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ROQUE ORTEGA MURILLO                           

Un hermoso libro ha llegado a mis manos: Casa de las estrellas, el universo contado por niños de Javier Naranjo, poeta y docente, quien se dedicó durante varios años a recopilar definiciones de algunas palabras en sus talleres creativos con niños entre tres y doce años de edad. Esa actividad lúdica dio como resultado esta maravillosa obra, ratificando que los mejores poetas y narradores son los niños.

Esta obra es un remanso para mitigar tantos aconteceres luctuosos que por estos días han dejado una estela de dolor y sufrimiento en el país.

Casa de las estrellas nos sumerge en ese fantástico mundo poético infantil, filosófico, inocente y divertido. Espontáneamente sin razonar ni buscar palabras rebuscadas nos deja una recopilación de definiciones, sencillamente asombrosas. Es un libro ameno, inocente, prodigioso y precoz que nos enternece el alma.

Este trabajo surgió como del juego y sin duda es todo un ejercicio que se puede hacer en casa, en el colegio o en algún encuentro social. Mientras lo leía coincidí con amigos a quienes les pedí qué definieran las mismas palabras plasmada en el libro. Sin duda los adultos, por estar condicionados por la razón, titubearon para dar una respuesta, en los niños, esa respuesta, surge de manera natural y espontánea.

Casa de las estrellas, es una obra que nos hacer reír y alimenta nuestro espíritu de una manera graciosa. Así define el niño Simón Peláez el colegio: “una casa llena de mesas y sillas aburridas” otro niño nos dice: “El dinero es muy maluco porque lo atracan a uno, debe ser a la mitad: con plata y sin plata”.

Hace poco leí una crónica de Juan Gossaín en la que descubre porqué para él el lenguaje es el juguete más divertido del mundo. En Casa de estrellas   queda plasmado ese juego con las palabras.

La definición de colegio: “casa llena de mesas y sillas aburridas”, no está alejada de la realidad. En la mayoría de estos establecimientos el niño no se divierte y eso se convierte en motivo de enfermedad para los menores. “A los niños le arruinamos la vida al querer que ellos sean como nosotros” manifestó Eduardo Galeano en una ocasión. El colegio debe ser un laboratorio creativo y de descubrimiento y no un régimen autoritario, la mayoría de las veces, castrador de fantasías.

Este libro es perfecto para incentivar a los niños a no perder esa capacidad creativa e inocente, para vivir en el asombro permanente, porque en la medida que se van perdiendo éstas, se va labrando el terreno para el aburrimiento y la tristeza en la niñez. Al mismo tiempo que los adultos vamos perdiendo esa alma de niño, nos volvemos apáticos y demasiado serios y perdemos la alegría y la fantasía del juego.

Para finalizar comparto algunas definiciones del libro Casa de las estrellas:

NOVIO(A)

“Dos cuerpos en uno.

Cosa con la que se hace el amor”.

MISTERIO:

“Cuando mi mamá se fue y no dijo a dónde”.

JUEGO:

“Es estar contento y amando”.

FAMILIA:

“Es una reunión de toda la vida”.

ESQUELETO:

“Cuerpo podrido y tristeza”.

AMOR:

“Cuando uno hace el amor y se besa, se le pudren los dientes.

El que cada corazón reúne para darle a alguien”.

ALEGRIA:

“Un campesino no tiene ni casa, ni plata. Solamente hijos”.

COSA:

“Es una cosa que sirve para muchas cosas”.

DIOS:

“Es invisible y no se más porque no he ido al cielo

Es alma de nosotros, es como si fuera un viento”.

ETERNIDAD:

“Es un pozo que no tiene fondo”.

POETA:

“Cualquier persona que vuela por el aire.

Los que viajan”.

RITMO:

“Es cuando uno lleva la corriente a la música”.

SEXO:

“Es increíble.

Es, una persona que se besa encima de otra”.

TIEMPO:

“Dios hizo el tiempo para que pasaran los años.

Es un reloj que se mueve y mueve una mano hasta que se cansa”.

Casa de la Estrella es una invitación a los adultos para sintonizarnos con la creatividad que propone la rata de metal en el horóscopo chino en el año 2020, es el inicio de una nueva época, que se presenta cada 60 años y que enmarca cambios a nivel del pensamiento, la cultura, el arte, la economía y las nuevas formas de las relaciones humanas. Como recuerdan 1960 fue el último año de la rata de metal, fue éste un año de revolución a todo nivel: irrumpieron los Beatles, el hipismo, los movimientos ecologistas, la emancipación de los movimientos feministas, surgió la minifalda, el continente africano se levantó y en Suramérica se iniciaron los movimientos estudiantiles y políticos que influyeron hasta nuestros días. 

Así que este año estamos influenciados por la imaginación de la rata que deberá estar al servicio de la comunidad de los hombres para podernos adaptar a esta nueva situación que vivimos por culpa del Coronavirus. Este cambio se provocará en la constelación en el hemisferio norte y la estrella Polaris que estará alineada en forma directa con el Polo Norte. Esto cambia el eje de la tierra y por consiguiente el rumbo de la humanidad; la rata es el signo que tiene más capacidad de sobrevivencia, así, que este animalito nos viene a enseñar adaptarnos a estos nuevos devenires y, sin duda, tenemos que despertar al niño interior para estimular a la imaginación y desarrollar el arte de escribir como una terapia de sanación al alma. Escribir sería ese acicate que nos ayudaría a pasar estos momentos de crisis de una manera más sosegada y armónica con el entorno.

Este es el año en que los niños están abiertos, amados y preparados para liderar nuevas formas de vida; nos harán ver nuevas estrategias amorosas para diluir esta crisis. Ellos serán esos nuevos Quijotes, que con su imaginación nos seguirán alegrando los corazones con nuevas casas de estrellas.

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