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Por: Jenniffer Rueda Martínez
Se conoce que en las relaciones de pareja se inicia con una etapa llamada “enamoramiento” y es esa donde la cuestión es mas hormonal que racional, ocurre el flechazo aquel que te alborota las famosas mariposas en el estómago y otras cosas más, todo lo que ves, escuchas y vives con esa persona es maravilloso, todo se experimenta de una forma muy intensa, todo es como el ideal que alguna vez soñaste.
Pero como a toda cenicienta se le hacen las doce, al pasar aproximadamente tres años, empiezas a despertar de ese sueño hermoso el cual en muchos casos termina siendo tu peor pesadilla. Se supone que al finalizar la etapa del enamoramiento inicia el amor verdadero; sin embargo, muchos especialistas en el tema con buena intención, han hecho énfasis en que el romanticismo, los detalles, las caricias, los besos, los abrazos y toda esa explosión química y hormonal propia de esa primera fase llega a su fin, dando inicio a un amor mas maduro donde ya no amas por lo que sientes sino por decisión. Hasta aquí estamos claros y de acuerdo, pero resulta que hay personas a las que yo les llamo “piedras o cubos de hielo” que interpretan esto a su favor y comodidad, entonces piensan que como ya están en otro nivel todo lo que fue algún día debería dejar de ser, se quitan la máscara de príncipes azules y aparece el sapo que ya nunca más se vuelve a convertir ni con una tonelada de besos, la pareja se introduce en un vivir el día a día, compartiendo el mismo techo pero divididos, por los horarios y carga laboral, las cuentas por pagar, los hijos, entre otras causas, ya no existe pareja sino dos personas individualistas posicionadas de manera egoísta en sus formas de ser y pensar, buscando la satisfacción de sus necesidades cada cual por su parte y así pueden ocurrir varias cosas como por ejemplo que busquen ayuda profesional para trabajar en mejorar y volver a funcionar como una pareja, o la tan de moda separación en estos tiempos, o que se sometan a vivir en una condena eterna o hasta que “la muerte los separe” perdiendo toda posibilidad de vivir feliz la única vida que tienen.
Todo esto podría evitarse, aunque no te debes resistir al cambio de etapa porque si, como pareja y personas la relación debe evolucionar, pero sin perder de vista eso que los mantenía unidos, el enamoramiento puede finalizar pero el amor debe seguir estando presente en las muestras de afecto y cariño, en las miradas, las sonrisas, en el trato amable y respetuoso, en hacerle sentir cuan importante es esa persona para ti, en dar detalles sorpresas que le digan al otro cuanto lo conoces en sus gustos, en que todavía te enorgullezca caminar de la mano o abrazados por la calle, en susurrar palabras bonitas, en elogiar y piropear a pesar de los años, las arrugas y los kilos de más. No nos acostumbremos a vivir relaciones de pareja sin amor, no eso no es normal, pongamos de moda volver a la cursilería en todas sus expresiones, normalicemos el buen trato, el mundo necesita mucho de esto, te imaginas donde esto de la expresión del amor verdadero se diera en cada uno de los hogares, nuestra sociedad contaría una historia muy diferente a la que observamos hoy, porque cada persona proyecta afuera lo que vive en su interior, la suma de pequeños cambios dentro de cada familia, seria el inicio del proceso de sanación de esta sociedad tan enferma.
Me despido con una frase de la canción “pingüinos en la cama” del cantautor Ricardo Arjona que refleja lo impactante de ese cambio entre estas dos etapas ya mencionadas en este escrito y dice así: “son iguales los defectos que hoy me tiras en la cara, que al principio eran perfectos”.
Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor Jenniffer Rueda Martínez Psicóloga