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Por: Elverth Santos Romero
Mirar a Barranquilla desde la perspectiva que es una gran ciudad y que el desarrollo de los últimos años la coloca en una posición de privilegio frente a las demás ciudades capitales de nuestros departamentos, es un análisis un poco simple y carente de profundidad.
Si bien es cierto hemos mejorado en varios aspectos como la recuperación de la malla vial por ejemplo, tendríamos que contraponerle el desmejoramiento de la movilidad, ya sea por falta de nuevas vías o la ampliación de las existentes, sin mirar con detenimiento el problema del transporte masivo, que sigue un proceso muy largo de adaptación y ensanchamiento, hasta el punto de estar en una inminente crisis de quiebra. Para completar ese panorama, hay que mirar el famoso tren ligero que se pretende instalar sobre la calle 30, desde mi óptica podría ayudar a resolver la movilidad de pasajeros, pero indudablemente empeoraría el caos vehicular y de movilidad en la ciudad.
Me gusta el tema del mejoramiento y recuperación de los parques, sin duda son de vital importancia para la diversión, recreación y deportes de los niños, los jóvenes y adultos en general, además de mejorar el aspecto físico del entorno, también contribuyen en el tema de la seguridad. Pero me temo que recuperar y mejorar los bienes públicos no necesariamente se deben hacer a cualquier precio, hay demasiados sobrecosto en ello, sin mirar los costos del mantenimiento, el cual debería ser asumido por la triple AAA por ejemplo, como una contraprestación a la utilización de la red pública de distribución de agua y alcantarillado. La triple AAA merece un capítulo aparte, por lo pronto solo diré que no creo en la tan cacareada honorabilidad del señor Gerente.
Rescatable también para nosotros fue en buena hora la iniciativa de construcción del centro de eventos y convenciones que impulsó varios sectores económicos, entre ellos los proyectos inmobiliarios y le dió un empujón final a la construcción del malecón sobre la margen del rio grande la Magdalena. Debe quedar sumamente claro que esta no es la única obra que necesita la ciudad.
Los arroyos fueron siempre íconos y atractivos de la ciudad, pero al crecer urbanística y poblacionalmente se convirtieron en una trampa mortal para nuestra gente. La canalización era casi un imperativo, sin desconocer que habían otras soluciones con menores traumatismos y consecuencias futuras, cómo el miedo que hoy me asiste por su mantenimiento invisible al ojo del ciudadano común y corriente, que DIOS nos proteja de una catástrofe por su manejo silencioso, sin tener un responsable que rinda informes periódicos que tranquilicen a la ciudadanía.
Hay temas que serán objeto de otras columnas, pero quiero referirme por ultimo a dos temas en especial, primero, la ciudad portuaria que se dice que somos, realmente no tenemos posibilidad de ser competitivos mientras sigamos dependiendo de la navegabilidad del rio magdalena supeditada al famoso dragado, constituido hace varios años como un cartel que desangra el erario sin ningún control, demostrando su ineficiencia y falta de eficacia, llevándonos al hundimiento de ese pomposo título y poniendo en peligro el desarrollo industrial y comercial que en otrora teníamos en Barranquilla. Sigue siendo la construcción del puerto de aguas profundas o superpuerto la única alternativa viable para recuperar el nombre de Distrito Especial Industrial y Portuario y no se convierta este rimbombante título en algo simplemente honorifico.
Por último el tema social desde la perspectiva del ingreso ciudadano al que no se le ha dado ninguna importancia, convirtiéndonos en una de las ciudades con mayor número de empleados informales, traducido ahora en épocas del covid19, en hambre y desesperación de la gente, desobediencia a las órdenes de las autoridades, solución que requiere pasar por una política pública Distrtital de generación de empleo formal, comenzando por el propio Distrito que es la cabeza de la informalidad laboral.
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Abogado-Especialista en Gerencia de Empresas Comerciales