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Por: Jenniffer Rueda Martínez

Desde que inicio el tema del ya conocido por todos virus Covid-19, del cual se desencadeno la cuarentena acompañada de aislamiento obligatorio, del cual pensábamos inicialmente duraría 15 días, pero luego esos días se siguieron prolongando hasta la fecha que al menos en el país Colombia ya cumplimos 10 meses en esta situación. Como adulta responsable y racional, soy totalmente consciente de la necesidad de cumplir estrictamente con todos los protocolos de bioseguridad ante la amenaza del contagio, pero hay un tema que no deja de preocuparme y es el hecho de ver como nuestros niños están creciendo y se están formando lejos de la socialización que ofrece el tú a tú con las personas, lejos de sus mejores amigos, compañeros de colegio y demás familiares, a donde se fueron los abrazos afectivos de cada día al encontrarse en el colegio, los juegos divertidos de contacto, el compartir la merienda, entre muchas otras actividades que implicaba el rose diario, el saber que eran de verdad, que estaban ahí el uno para el otro, todo esto hoy es reemplazado por un aparato tecnológico, a través del cual se realizan todas las actividades académicas, laborales y sociales, recuerdo que antes había que regularles el uso de la tecnología, de hecho los expertos recomendaban el uso de una hora al día, sin embargo ante esta nueva realidad es casi imposible que esto se cumpla ya que el celular, la Tablet, el computador, la televisión se volvieron indispensables para continuar con la vida.

Estudios e investigaciones científicas demuestran que el cerebro tarda aproximadamente un mes en adquirir un nuevo habito, en acostumbrarse a algo que le hemos querido enseñar, a partir de esto me preocupa pensar que ya a 10 meses de estar obligados a vivir de esta forma, lejos del contacto entre seres humanos y por el contrario pegados a los aparatos y como van las cosas quien sabe cuantos meses mas se le van a sumar a este tema, nos estemos acostumbrando, sobre todo nuestros niños, a ser distantes, fríos, secos, y que toda esta atención en su lugar se la este robando unos objetos, me pregunto, ¿será que este virus va a lograr restarle importancia a las muestras de afecto y cariño físicos?, ¿será que en un futuro se hablara de la generación zombi cuya característica principal sea no tener la necesidad de estar cerca de las personas pero si creara dependencia de una cosa tecnológica?, me da terror cuando hacen referencia a la “nueva normalidad”, eso me dice que nos vamos a acostumbrar y a conformar a vivir así, siempre he pensado que nadie se debe a costumbrar a estar mal, y si, del virus hemos podido sacar muchos aprendizajes que si los aprovechamos nos hará mejores personas, pero hay que tener cuidado con lo que nos está robando.

Hay cosas invaluables e irremplazables que, con solo estar presentes de forma real, en vivo y en directo por un momento pueden reiniciarte la vida, me refiero a lo que transmite una mirada, una sonrisa, el rose de la piel, la tomada de una mano, un abrazo, el sentir como late el corazón del otro, una caricia en el cabello, el sonido de la voz o de la risa, agarrar a otro a cosquillas, el tenderle la mano a alguien para colaborarle en lo que necesite incluso si levantarlo del piso significase, en fin, todo lo que sabemos pasaba antes de todo esto cuando compartíamos con nuestras amistades y seres amados, momentos memorables. Mientras esto pasa, al menos con los que sí podemos estar dentro de casa, vamos a conservar y a demostrar todo el amor que podamos de la manera que hoy en día escasea, sobre todo a nuestros niños y adolescentes que son tan vulnerables y fáciles de aprender nuevas prácticas aunque sean negativas, de nosotros depende que nuestras cálidas muestras de afecto no pasen a la historia y no le abramos las puertas a un nuevo invento de generación que seria catastrófico para la preservación de la vida en todas sus manifestaciones.

Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor  Jenniffer Rueda Martínez, Psicóloga