Telatiroplena.com, periodismos serio, social y humano.

El ciudadano español Martín Benítez, dejó atrás sus temores y decidió viajar por primera vez a Barranquilla el pasado mes de diciembre de 2019, a disfrutar de  las fechas navideñas con la familia de su esposa, la barranquillera, Anny Rodríguez.

Durante el mes de estancia en nuestra ciudad, le tocó desafiar obstáculos en las calles al estar en silla de ruedas porque a la Arenosa, en temas de movilidad reducida, le falta mucho.

Nos relató su experiencia mencionando la falta de rampas en las esquinas de la ajetreada calle 72. Observó que todos los locales comerciales tienen sus terrazas elevadas y con escalones, por lo que debieron transitar grandes trayectos a la orilla de la carretera desafiando a buses, taxis y motos que circulaban justo a su lado. ‘’Y cuando por fin llegaba a la esquina, podía cruzar el semáforo gracias a la rampa y justo cuando llegaba al otro extremo, habían escalones y otra vez tenía que crear un buen plan para ver por dónde podía coger’’ Afirmó Martín.

Notó que las calles por donde circula el Transmetro , están nuevas y más accesibles, pero las rampas que hay, son tan inclinadas que temía caer de frente al cruzar las calles, en varias ocasiones lo hacía de espaldas y evitar así alguna caída. Pero es que gracias a este servicio de transporte público, Martín conoció en gran medida nuestra ciudad, se movilizó en los buses articulados sin ningún inconveniente, pero nos relata que cuando le tocaba hacer trasbordo y tomar algún alimentador, empezaba nuevamente el viacrucis de su viaje: No todas las busetas tienen elevador para sillas de ruedas y la espera hasta que llegara uno, era de 1 hora. El día 1 de enero, esperó 2 horas y media para trasladarse desde el antiguo Cai de Soledad 2000 hasta el Portal de Soledad. 

En la ciudad no hay servicios de taxis con rampas, se imagina cómo es la movilización de personas en su misma situación cuando tienen que ir al médico o a divertirse, porque también tienen derecho, comenta. ‘’Mi esposa canceló los viajes a Cartagena, Santa Marta y Valledupar al no haber taxis adaptados, contratamos el servicio de una van que fue la que nos transportó desde el aeropuerto al hotel el día que aterrizamos en Barranquilla pero el traslado fue muy incómodo, soy alto y mi cabeza rozaba con el techo del carro, pero al no tener más opciones, tocó aceptar e irnos allí y que por cierto, los precios fueron costosos’’. Igualmente, le faltó conocer restaurantes y discotecas muy afamadas que no tienen rampas en sus entradas. ‘’Esto debería ser por Ley, es una obligación. Hay rampas de madera o de hierro que pueden utilizar si es que quieren evitar el polvorín de cementos y arenas’’, Benítez.

Afortunadamente, para Martín estos inconvenientes no fueron obstáculos para disfrutar su estadía en la ciudad, al estar hospedado en una zona céntrica, pudo recorrer en su silla la 72 y alrededores, se hizo fiel cliente de un reconocido estadero de música salsa allí cerca, disfrutó de nuestras cervezas, la comida, la brisa decembrina que azotaba en ese sector más que en otros, pero lo más importante, de la calidad humana que tenemos los barranquilleros, por donde iba le ofrecían ayuda cuando veían alguna dificultad para continuar su recorrido.

Aún no tiene fecha de regreso, dice que le gustaría conocer los Carnavales de Curramba y espera que estos aspectos cambien para su comodidad y seguridad al igual que la de todas las personas que están en silla de ruedas, caminadores, muletas, bastones: Rampas adecuadas, la presencia de taxis adaptados, más alimentadores de Transmetro con elevadores y que toda la ciudad sea accesible, desde el norte hasta el sur. Será entonces, que el único riesgo a enfrentar en su próxima visita, es que se quiera quedar.

Leave a comment