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Periodista: Alfredo Felipe
Rebolo, es uno de los barrios más afamados y antiguos de Barranquilla, con muchos sectores estigmatizados y situaciones escondidas que nadie conoce.
Este barrio hace parte de la localidad suroriente, son 200 años, con una población aproximada de 20 a 40 mil habitantes, sus más de 3000 niños no cuentan con escenarios deportivos ni parques para ocupar el tiempo libre, los jóvenes desde los 12 – 13 años en su gran mayoría abandonan los planteles educativos, los embarazos a temprana edad son el pan de cada día, desde muy chicos los infantes inician su transitar por el mundo de las drogas y por ende en el oscuro mundo del hampa.
Telatiroplena.com, recorrió varios de los sectores de este barrio, entre ellos el de los tres postes, y conoció la marcada desigualdad que existe, hay gente que vive en pobreza total; en este punto de la ciudad hay habitantes que quieren progresar, encontramos personas que generan empleo, luchan por cambiar la imagen de este barrio, tal es el caso de Miriam Vacca, Quike, Jorge Niño y muchos más, que intentan impregnar en sus vecinos la semilla del cambio.
Nos sorprendió, ver a Carlos Arturo Prada “cheo”, quien lo dice con mucha propiedad, que él y su grupo de amigos, dejaron la delincuencia y la oscuridad del vandalismo por la producción y ganarse el pan de cada día con el sudor de su frente en su llantería. “el arroz con huevo que hoy me como, es más sabroso que el gambao del Bosque” afirma Cheo.
Nos dimos cuenta, que la gente se dedica a diferentes actividades productivas: mototaxi, carricoche, venta de fritanga, ventas de mercancía a crédito, reciclaje, pequeñas tiendas de barrio, venta de cerdo, venta de viseras de res, venta de madera, estibas que se elaboran con madera reciclada, en fin la gran mayoría de la gente vive del rebusque, otra minoría tienen un empleo formal.
Hablando con mucha gente del sector, afirman y no niegan que el barrio tenga su estigma, pero piden que el ente gubernamental llegue y haga su trabajo de apoyo psicosocial, que todas las dependencias y estamentos intervengan con propiedad y responsabilidad, para que los habitantes reciban mensajes y ayudas de cambio.
Unas jovencitas de 16 años dialogaron con este medio, y nos contaron, que las madres y padres de los pequeños son permisivos y dejan que desde muy temprana edad hagan lo que ellos quieren, al parecer hace falta carácter y buenas prácticas de enseñanza.
“En este punto de la ciudad, hay gente buena también, que quiere salir adelante, que estudian, que luchan por un negocio, que necesitan apoyo” afirma Jorge Niño líder social de la zona.
Para Quike, el microempresario de la madera, afirma que el barrio necesita más unión.
Durante las tres horas aproximadas que estuvimos en el sector, nunca vimos un agente de policía en el nuevo CAI que esta frente a los tres postes, y muchos habitantes nos manifestaron sus quejas, de abuso por parte de los agentes de la Policía Nacional, según muchos moradores informaron que para los agentes, todo el que vive y camina en el barrio es delincuente y el trato es agreste y grosero.
De igual manera, conocimos que las distintas empresas ubicadas en esta zona, son pocas las ayudas de responsabilidad social que realizan y los empleos generados para la gente del barrio son muy pocos.
Para terminar, esta frase de Miriam Vacca “soy rebolera y me siento orgullosa”
Definitivamente, esta zona de la ciudad es invisible.
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