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Por: Adlai Stevenson Samper

Escritor, periodista

Como dijo en tono lastimero un dirigente gremial: el 2020 pintaba bonito para Barranquilla con las deliberaciones de la asamblea del BID y las emociones de la inauguración de la Copa América. Pero nada; todo quedó reducido a episodios de un futuro indeterminado a causa de la expansión del virus covid-19 y al manejo administrativo del Alcalde Jaime Pumarejo acusado de políticas erráticas y de estar acompañado de un gabinete elitista que desconoce las necesidades de más del 80% de la ciudad.

Desde la Organización Mundial de la Salud, a finales de diciembre de 2019 e inicios del 2020, se emitieron alertas sobre la dimensión y expansión del virus. El 20 de enero, día de San Sebastián, cuando se inicia el carnaval con la lectura del bando, la cifra acumulada de fallecidos en China iba por 41 y en Francia se confirmaba la aparición del tercer caso.

El primer error del alcalde, de una cadena de ellos, fue desconocer el lento avance del virus a nivel internacional desde la temporada de precarnaval bajo la premisa que aquí no estaba pasando nada y estábamos convenientemente alejados, “protegidos” de un virus que andaba azotando inclemente por el lejano oriente y Europa del cual estábamos inmunizados bajo los disfraces, comparsas, las cumbiambas, el jolgorio general y el ron.

El portal web Zona Cero presenta una noticia escrita por Jesús Cantillo el 7 de mayo de 2020 narrando una curiosa historia precarnavalera. Es la de la joven periodista Gloria Monroy Sanjuán contagiada con el virus exactamente el 20 de febrero de 2020 (el carnaval fue entre el 22 y 25 de febrero) en un bus de la empresa Coochofal justo a las 7 de la noche: “Pagó su pasaje, dijo buenas noches” y según su relato a Zona Cero, “recibió un piropo por parte de un ciudadano chileno”. Se sentó en un puesto detrás mientras el tipo seguía metiéndole conversa. Estaba acompañado por un argentino. Ambos con aspectos hippies, de acuerdo con la descripción de la periodista afectada. Eran de la tipología de turistas denominados mochileros. Embriagados preguntaban cómo llegar al barrio Carrizal, al sur de la ciudad. Gloria y los demás pasajeros les recomendaron no llegar a esa zona de la ciudad en el estado que se encontraban. El chileno le pidió prestado el celular a la periodista barranquillera, y esta –craso error- accedió, para que el hombre se comunicara con unos compañeros. Según el testimonio de la periodista “en el bus también se encontraban una ciudadana estadounidense y una europea. Le preguntaron en dónde quedaba el popular estadero de salsa La Troja. Gloria se los escribió en el celular a las extranjeras. Un contacto directo más. Estos extranjeros se encontraban en la ciudad, días antes de que comenzara el Carnaval de Barranquilla 2020”.

Hasta aquí el relato de la periodista al medio de comunicación. Un contacto de carnaval con unos extranjeros sin aparentes mayores consecuencias que días después empezaría a pasar su cobro con los síntomas de la enfermedad manifestándose lentamente. En marzo se agravó y según los exámenes que le practicaron en la Secretaría de Salud de Barranquilla no tenía el covid-19 pues no carecía de la sintomatología de fiebre y dolor de cabeza. Siguió mal.

Al final, la misma Secretaría, el 2 de abril –dos meses después del contagio – le entregó los resultados positivos. Citemos a Zona Cero textualmente sobre lo que pasó a continuación: “Un mes después detectaron la enfermedad en su organismo. Indicó que el mismo Secretario de Salud, Humberto Mendoza, la llamó y le recomendó no divulgar la información y cumplió tal consejo, para evitar problemas”. La Ley 1523 de Gestión de Riesgos y Desastres 2012 señala en su artículo 2°:

“De la responsabilidad. La gestión del riesgo es responsabilidad de todas las autoridades y de los habitantes del territorio colombiano. En cumplimiento de esta responsabilidad, las entidades públicas, privadas y comunitarias desarrollarán y ejecutarán los procesos de gestión del riesgo, entiéndase: conocimiento del riesgo, reducción del riesgo y manejo de desastres, en el marco de sus competencias, su ámbito de actuación y su jurisdicción, como componentes del Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres”.

