Telatiroplena.com, periodismo serio, social y humano

Por: Jorge Guebely

No está la “Paz Total” en crisis, lo está el Estado colombiano, sus instituciones. Sus dirigentes, su elite gobernante, los nuncios de la “gente de bien”, los portavoces de la aristocracia del mal.

Violento siglo XIX, guerras feroces entre liberales y conservadores. Fratricidas ancestrales, émulos del viejo Caín. Gobernantes enanos para dialogar, gigantes para asesinar; cercanos a la bestia, distantes del ser humano.

Violento siglo XX, eclosión de magnicidios: Gaitán, Camilo Torres, Galán, … De “minicidios”, asesinatos por goteo de colombianos sin importancia mediática: campesinos por pedir justicia agraria, defensores de derechos humanos por defender vidas dignas, estudiantes por exigir derechos a la educación, … Siglo ensangrentado por carcamales del poder para disfrutar las injusticias sociales.

Siglo violento cuando muchos vejestorios mentales del Estado se solazaban en permanente festín de sangre, madre de todas violencias políticas, regulares e irregulares, agrarias y urbanas. Verdaderos laboratorios humanos del terror.

Las semillas de maíz reproducen maíz; las de calabazas, calabazas; las de la violencia generan violencias. Terrorismo de Estado engendra todos los terrorismos nacionales. Creado el engendro, ni siquiera el Dr. Frankenstein pudo someter al suyo.

Terrorismo: los secuestros del ELN como los del ejército nacional en connivencias con paramilitares. Terrorista, Antonio García justificando los secuestros como Álvaro Uribe justificando los falsos positivos. Terrorista, quienes aplauden al Estado por su terrorismo como quienes aplauden a las guerrillas por los suyos. Colombia, país de terroristas; unos por acción; otros, por aplausos.

Peor siglo XXI, apoteosis de la corrupción. Tan corrupta las instituciones del Estado como sus engendros: disidencias de las FARC, ELN, Clan de Golfo… Todos nivelados en su podredumbre, fétidos en su propio fango. Tan cínica la burocracia del ELN como la del Estado, hiede Iván Mordisco como el exgeneral Montoya: los pudrió el narcotráfico, “Los devoró la selva”.

Ya, ni con violencia se salvan muchos dirigentes colombianos, nunca se ha salvado. Tampoco les interesa la paz. Prefieren la violenta inmoralidad, acceder al dinero fácil, cumplir con el mandato capitalista: ante la muerte de Dios anunciado por Nietzsche, entronizar otro más violento en la cúspide del altar, el dinero.

La paz, un gran desprestigio, no es rentable. Ni siquiera interesa a los Estados Unidos, prefiere la guerra, la violencia lucrativa, el éxito económico, sin importar el fracaso humano de su pueblo, de nuestro pueblo. Allá en crisis, en decadencia, como nosotros acá. Eclosiona el imperio en su podredumbre, se derrumba con sus súbditos.

“La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve”, afirma Martin Luther King; pero la violencia nutre la podredumbre lucrativa, afirmo yo.

Nota: El contenido de este artículo, es opinión y conceptos libres, espontáneos y de completa responsabilidad del Autor.