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Por: ROQUE ORTEGA MURILLO
Escena 1
Llora, llora y llora la vicepresidenta Marta Lucia Ramírez debido a las denuncias del portal de la Nueva Prensa que develaron que Marta Lucia ocultó que su hermano, Bernardo Ramírez Blanco, cumplió una condena por narcotráfico en los Estados Unidos por ser un reclutador de mulas para el tráfico de heroína desde Aruba, y que, junto con su esposo Álvaro Rincón, pagaron una fianza de 150 mil dólares para que el acusado quedará en libertad.
Llora y llora la vicepresidenta por la presunta relación comercial que tuvo la firma constructora Hitos Urbanos con el narcotraficante paramilitar Memo Fantasma, hechos denunciados por el portal Investigación y Análisis de Crimen Organizado (InSight Crime), que además señala que los hijos del mafioso fueron matriculados en el colegio Nueva Granada, una de las instituciones más exclusivas de Bogotá, gracias a la “palanca” gestionada por Marta Lucia.
Llora y llora La vicepresidenta quien prometió demandar al documental Matarife, dirigido por Daniel Mendoza Leal quien denuncia las presuntas reuniones que sostenía Marta Lucia, que por aquella época era ministra de defensa del gobierno de Álvaro Uribe, con paramilitares en el club el Nogal, especialmente con Mancuso. Como era de esperar, toda la jauría del uribismo salió a despotricar y señalar que se está orquestando una conspiración para desprestigiar a una valerosa mujer quien sólo ha dado su vida al servicio del país; que la acompañan en su dolorosa tragedia por haber ocultado durante 23 años que su hermano fue traficante de heroína. Hasta algunos periodistas lloran en el hombro de la vicepresidenta.
Escena2
En Puerto Tejada una familia llora y pide justicia por la muerte de Anderson Álvarez, un joven negro de 19 años, quien fue golpeado brutalmente con sevicia en la cabeza por unos policías el mes pasado, aparentemente, porque haber violado las medidas de la cuarentena. La autopsia demostró que el chico falleció producto de los golpes recibidos. Según sus allegados, Anderson salió el sábado 23 de mayo durante el confinamiento a dejar a unos de sus hermanos donde un familiar y al llegar a la puerta de su casa, dos uniformados le colocaron un comparendo. El joven al parecer tuvo un fuerte altercado con los agentes del orden por considerar injusta la medida, situación que originó en que los policías le propinaron cinco bolillazos en la cabeza que lo dejaron mareado. Anderson Incluso alcanzo a ir a la estación de policía a reclamar por lo sucedido. Al día siguiente por agravarse fue hospitalizado y pasados los días murió. Los médicos diagnosticaron muerte cerebral.
Escena 3
Una joven vendedora de tintos en Medellín, de 27 años, se suicidó debido a que el desespero por el abuso y por maltrato perpetrado por la policía le llevaron a tomar esa fatal decisión, así lo manifestaron algunos de sus compañeros. “Los policías, de verdad, vinieron y nos trataron mal…tanta depresión y tantas cosas… sólo ella sabe qué le pasaba por su mente”, la habrían empujado a tomar la fatal decisión, según manifestó una vendedora a la prensa local.
Ella había denunciados públicamente, días antes de quitarse la vida, que tenía problemas permanentes con las fuerzas del orden y que recibió presiones, incluso, algunos presuntos abusos por parte las autoridades, justo cuando ejercía su labor en el parque Berríos.
Escena 4
En Barranquilla hace pocos días falleció por contagio de coronavirus un auxiliar de enfermería del Hospital Cari Mental quien trabajaba con mascarilla remendada. Fabián Palacios de 48 años de edad era el enfermero que perdió la vida, en unos hechos que eran anuncio de “crónica de una muerte anunciada”, se cansó Fabián de denunciar desde hace menos de un mes, que estaban trabajando sin la mínima protección. “Trabajó hasta el último día con su tapabocas remendado” reveló Ana Elsy Contreras, compañera de Fabián desde hacen treces años y con quien deja un hijo de ocho años de edad. En entrevista con el periodista Jorge Castro denunció que sólo les deban un tapaboca al mes, que debía lavarlo y mantenerlo. “Tengo que lavarlo cada día en vapor, pero como ven, esto se revienta y tiene uno que estar remendándolo para conservarlo”
Escena 5
“Quien no tenga un pariente que haya sido narco que tire la primera piedra” Así publicó en Twitter el ex consejero presidencial Samuel Azout, quien salió en defensa de Marta Lucia Ramírez, pues considera que no hay porqué rasgarse las vestiduras si en este país todos estamos untados de narcotráfico y que éste hace parte de nuestra naturaleza traqueta y torcida.
