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Por: Jorge Guebely

En el mundo de la política, las dudas son más humanas que las certezas. ¿Cómo creer en un Estado que aparenta oro para esconder el cobre? ¿Orondamente en la OCDE, club de las buenas costumbres políticas para vida, si cultiva la muerte en ciudades y campos? ¿Si la elite poderosa, generosa en discursos, es mezquina en gestos?

¿Cómo confiar en nuestra aristocracia tercermundista, tan insensible y antipopular? ¿En su desarrollo mental si profesa el machismo y el racismo? ¿Si desprecia a negros, indios, pobres, venezolanos…? ¿Si utiliza los falsos positivos como estrategia política?

¿Cómo fiarse de su democracia si les huele mal una vicepresidenta negra y un presidente de origen popular? ¿Si no ocultan sus deseos de defenestrarlo blandamente, sin ruidos de fusiles y botas militares, para no contrariar al imperio del norte ni empañar la hipocresía de su famélica democracia?

¿Cómo no presentir un golpe blando en Colombia, estrategia política practicada por la CIA, -camuflada detrás del Instituto Albert Einstein, la no violencia de Gandhi y la Desobediencia Civil de Thoreau-, si ha sido aplicada en la plaza de Tiananmen de Pekín, en los países bálticos apoyando a los grupos separatistas, con éxito en Honduras y Paraguay? No se descarta en el Perú

¿Cómo no pensar en esa nueva estrategia para cambiar gobiernos incómodos, concebida por el filósofo norteamericano Gene Sharp, si el ambiente nacional presenta sus típicas señales? ¿Si se siente la intención de ablandar al gobierno actual con la guerra de cuarta generación: exacerbación del descontento popular y del malestar social?

¿Si se agitan las banderas del fracaso gubernamental, el desprestigio de sus proyectos y la obstrucción legalmente de su administración? ¿Si se deslegitima al presidente acusándolo de comunistas, de populista, de totalitarista, enemigo de la libertad de prensa, de las libertades democrática y derechos humanos?

¿Si sectores de la derecha salen a la calle con consignas francamente fascistas pidiendo la defenestración del presidente y los empresarios azuzan el descontento con el terror del desempleo y los contrapesos de la democracia castigan severamente lo que antes ignoraban gustosamente?

¿Si las pifias del gobierno incómodo se amplifican políticamente para descalificarlo, si se ponen a circular rumores de golpes de estado militar y se desacreditan los órganos de seguridad? ¿Si la oposición se enfurece, grita, se rasga las vestiduras, incluso por hechos banales?

Bello proverbio chino: “Dudas profundas, sabiduría profunda”. De las elites colombianas sólo la duda es posible, casi nunca han sido generosas con los colombianos. Mientras más profundas las dudas, más rápido se vislumbrará su cobre.

Nota: El contenido de este artículo, es opinión y conceptos libres, espontáneos y de completa responsabilidad del Autor.