elite que todo degrada. En economía, privilegió grandes haciendas improductivas en detrimento de pequeñas granjas productivas. En política, impuso gobiernos conservadores revueltos con liberales momificados y corruptos. “Colombia, país conservador que tiene la mala costumbre de votar liberal”, afirmaba Álvaro Gómez Hurtado.
Infectó nuestra cultura con racismo, homofobia, xenofobia… Institucionalizó dos clases sociales: la elite aristocrática y la plebe compuesta por negros, indios, mestizos, pobres y clase media. Los verdaderos “nadies”.
Dos siglos, suficientes para mostrar su gran grotesca obra: un país ultra-conservador, desigual, pre-moderno, pobre, criminal, genocida, con dudoso ser humano sobre su superficie.
Viento de la historia, hoy nos trae a la distinta Francia Márquez: afrodescendiente, humilde, de sensibilidad popular. También a Gustavo Petro, perversamente etiquetado de izquierda, olvidando sus orígenes en Anapo, movimiento del general Rojas Pinilla, dictador criollo de los años 50, sin vínculos izquierdistas. Movimiento trampeado por Carlos Lleras Restrepo, quien desfachatadamente le “robó” las elecciones. Trampa que originó el M19, movimiento guerrillero urbano, nacionalista y populista, libre de la Unión Soviética o China; por lo tanto, diferente a las FARC o al EPL.
Petro guerrillero, sí; izquierdista, no. Ni socialista, ni comunista; mucho menos, anarquista. Lector de Rousseau, no de Marx. En consecuencia, un liberal romántico y ególatra, con banderas domesticadas del M19. Un rebelde contra las elites insensibles y corrompidas. Un convencido del liberalismo original, del capitalismo humano y de la auténtica democracia.
Su objetivo histórico es difícil. No pertenece a un hombre, ni a un equipo, mucho menos a un gobierno. Es tarea de pueblo tallado por los vientos de la historia; herido por el subdesarrollo espiritual y económico, por el anquilosamiento técnico y los desmanes de las elites conservadoras. Movimiento social de abajo hacia arriba, de las periferias al centro. Pueblo que ya eligió un miembro diferente de la elite, ya perdió el miedo a elegir gente distinta, ya posee mejor consciencia política, ya aprende a elegir su propio destino.
Ahora esperar la sensatez de las elites y del gobierno Petro. Que éste no asuma el rol de redentor o dictador; que aquéllos no hagan oposición perversa, destructiva y ruin. Pero si sucumbieren, la nueva consciencia popular los barrerá porque ese es el verdadero viento de la historia, porque “El viento somos nosotros”, según Truman Capote.
Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor. Jorge Guebely