Escena 6
Este fin de semana la alcaldía de Barranquilla y la gobernación del departamento del Atlántico, ante el despelote por la propagación del COVID-19, decidieron militarizar e implementar sanciones judiciales a las personas que incumplan con la cuarentena y demás restricciones. “La militarización es la única medicina para hacer cumplir la cuarentena, para que las personas mantengan el distanciamiento social, y sobre todo para apliquen los protocolos de autocuidado” dicen mientras las grandes tiendas de cadena incitan el consumo de aguardiente para pasar el fin de semana. “Quien compre el garrafón se lleva un tapabocas”.
Epílogo
Sin duda, no hay delito de sangre que condene a una persona, el problema es que una funcionaria pública debe estar revestida de una ética política, y más cuando hace parte de un supuesto partido conservador, religioso y moralista; ahí donde milita la vicepresidenta Marta Lucia Ramírez. No es cualquier pendejada que la señora Marta Lucia haya mentido, ocultado que su hermano fue un traficante, y, lo peor, que haya sido apoyada por los ex presidentes Pastrana y Uribe, sobretodo porque el primero, en su gobierno, pregonó ser “el Gobierno de la transparencia”. Pero, además, involucrada según la investigación del portal InSight Crimen, con evidencias que dejan mal parada a esta alta funcionaria del Estado. La tragedia dolorosa que vive la “vice” ha recibido el apoyo, claro está, de las fuerzas ultra godas del país mamasantona y de doble moral; pero las tragedias de Anderson Álvarez y Luz Adriana Upegui, no son dolorosas ni recibieron el pronunciamiento del jefe de gobierno, ni la gran prensa divulga esta situación triste, ni los partidos políticos y la sociedad rechazan estas pérdidas de gente humilde que ponen en evidencia el abuso y maltrato que vienen cometiendo algunos miembros de la policía nacional desde hace mucho tiempo, y que en tiempo de la panmiedo, han arreciado con más brutalidad y barbarie en ataques a la ciudadanía. La tragedia de los pobres no es dolorosa, el dolor tiene también estrato de sufrimiento.
Por otra parte, el empresario Samuel Azout, es muy sincero en asegurar que esta sociedad es narco, pero le falta aclarar que el noventa y tanto por ciento de la población no está vinculada a este negocio, es la mayoría de clase política y gran parte de la clase empresarial que están asociada con las mafias del narcotráfico, que en los últimos treinta años han convivido en un narco estado. No alcanzaría yo a mencionar los hechos que demuestran esta triste verdad, basta con recordar, que Pablo Escobar tuvo su curul en el Congreso y que muchas campañas siguen siendo financiadas con estos dineros mal habidos. Además, muchas empresas se siguen lucrando lavando dineros de estas organizaciones criminales, especialmente en el sector de la construcción. Aquí las familias de bien somos nosotros, los excluidos, los pobres. Nuestros delitos son penalizados con todo el peso de la ley mientras que los señores de “alcurnia”, quienes representan a las mafias políticas, tienen fiscales y jueces de bolsillo.
Por último: las autoridades del departamento del Atlántico, están responsabilizando a la población de ser los culpables de la propagación del virus, si bien es cierto, que la mayoría de la gente no se ha tomado con responsabilidad el cuidado, no podemos negar que también ha habido negligencia e improvisación por unos gobernantes a los que le ha quedado grande el manejo de la situación. A pesar que Barranquilla se muestra como una ciudad urbanísticamente en desarrollo, en materia de programas sociales y culturales es pobre, así como son la mayoría de sus habitantes, quienes en el rebusque y la informalidad del trabajo, son miles los barranquilleros, por mucho que quieran confinarse, no lo pueden cumplir porque su problema es de estómago…
No estamos condenando a la “vice”, ni a los gobernantes de turno del departamento del Atlántico, pero la sociedad debe tener respuestas y aclaración a sus preguntas por la situación de Marta Lucia. Tampoco se puede seguir repitiendo la muerte del personal de la salud por la precariedad de los protocolos de protección, como le sucedió al auxiliar de enfermería quien entregó su vida heroicamente trabajando hasta la última hora con un tapabocas remendado mientras a los barranquilleros se les siga vendiendo la idea que allí no pasa nada y todo se solucione incitando a la gente a mamar aguardiente promocionado por los dueños de la ciudad.
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