Telatiroplena.com, periodismo serio, social y humano.
Por: GASPAR HERNÁNDEZ CAAMAÑO.

Cuando me vincularon laboralmente, mediante contrato de trabajo, al desaparecido “Diario del Caribe”, antes me pagaban por notas publicadas, me dijeron que escribiera crónicas, pero leyendo y practicando, en el ejercicio sin descanso del nuevo oficio, entonces era profesor universitario de filosofía, aprendí a redactar noticias sobre crímenes, asaltos y tragedias. Respondía por la página de crónica roja. Vaya cambio!

He recordado esos momentos de mi ecléctica vida laboral, por la que hoy disfruto de una pensión vitalicia de vejez, sin dejar el litigio en lo legal, cuando me dispuse, en la rosada alba del último domingo de los idus de marzo, a pensar y escribir sobre periodismo y literatura, como fraternos “hermanos”, dialécticamente unidos en crónicas y noticias, ambas casi desaparecidas de los diarios y las redes sociales. Ahora, todo es opinión. Tema para otra reflexión.

Mi amigo Norberto Abello Ramos, lector que aprecio, me sugirió el tema enviándome, vía whatssap, una columna de El Espectador, que abordó el asunto y sugirió denominar un género periodístico como “columnismo literario”. Además de proponer una antología sobre el mismo. Le dije al amigo que ya la había guardado, pues no escribo con prisa, para utilizarla como insumo o referencia a la reflexión que asumo, prometiendo que lo haría. Hasta hoy le cumplo.

Ocurre que lo que me convenció, con ímpetu intelectual, redactar hasta donde el periodismo y la literatura se “hermanan”, como vasos comunicantes, fue leer el primer párrafo de la novela “La clase de griego”(Random House), de la reciente Premio Nobel de Literatura, la escritora coreana  Han Kang. EL párrafo es del siguiente tenor, juzguen:

“Borges le pidió a Maria Kodoma que grabara en su lápida la frase “Él tomó su espada, y colocó el metal desnudo entre los dos”. Kodoma, la hermosa y joven mujer de ascendencia japonesa que fuera su secretaria, se casó con Borges cuando este tenía ochenta y siete años y compartió los últimos tres meses de vida del escritor. Ella fue quien lo acompañó en su tránsito postrero, que acaeció en Ginebra, la ciudad donde el escritor pasó su infancia y donde deseaba ser enterrado”.

¿Es una noticia?. ¿Una crónica o relato?. ¿O es pura ficción, literatura?. Todo en uno, 3 en 1, como el aceite abre bisagras. ¿O no?. No es ninguno. Cada lector apreciará el texto en la dimensión de su gusto. Ese párrafo a mi estética de lector es periodismo. Claro, inserto en una novela galardonada por el Nobel, entonces es literatura. ¿O no?. Pero no fue esa lectura la que me insinuó el tema, el cual me “alumbró” días antes de leer a la Nobel.

Despertó cuando José Morillo, viejo amigo y proveedor de libros que no encuentro en La Nacional -única librería que visito en la ciudad-, se apareció con “el viaje más largo, en busca de una cubanía extraviada”(ediciones NED), de Leonardo Padura. Cuyo prólogo se titula: “periodismo literario cubano: un cadáver exquisito”. Y tiene como anexo: “Rodolfo Walsh o la literatura desde el periodismo”. Ahí estaba intacta la criatura. Solo falta la paciencia.

Padura, cubano, tanto en el prólogo como en el anexo, asume la reflexión desde el ensayo, a lo Michael de Montaigne. Hace teoría. Y enseña: “El periodismo es una síntesis de la realidad y su materia prima son los hechos reales, interpretados por la sensibilidad, inteligencia y, por supuesto, la subjetividad de un periodista…” y remata: “Un tipo de escritura periodística que emplea lenguaje y recursos más propios de la literatura”.

Kang, coreana, hace de todo en su libro. Crónica, al narrar el vuelo de un pájaro herido. Poesía, al elaborar en versos cortos y verticales momentos de reflexión íntima de los personajes. También filosofía al comentar aspectos expuestos por filósofos griegos como Sócrates, Platón y Aristóteles enseñados y aprendidos en sus clases de griegos. Es decir, es novela cultivada en una entrega, salvajemente exquisita, a la palabra escrita.

Y regresando a lo propio, es decir a la experiencia de redactor, en “Diario del Caribe”, recuerdo que hice de todo: noticias, crónicas, entrevistas, reportajes. Y en algunos de ellos, incluía versos cuando la historia me conmovía. Como hice en la reciente columna en la que metí un poema “de mi cosecha”. O sea, puro y simple “columnismo literario”. Definitivamente, declaró amor por las palabras, me hacen cada día más humano.

La próxima: ¿Por qué el gobernador viola la autonomía universitaria?