Una clara omisión, una irresponsabilidad de reporte epidemiológico del Secretario de Salud del Alcalde Pumarejo, a quien ha debido informar en su competencia de subalterno en debida forma para efectos de tomar alertas tempranas con una estrategia de contención de los posibles focos del virus. Prefirió el silencio de la paciente y el suyo propio para no causar “alarmismos” y problemas en la máquina de mover dinero del carnaval; error grave del alcalde en el sentido de evitar la suspensión o disminución de la afluencia de turistas al carnaval –tal como sucedió entre otras partes tal es el caso del  carnaval de Venecia, Italia- o por lo menos diseñar una serie de controles epidemiológicos sobre los visitantes que llegarían a la ciudad en pre y en carnavales. El caso de la periodista es uno, debidamente documentado. Debieron ser, en consecuencia, muchos más.

El artículo 8 de la citada Ley 1523 de Gestión de Riesgos no ofrece ningún tipo de ambigüedad semántica sobre cómo debe procederse en inminencia de riesgo o desastre:

8. Principio de precauciónCuando exista la posibilidad de daños graves o irreversibles a las vidas, a los bienes y derechos de las personas, a las instituciones y a los ecosistemas como resultado de la materialización del riesgo en desastre, las autoridades y los particulares aplicarán el principio de precaución en virtud del cual la falta de certeza científica absoluta no será óbice para adoptar medidas encaminadas a prevenir, mitigar la situación de riesgo”.

El Secretario de Salud Distrital y el Alcalde Pumarejo, que habían desconocido los alcances e implicaciones de la Ley 1523 de forma ligera e irresponsable –el concepto de responsabilidad aludido se desprende de la hermenéutica de esa misma ley-, ante el caso aludido, que reiteramos, según la narrativa de la periodista afectada implicaron contagiados en buses urbanos, en centros de diversión y en eventos del carnaval, violaron flagrantemente, ante el primer caso de la presencia del virus en la ciudad, el protocolo esencial de información (por el contrario, el Secretario de Salud pidió “guardar” silencio), tal como lo indica tajantemente el artículo 15 de la precitada ley:

“15. Principio de oportuna información:Para todos los efectos de esta ley, es obligación de las autoridades del Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres, mantener debidamente informadas a todas las personas naturales y jurídicas sobre: Posibilidades de riesgo, gestión de desastres, acciones de rehabilitación y construcción, así como también sobre las donaciones recibidas, las donaciones administradas y las donaciones entregadas”.

Ante la declaración de la contagiada periodista Gloria Monroy, la Secretaría de Salud Distrital se pronunció oficialmente el 8 de mayo sobre el caso:

  • El Carnaval de Barranquilla fue del 22 al 25 de febrero de 2020, y la persona dice que tuvo contacto con un extranjero en esas fechas. 
  • Según registros, el 17 de marzo iniciaron los síntomas, el 27 de marzo se le tomó la muestra, con reporte positivo el 2 de abril de 2020. 
  • Se le practicó segunda prueba el 16 de abril y el 24 del mismo mes los resultados fueron negativos. Hoy la paciente está recuperada y goza de buenas condiciones de salud.
  • El primer caso positivo registrado ingresó a Barranquilla el día 11 de marzo. El coronavirus llega a Barranquilla por la importación de casos, a raíz de dos razones involuntarias, conocidas y propias de la globalización: estudiantes provenientes de Madrid y viajeros de negocios y turismo de Estados Unidos son la explicación, y son ajenas, diferentes, independientes, y no existió ninguna exposición colectiva ni poblacional durante la temporada de Carnaval. 
  • El caso puntual de la joven Gloria de Jesús Monroy fue el número 34 reportado en la ciudad. Precisamos que la atención de la Secretaría de Salud Distrital fue oportuna, adecuada, de prevención y control con la paciente y con sus contactos cercanos. 
  • La Alcaldía de Barranquilla ha compartido casos en tiempo real, luego de ser verificados por el INS.
  • La declaración es pendenciera y trata inútilmente de desmentir a la enferma recuperada en el sentido que el contagio, el foco inicial sucedió en temporada de carnaval: “no existió ninguna exposición colectiva ni poblacional durante la temporada de carnaval”. Pero las fechas y testimonio coinciden como un mecanismo de relojería, exculpando a las fiestas con el argumento de viajeros procedentes de Madrid y USA.

