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Por: César Gamero De Aguas.
Esta acción ya es frecuente y reiterativa los fines de semana en las diferentes canchas de la ciudad y del país respectivamente. El llamado del entrenador, que se convierte en una especie de ruego incesante , un clamor de desamparado, representa una falta de comunicación entre los padres de familia y el club, así como una evidente irresponsabilidad de los acudientes. La escogencia por parte de los padres de una escuela de formación deportiva para su hijo, es igual de importante como la elección de su colegio e incluso de su universidad. Es inaceptable desde todo punto de vista que el entrenador de fútbol que ha preparado a sus jugadores durante arduas horas de entrenamiento semanal, termine recordándole a los padres que se haya solo en la cancha y con 3 o 4 jugadores , totalmente incompletos. Sin lugar a dudas todo parecería apuntar a esta nueva generación de padres de familia con limitadas responsabilidades. Las excusas más comunes en este tipo de eventualidades son: ” profe, no tenía quien lo llevara”, ” profesor no me acordaba de la hora”, profe ya vamos en camino”, ” anda ya no vamos se nos presentó algo a última hora “, ” profe no me avisaron”, ” Hoy había partido ” y en el peor de los casos un profundo silencio del cual jamás se logran despertar. En este sentido ambas partes merecen respeto, sin embargo en muchos contextos el respeto pareciera ser una virtud del pasado, ya extinguida en estas nuevas generaciones de padres surgidas de la postpandemia. Es necesario recordarle a las familias cuyos hijos se hallan inscritos en estas escuelas de formación deportiva en sus diferentes disciplinas , que se debe asignar un presupuesto de gastos para esta actividad, así mismo el niño deberá asumir coherentemente sus responsabilidades escolares para que pueda ejercer a plenitud sus actividades deportivas. Las familias pueden delegar funciones para que otras personas cercanas a ellas, acompañen a sus hijos en los compromisos deportivos si los padres tienen algunos impedimentos para ello. La disposición y la voluntad de vivir al lado de sus hijos está experiencia no tiene precio. El hecho de animar , de aplaudir y de ayudar a los niños en sus justas deportivas es una manera también de enseñarlo y de formarlo en la seriedad y la responsabilidad en cada una de sus acciones. Frente a una situación constante y reiterativa de este tipo, el entrenador junto con los padres de familia deben tomar correctivos sobre este particular, establecer acuerdos, sugerir soluciones, en fin toda una serie de disposiciones que ayuden a mejorar la participación de los jugadores en sus prácticas y partidos de competencia.
Sobra manifestarles que la primera escuela de formación según algunos críticos es el hogar, allí se promueven y se incentivan las primeras virtudes que harán del niño una persona con valores , ejemplo y participe en una sociedad que adolece de los buenos modales.
Las actividades deportivas se mueven en las canchas los fines de semana y el acompañar a los niños al lado de la familia es un buen plan para compartir y disfrutar. Seamos recíprocos en tomar acciones de mejora para solucionar estos impases que generan desmotivación en muchas escuelas de formación deportiva.