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Por: Alfredo Felipe Martínez Agamez
Debo confesar con mucha honestidad, que en lo más profundo de mi ser, soy Católico, muy a pesar, de mis diferencias conceptules en términos religiosos o espirituales con esta creencia.
En mis tiempos de mi primera juventud, llegué a ser líder juvenil de la iglesia católica en mi amada Arenosa, los pasillos del Seminario Menor, donde hoy queda la Curia, se transformaba en lugar de encuentro para prepararnos en el liderazgo juvenil, eso me llevó a realizar el Curso Vocacional, que es una antesala al camino sacerdotal; se atravesó por ese camino el amor a la madre de mi hijo mayor y bueno no logré ingresar al Seminario a cursar mis estudios para convertirme en sacerdote. Debo admitir, que dentro de mí existe un sacerdote posiblemente frustrado. Jajajajajaja.
Desde mi nacimiento, han pasado cinco Papas: Beato Paulo VI, Juan Pablo I, San Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. De estos cinco, tres están en mi retina y dos en mi mente y en mi corazón.
Juan Pablo II, sin lugar a dudas, fue alguien muy importante que marcó y partió la iglesia en dos (antes y después de Juan Pablo II), su carisma, su historia, su voz, su empatía con el mundo lo hicieron único. A Juan P II, lo llevo en mi corazón.
Benedicto XVI, está en mi retina y en mi mente, por que fue muy estudioso de las escrituras, riguroso y hasta metódico y cuadriculado, pero no está en mi corazón, realmente no me sentí identificado o con algún grado de empatía con el.
Francisco, ohohohohoh, este último recién fallecido, waooooooo, primero que todo hermano de este continente americano, sencillo, austero, con un primer mensaje “Oren por mí” dio muestra de ser de aquí, de hoy y de todos, Francisco, nos enseñó que una sonrisa, y que la justicia social siempre deben estar, que vinimos a este mundo a servir, que debemos ser los mismos en cualquier lugar, que la amabilidad, el amor, la esperanza y FE siempre deben estar en nosotros. Este argentino, está en mi mente y en mi corazón.
No es que yo sea viejo, estoy un poco usado y con muchas oportunidades de ver y vivir acontecimientos mundiales del siglo XX y del siglo XXI, hoy Papá Dios y el universo me dan el placer de ver a un nuevo Papa, a León XIV, otro orgullo para nuestra querida América. Como lo anoté en el título de este escrito, mis lágrimas salieron, al ver la plaza llena, al ver mi bandera con el amarillo, azul y rojo, cuando el papa salió e inició su discurso, él estaba asustado, sus ojos aguados, sin duda fue un momento conmovedor, recordé que un día yo quise ser sacerdote.
Que el Dios de la vida ilumine al nuevo papa, para que su trabajo sea el mejor para todo el mundo y como él mismo lo dijo, que pueda ayudar a que nuestros pueblos vivan en paz. Que Dios me dé vida y salud para ver a este nuevo papa trabajar y a otros que lleguen.