El cuento de los viajeros fue noticia en la ciudad a raíz de una boda con la magnificencia de 500 invitados en un centro social, algunos de ellos provenientes de España y USA contagiados y que fue intervenida por Migración Colombia y autoridades sanitarias ante la violación de un tope de 400 que habían colocado como aforo máximo. Cuando ya era evidente que el virus andaba circulando por Argentina, Chile y Brasil, el 4 de marzo, jugaron en el estadio Metropolitano el equipo brasilero Flamengo y el local Junior en el marco de la copa Libertadores de América. El diario El Heraldo titula en primera plana: “Refuerzan los controles fronterizos por covid-19”. A su lado la otra noticia del día: “¡Partidazo en el Metropolitano!”.  El 14 de marzo la prensa brasileña anuncia que Mauricio Mattos, vicepresidente del Flamengo, que estuvo en Barranquilla en varios actos sociales y en el estadio, dio positivo en el análisis sobre covid-19.

Tras la declaratoria nacional de confinamiento por la emergencia económica, social y sanitaria, diversos sectores de la ciudad pidieron auxilio a las distintas dependencias de la Alcaldía. Es preciso señalar que los estratos 1 y 2 conforman más de la mitad de la ciudad y una buena parte de este núcleo se sostiene en la economía informal, en el rebusque cotidiano de la calle, que es entre otros factores, el que alimenta el infernal sistema de usura denominado “paga diario”.

Pumarejo, que a diferencia de su antecesor Alex Char, carece de su ascendiente populista y callejero, tras la declaratoria de emergencia nacional armó unos pequeños mercados con 4 libras de arroz, una botella de aceite, latas de atún, granos, dos rollos de papel higiénico, le estampó su foto tal como si estuviera en campaña mirando a lontananza y encima, en un acto de desconocimiento del núcleo esencial de la familia popular promedio barranquillera (de 4 a 5 personas) le colocó una perentoria advertencia: “hazlo rendir 15 días”, que por supuesto, por tamaña ingenuidad política, se prestó a todo tipo de burlas y chacotas.  Los tales mercaditos se repartieron en algunos sectores de la ciudad y varios ediles y habitantes del vasto suroccidente sacaron cuentas de que en por lo menos 35 sectores o barrios no conocían estos apoyos alimenticios.

Pumarejo, prosiguiendo con la idea cerrera que todo se resolvía con un conveniente merchandising político, empezó a promocionarse en fotos de la alcaldía repartiendo personalmente, con todo y tapabocas, sus mercaditos escuálidos en las puertas de las viviendas populares, quedando el histórico registro en las tomas del equipo de prensa de la Alcaldía para su difusión en los medios de comunicación y las redes sociales, en donde apelaba al sentido de cultura ciudadana de los barranquilleros para que acataran sus recomendaciones en el sentido de guardar el debido confinamiento ante la inminencia del peligro de expansión del virus; que como ya mencionamos, estaba circulando de su cuenta, fuera de las estadísticas oficiales, por toda la ciudad.

