Telatiroplena.com, periodismo serio, social y humano
POR: GASPAR HERNÁNDEZ CAAMAÑO.
“Pero la educación es un esfuerzo de la especie humana. Los avances y los problemas en la educación nos competen a todos“. Moisés Wasserman. La Educación en Colombia.
En mis lecturas de libros de autores, anteriormente leídos y estudiados pero que, en estos tiempos difíciles de la pandemia del Coronavirus, han publicado obras recientes, las cuales he recomendado a lectores de telatiroplena.com, como Humberto Maturana (chileno), Mauricio García Villegas (colombiano) y Edgar Morin (francés), he percibido un tema coincidente: el del amor.
Maturana reitera su teoría de la biología del amor, por ser éste, no desde una visión exclusivamente cristiana, la esencia de las relaciones sociales. Mientras que Morin, quien ha explicado la compleja dimensión del amor de la maternidad, reitera que: “Debe abrirnos al amor y a la amistad que nos permiten realizarnos como individuos, a la comunidad y a la solidaridad que fusionan nuestro yo en un nosotros, al destino de la humanidad del que cada uno somos una pequeñísima partícula”. Y García Villegas propone para superar las emociones tristes que, en Colombia, desarrollemos una educación sentimental.
Coincidencias que, presumo, se deben a la sensibilidad que ha despertado, globalmente, ver la muerte pandémica tan cerca por ser la noticia diaria y la necesaria búsqueda en las enseñanzas, sobre la naturaleza humana, de clásicos de la filosofía como Aristóteles, Epicuro, Kant, Spinoza. Y otros contemporáneos como Martha Nussbaum, Yuval Harari, Luc Ferry y André Compte-Sponville, entre otros. La peste revive el regreso a la filosofía, como alimento del pensar desde sí mismo.
Es decir, se está re-inventando el concepto de amor, proponiendo su estudio interdisciplinario, desde la socio-biología, la psicología cognitiva, la neurociencia, y la ética de las responsabilidades del animal social. E invitando a la educación y a la política a ajustarse a los nuevos tiempos de una solidaridad no neoliberal, menos egoísta, más estatal. La pandemia permite observar la existencia del estado: vacunación gratuita, etc.
En ese sentido entiendo, desde mi concepción del amor como un derecho constitucional fundamental en Colombia (art. 44 cp. y art. 1 ley 1098/2006), como deberían enfrentarse, pedagógicamente, situaciones sociales como: La creciente violencia intrafamiliar – feminicidio y acceso sexual en niños y niñas – y la impotencia viril, de las que se cuentan en historias periodísticas, pero que la academia y la política local ignoran. O sea, se viven desde el prejuicio y del escándalo. Más no desde la educación científica moderna.
Por ello, también acudiendo a los clásicos, sugiero una erotización de la cotidianidad para intentar, desde la pedagogía social y familiar, superar la agresividad contra la niñez y la mujer que, dolorosamente, se reflejan en las noticias de la crónica judicial y light. Las lecciones de consejeros de redes, medios y libros de ayuda, por tanto, efímeros. Veamos.
– Padre embaraza hija y locutor agrede novia. Estas son las noticias más recientes que he escuchado en radio y leído en el periódico de ayer, mientras venía “cabeceando” esta propuesta de erotizar lo cotidiano. Es decir, no para violencia ” pasional” contra lo femenino. La institución familia, donde hoy todo se “cocina”, por efecto de las políticas de distanciamiento social contra la peste, es el centro de lo anti-social, de lo anti-familiar. Cuna del odio y el no reconocimiento. las penas no detienen a los violentos sexuales.
– Eyaculación precoz. En la revista miércoles, de El Heraldo del pasado 17 de febrero, el sexo-logo que publica su columna “intimidad & amor “, tituló la de esa edición así: “eyaculación prematura “, donde resume caso de pacientes suyos. Es, sin más un espacio periodístico de auto-ayuda con didáctica sexual. Para mí, no alcanza a ser pedagogía. Y bien, en ese espacio de nuestra prensa, leí: ” Puedo decir que…en nuestro medio uno de cada tres hombres con vida sexual activa termina precozmente“.
La verdad, cuando leí (con lápiz rojo) la citada columna, sentí mucha tristeza por nuestras mujeres …calientes, como las llaman “Los hermanos rosario en una de sus bailables canciones de ¡bomba y plena!. Y decidí compartirla, vía chat, con amigas ilustradas intentando conocer sus opiniones. Ellas dijeron que era cierta la estadística y una verdadera lástima social por su frecuencia. Pensé, entonces, que esa frustración viril criolla podría ser germen de tanto feminicidio: la búsqueda del placer sexual como causa, discutible, del crimen pasional. Buen tema para un criminólogo.
Más tarde, ya creyendo que podía escribir sobre el problema socio-biológico que refleja esa prematura eyaculación varonil, recordé el texto periodístico de Gabriel García Márquez titulado: “El amante inconcluso“, donde Gabo relata la aventura sexual, casi estúpida, del Expresidente Clinton, en la propia Casa Blanca, con una universitaria, que le mereció un juicio político del que fue absuelto, mintiendo.
Esos “amantes inconclusos” deber ser re-educados. Deben aprender a erotizar la cotidianidad para ser agentes propicios de la felicidad de sus parejas, y no victimarios – por impotencia de las mismas -. Una tarea de pedagogía social. