Telatiroplena.com, periodismo serio, social y humano

Por: Jairo Eduardo Soto Molina

Nuestra misión histórica, para nosotros que hemos tomado la decisión de romper las riendas del colonialismo, es ordenar todas las rebeldías, todos los actos desesperados, todas las tentativas abortadas o ahogadas en sangre. “Los condenados de la tierra” (1961), Frantz Fanon

El pensamiento colonial es lo que ha hecho mucho daño a los ciudadanos de los países latinoamericanos. No dejando desarrollar una verdadera ciudadanía intercultural que permita que las distintas culturas del crisol de mestizaje que somos convivan en armonía y pacíficamente. Ese cambio de mentalidad debe pasar por lo educativo. A través del sistema educativo se forma al ciudadano que requiere la nación acorde con los momentos actuales

Desde un punto de vista decolonial, es verdaderamente necesario decolonizar las mentes de las personas, abrazando una comprensión critica de cómo la enseñanza está compuesta de fuerzas políticas y culturales que llevan a acciones. Significa estar alertas y ser sensibles a los modos en que los profesores pueden ser usados como instrumentos de estas nuevas formas de colonización por su identificación relacional con los saberes. (Soto-Molina et al. 2020: 17) La traducción es nuestra.

“Entonces, las preguntas de este tipo deben ser una preocupación constante durante la planificación y ejercicio de las clases: ¿Qué tipos de acciones son recomendables para resistir el colonialismo cultural al enseñar a los latinoamericanos? ¿Qué proceso de toma de decisiones estratégico favorece un estilo de enseñanza justo y equitativo en relación con la cultura?”

Las preguntas que cierran la anterior cita puedan abordarse no solo desde una mirada de justicia y equidad sino territorial, situada y que dé cuenta de procesos que, lejos de reducirse al colonialismo cultural y lingüístico, se radican en la colonialidad del poder. Desde allí, desde su enunciación impactan todos los dominios de la vida, incluidas las lenguas y culturas. Por otro lado, entendemos que debemos pensar en un agenciamiento político de los educadores, que excede el aula y la institución para constituirse en un acto social, comunitario y transversal. Para que de esta forma se transformen los estilos de enseñanza que han ejercido un modo de reproducción social del Statu quo para que continue la dominación a través del poder.              Los sentimientos y las acciones que son mediadores del pensamiento sean visto afectados y esta colonialidad se ha ejercido indistintamente por hombres y mujeres en el campo sentimental y emocional y las acciones que como seres humanos realizan los ciudadanos de esta subregión continental.

Por ello, los proyectos políticos alternativos en América Latina han fracasado. Si no se cambia la ideología y filosofía de la educación desde el enfoque epistémico se harán intentos de cambios sociales que fracasarán inevitablemente. Ejemplo que ilustran estas acciones hay a montón. El caso de Aida Merlano, por ejemplo, otro caso es el de Nicolas Petro, hijo de presidente actual de los colombianos.

Esa ha sido la triste realidad de los pueblos latinoamericanos que no han vivido 100 sino quinientos años de soledad. Pienso que el gran Gabriel García Márquez se quedó corto en la titulación de su obra.

Cita al cierre: (…) Hay que convencerse, por el contrario, de que el colonialismo es incapaz de procurar a los pueblos colonizados las condiciones materiales susceptibles de hacerles olvidar su anhelo de dignidad. Una vez que el colonialismo ha comprendido a dónde lo llevaría su táctica de reformas sociales vemos cómo recupera sus viejos reflejos, fortalece sus fuerzas policíacas, envía tropas e instala un régimen de terror, más adecuado a sus intereses y a su psicología. “Los condenados de la tierra” (1961), Frantz Fanon

Sigan siendo felices, Jairo les dice.

Nota: El contenido de este artículo, es opinión y conceptos libres, espontáneos y de completa responsabilidad del Autor. Jairo Eduardo Soto Molina, Profesor de tiempo completo titular, investigador 1279 (80), Doctor en ciencias Humanas, Par académico MiniCiencias-MEN