Allí aparece otro error en la trayectoria histórica de Pumarejo. En su dilatada carrera burocrática administrativa pasó, entre otros cargos, como alcalde encargado, gerente de Centro de Eventos y Convenciones Puerta de Oro y una oficina adscrita a la alcaldía: Gerente de Desarrollo de Ciudad. Durante el Congreso de Infraestructura en Cartagena en 2017 llevó un power point con “sus logros”, o del alcalde Char; o de los dos. Allí mostró el sumun del desarrollo de la ciudad: el malecón, centro de convenciones, arroyos, parques, renders, bicirutas que no existen y un plan de arborización de la ciudad para reducir la temperatura. Todo muy bonito, muy ligth, muy Pumarejo pero allí se le olvidó colocar una sola mención, plan o programa al desarrollo de una cultura ciudadana que después le pasó la onerosa cuenta de cobro.

La crisis tiene gerente

La Ley de Gestión de Riesgos tiene unas estructuras y funciones en los tres niveles de la administración: nacional, departamental y distrital o municipal. Una oficina con staff propio, unas coordinaciones institucionales y un desarrollo investigativo parcial sobre particularidades de la población y el territorio que aunadas con la Secretaría de Salud debería plantear una particular estrategia.

Es allí donde el alcalde Pumarejo comete otro error pues desdeñó las posibilidades institucionales de la dependencia local de la oficina Riesgos y Desastres, saliendo presto a inventarse una oficina de “gerente de la crisis” que recayó en el Secretario de Planeación Distrital Juan Manuel Alvarado, un economista- sí, como lo leen, un economista-cuya trayectoria lo vincula a campos de su desarrollo profesional y no a asuntos de emergencias urbanas epidemiológicas con planificación y acción con estrategias ante la magnitud y peligrosidad de la crisis. Una de sus funciones era la coordinación de los requerimientos de Barranquilla ante la administración central, labor que le corresponde, por constitución y ley, al alcalde. Pumarejo fundamentó su decisión con esta rotunda frase: “Él ya viene trabajando en la planificación y estadística de cómo será la curva de contagio en nuestra ciudad. Entre sus funciones está la de identificar las necesidades en materia de salud, cómo vamos a trabajar para mejorar el orden público, cuáles deben ser los paquetes económicos y cuánto nos va a costar a los barranquilleros esta situación“. Relacionemos las áreas que el economista Alvarado resolvería: necesidades en materia de salud, el mantenimiento del orden público y en la única que podría con lujo de detalles explayarse: cuanto nos costará a los barranquilleros el impacto del virus.

Alvarado, ante la expectativa planteada, le colocó el boxístico nombre de Barranquilla no baja la guardia a su plan y dijo que constaba de 4 grandes objetivos: “Reducir la posibilidad de contagio, disminuir la letalidad del virus si una persona lo llegara a contraer, disminuir el impacto en la economía y sentar las bases a largo plazo para una gran estrategia de ciudad”. Nada de eso se cumplió habida cuenta de los índices de contagiados en el promedio nación, el virus ha sido letal y la economía de la ciudad se encuentra devastada con negocios en quiebra con el consecuente aumento del desempleo y la informalidad.

Por supuesto que ante semejantes disparates, sumados a otros descritos, empezó a moverse la epidemia por la ciudad en una conjunción fatal de errores administrativos y falta de compromiso de gran parte de la ciudadanía en clara ignorancia –quizás por pedagogía- de los peligros del virus.

Confinamiento falso

El alcalde Pumarejo, que no tenía nada que ofrecer aparte de mercaditos y publicidad sobre sus ejecutorias en la crisis, empezó a perder la poca credibilidad que tenía. El manejo errático, incoherente y perjudicial para la ciudadanía se puede apreciar en la formulación del pico y cédula que inicialmente iba de días pares e impares. Después, sin ninguna justificación, el 9 de abril, cambia para cada 3 días. Tras las cifras de aumento de la epidemia en sectores de Barranquilla y el municipio de Soledad, decide aumentar los “controles” con salida cada 15 días en un tercer cambio, sin mayores consultas sobre la conveniencia e inconveniencia y cuando ya el gobierno estaba reactivando sectores de la economía desescalando las restricciones y nuevamente, sin mediar fundamentaciones científicas o epidemiológicas, cambia nuevamente a dos dígitos. Cuatro cambios en total creando incertidumbre y desinformación con la amenaza latente para la policía de colocar comparendos de $900.000 que muy pocos pagaran dadas las condiciones socio económicas de la ciudad.

