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Por: GASPAR HERNÁNDEZ CAAMAÑO.
“Yo lo único que sé es que los muchachos no tienen un espacio para publicar sus VERSOS y sus cuentos porque sencillamente no les abren los espacios en los medios”. Ramón Illán Bacca Linares.
Conserve para leer, sintiendo la brisa de diciembre en las mejillas, el reciente discurso pronunciado, ante la Reina-Madre de España, por nuestra reconocida poetisa Piedad Bonnet, con el recóndito interés que la lectura fuera suficiente motivo para dedicar una reflexión, desde acá, sobre la poesía, ese alado arte que despiertan las musas en los amaneceres luminosos y ebrios del Caribe extenso. la inspiración es un deseo.
En su discurso, al recibir el XXXIII Premio Reina Sofia de Poesía Iberoamericana, Piedad citando a distintos autores, expresó que: “la poesía nace de la soledad y que es “el arte de aproximarse a lo que nos sobrecoge“. Precisando que la vocación de la poesía, así femenina, es acompañar, frente a la “inconmensurable soledad del ser“, había apuntado al iniciar su reflexión sobre el oficio premiado.

La reconocida poeta también se pronunció sobre la desolación del mundo de hoy, en que reina, dicen, el desinterés por el rincón poético en la vida diaria, por el panorama bélico que estalla en todas las esquinas, por la insolidaridad y por el miedo a amar. Ante ello, regresa a dar una nueva definición a la poesía, la que busca los más íntimos afectos, al expresar que es también “una forma de transcendencia y de resistencia” contra todo lo que oprima.
Entonces, las palabras de la premiada sobre la poesía son, no lo dudo, una acertada motivación para mantener la reflexión imaginada y, por qué no, elevar invitación para no sólo leer a los poetas (sin género) y dejar escapar, así sea en un instante, la poesía que todos llevamos corriendo en la sangre. O sea, nada está perdido mientras podamos cantar a un amor o a una flor. vencemos el miedo poetizando la vida.
Convivir, a diario, con la poesía no es tarea que se enseña en la escuela. Pero sí comprendemos, en cada vida, la vocación de ella, femenina, de acompañar, entonces hay que buscarla en cada amanecer. Al despertar en soledad y sentir la nostalgia de amores lejanos, ausentes, perdidos, imaginado, conquistador. Para mí, la compañía en la soledad de los días es la poesía.
Cada mañana escribo un verso a lo que amo. Y así, en silencio, me he acostumbrado a escuchar, por pocos minutos, los poemas que leen o reciban, como a las 7 30 a.m., por la emisora Uninorte Stereo, única estación radial, en Barranquilla, que ofrece un espacio, cada mañana, a la poesía. Un buen síntoma que debe crecer. Y ello porque la poesía es buena y magnífica compañía. sintoniza con la buena vida.
El 13 del presente diciembre, un día muy especial, en la Feria Internacional del Libro de Barranquilla, una pléyade de poetisas dio un recital, denominado “Caribe en fuego“, en la sala Marvel Moreno del Centro de Convenciones Puerta de Oro. Entre las poetas invitadas estaban: Yaneth Álvarez, Rosa Herrera, Mirian Díaz, Dina Pardo, Vivían Giaimo, Lidia Corcione, Martha Navarro y Yojaira Pinilla. El recital se tituló: “desnuda/rota/libre. Poemas para reconstruirse desde la desnudez”.

Mientras tanto, en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara, los poetas mexicanos concurrían, entre vino y cervezas, para conversar sobre: Por qué la poesía no se lee, ¿ni se compre como la narrativa? Y se respondía, así: “La poesía es un lenguaje de lo que está sucediendo. Es mejor ver que reflexionar. Mejor oír que leer. Por ello la poesia es una violencia”.
Y con los deseos de Feliz Navidad, a todos nuestros lectores, le comparto el siguiente link para escuchar la voz de un poeta universal y leer su Oda a la poesía: https://www.poemas-del-alma.com/pablo-neruda-oda-a-la-poesia.htm.
Cerca de cincuenta años
caminando
contigo, Poesía.
Al principio
me enredabas los pies
y caía de bruces
sobre la tierra oscura
o enterraba los ojos
en la charca
para ver las estrellas.
Más tarde te ceñiste
a mí con los dos brazos de la amante
y subiste
en mi sangre
como una enredadera.
Luego
te convertiste
en copa.
Hermoso
fue
ir derramándote sin consumirte,
ir entregando tu agua inagotable,
ir viendo que una gota
caída sobre un corazón quemado
y desde sus cenizas revivía.
Pero no me bastó tampoco.
Tanto anduve contigo
que te perdí el respeto.
Dejé de verte como
náyade vaporosa
te puse a trabajar de lavandera,
a vender pan en las panaderías,
a hilar con las sencillas tejedoras,
a golpear hierros en la metalurgia.
Y seguiste conmigo
andando por el mundo,
pero tú ya no eras
la florida
estatua de mi infancia.
Hablabas
ahora
con voz férrea.
Tus manos
fueron duras como piedras.
Tu corazón
fue un abundante
manantial de campanas,
elaboraste pan a manos llenas,
me ayudaste a no caer de bruces,
me buscaste
compañía,
no una mujer,
no un hombre,
sino miles, millones.
Juntos, Poesía,
fuimos
al combate, a la huelga,
al desfile, a los puertos,
a la mina,
y me reí cuando saliste
con la frente manchada de carbón
o coronada de aserrín fragante
de los aserraderos.
Y no dormíamos en los caminos.
Nos esperaban grupos
de obreros con camisas
recién lavadas y banderas rojas.
Y tú, Poesía,
antes tan desdichadamente tímida,
a la cabeza
fuiste
y todos
se acostumbraron a tu vestidura
de estrella cotidiana,
porque aunque algún relámpago delató tu familia
cumpliste tu tarea,
tu paso entre los pasos de los hombres.
Yo te pedí que fueras
utilitaria y útil,
como metal o harina,
dispuesta a ser arado,
herramienta,
pan y vino,
dispuesta, Poesía,
a luchar cuerpo a cuerpo
y a caer desangrándote.
Y ahora,
Poesía,
gracias, esposa,
hermana o madre
o novia,
gracias, ola marina,
azahar y bandera,
motor de música,
largo pétalo de oro,
campana submarina,
granero
inextinguible,
gracias,
tierra de cada uno
de mis días,
vapor celeste y sangre
de mis años,
porque me acompañaste
desde la más enrarecida altura
hasta la simple mesa
de los pobres,
porque pusiste en mi alma
sabor ferruginoso
y fuego frío,
porque me levantaste
hasta la altura insigne
de los hombres comunes,
Poesía,
porque contigo
mientras me fui gastando
tú continuaste
desarrollando tu frescura firme,
tu ímpetu cristalino,
como si el tiempo
que poco a poco me convierte en tierra
fuera a dejar corriendo eternamente
las aguas de mi canto.
LA PRÓXIMA: ¿LA LONGEVIDAD ES EL PORVENIR?
Nota: el contenido de este artículo, es opinión y conceptos libres, espontáneos y de completa responsabilidad del Autor.