La respuesta ante semejante y restrictiva medida de circulación la dio el Secretario de Gobierno Clemente Fajardo, que sin conocimiento de las necesidades básicas económicas de los sectores populares de Barranquilla que viven de la economía del día a día en el sector informal e independiente ofreció una risible formula: “pueden hacer compras por 15 días”, a años luz de la realidad de la compra diaria de alimentos de estos ciudadanos de los estratos señalados.

Según información del diario El Heraldo respecto a las decisiones en los 60 días de crisis, señalan esta promesa del Alcalde Pumarejo: “Sábado 21 de marzo. El alcalde anuncia que 400.000 personas tendrán garantizado alimentos durante el confinamiento, mediante la entrega de auxilios alimentarios en las casas, en los barrios y sectores más vulnerables”.

Las informaciones de los diversos sectores consultados en el área urbana vulnerable (400.000, según palabras del alcalde) indican que se entregaron raciones alimenticias en algunas zonas, en otras no y sin ninguna secuencia de regularidad.

Economía en desaliento

A propósito de la economía de la ciudad y su relación con estas medidas, el 6 de mayo Fedesarrollo presentó un informe sobre el Índice de Confianza al Consumidor (ICC) en donde Barranquilla fue la ciudad que presentó una mayor contracción del indicador, según reporte de la Encuesta de Opinión al Consumidor (EOC), con 29,2 pps pasando de -5,9% en marzo 2020 a -35,1% de abril 2020. Siguen Medellín con una reducción de 20,2 pps; Bogotá (18,1 pps), Bucaramanga (15,6 pps) y Cali (3,9 pps). 

Cifras nada alentadoras para la economía, mientras las pymes locales quiebran, se despiden trabajadores, aumenta el desempleo y la única respuesta del Alcalde Pumarejo fue que había activado un crédito con Bancoldex por $60.000 millones con el nombre “Barranquilla Responde” (el nombre es propagandístico pues Bancoldex por instrucciones del gobierno tiene un plan para el sector de pymes).  Los comerciantes y empresarios que se han acercado a sus beneficios huyen ante los tramites y las consecuencias en una economía deprimida del posterior pago de los préstamos.

Durante las primeras semanas de la cuarentena se conocieron contratos millonarios de la Alcaldía para efectos de mejoramiento de la imagen y de cuestiones relativas a la publicidad de los actos oficiales, mientras varios sectores de la ciudad se quejaban de la crisis que los agobiaba, solicitando a varias secretarías su ayuda oportuna que se diluían en promesas o en informes sin el debido sustento probatorio.

Mientras en otras ciudades sus administraciones proponen descuentos y alivios tributarios, pagos totales o parciales de los servicios públicos, en Barranquilla ha sucedido exactamente lo contrario. Las quejas en los aumentos de energía, gas y agua recorren redes sociales mostrando recibos del antes y después. La Alcaldía ha mostrado una cautela admirable frente a estos requerimientos pues su caja se encuentra presta a agar préstamos bancarios y la nómina distrital y el palo no está para cucharas sociales.

Un hospital improvisado

El “hospital” de campaña montado en el centro de eventos Puerta de Oro permanece desocupado. Un paciente crítico necesita una UCI, determinados servicios de infraestructura hospitalaria que en ese edificio construido para otros fines carece. Los estables o en recuperación necesitan de una serie de servicios técnicos, médicos, paramédicos, farmacológicos y alimenticios que allí tampoco existen.

Caso especial es los peligros que entraña los originales fines del edificio –centro de eventos y exposiciones- asimilándolos a un hospital, sobre todo en las condiciones de salubridad exigidas y en la probable difusión del virus a través de un sistema de aire acondicionado cruzado con los consecuentes peligros de propagación.

Transmetro varado?

El caso de la suspensión de Transmetro fue una autentico dislate. El gobierno en su plan de reactivación económica fue ingresando contingentes de trabajadores, iniciando el sector de la construcción movilizados en gran parte desde el sur de la ciudad en este sistema masivo de transportes. En esos días se mostraron testimonios fotográficos en redes sociales y en la prensa evidente sobrecupo violando el tope de 35% de la capacidad con pasajero.

Es preciso recordar que el gerente de Transmetro es subalterno del Alcalde al ser esta una empresa de economía mixta distrital. En vez de ajustar controles en las estaciones con personal interno y frecuencia de rutas con llamado de atención al gerente de la empresa de transportes por su comportamiento laxo, decidió “suspender” sus operaciones por 3 días, provocando que sus usuarios regulares hacinaran las otras rutas de buses sin ningún tipo de control. Posteriormente el alcalde, en un noticiero televisivo, señaló que se trató de una “experiencia educativa”.

Dos semanas después Transmetro lanza un ultimátum: necesita 70.000 millones para seguir funcionando y de no contar con este recurso financiero, se vería obligado a para sus operaciones.

Patrullas verdes

Las respuestas ante el aumento de las cifras de contagiados –en una sola empresa de la ciudad del sector farmacéutico se detectaron 70 casos- fue el préstamo o alquiler de 15 patrullas que parecen carros de “carrera” por su simpático color verde biche y blanco para corretear los infractores del confinamiento –que cada vez se cumple menos por la presión de la economía- por barriadas populares, moteles y parques de la ciudad.

De todas las medidas implementadas, la más tardía y errática es el sistema Truora, una plataforma de inscripción, por parte de personas jurídicas –empresas- de sus trabajadores tras cumplir una serie de protocolos de bioseguridad, lo que les permite en línea a sus autoridades –léase policía- verificar la “legalidad” del tránsito del ciudadano trabajador requerido en la calle. Una plataforma diseñada para el empleo formal, no para trabajadores independientes y mucho menos para la vasta informalidad.

Pues bien, el confinamiento según el gobierno llega hasta el 31 de mayo cuando deben encenderse otras turbinas de la alicaída economía desde el 1 de junio. La Alcaldía da un plazo “pedagógico” de una semana para que entre en vigor los alcances requisitorios de la plataforma. El anuncio lo hace el sábado 23 de mayo, más los 7 días de proceso de asimilación, llega hasta el 30 de mayo. Acaso piensa seguir constriñendo la economía de la ciudad en aras de un confinamiento que ha carecido de la debida eficacia?

Dos hechos curiosos relevantes. Tanto las patrullas verdes como la implementación del costoso sistema de plataforma tecnológica, fueron generosas donaciones o préstamos a la ciudad.

Corolario

Los controles epidemiológicos muestran áreas críticas de la ciudad. Por ejemplo, los barrios Santo Domingo y Simón Bolívar, sin entrar en detalles sobre la crisis del virus en el cercano municipio de Soledad. Ad portas de un cerco, tal como sucede en Bogotá, con la delimitación las áreas especiales naranja o el decreto del Ministerio del Interior que ordena el “cierre” preventivo de 4 barrios de Cartagena.

En fin, el Alcalde Pumarejo si ha tomado decisiones legales pertinentes en tiempos del virus, pero no las ha presentado en su debida fase o momento exponiendo fallas graves la planeación de la estrategia propuesta con la consecuencia que Barranquilla tenga una de las mayores cifras de contagiados con el covid-19 en Colombia.

Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa  responsabilidad del Autor.

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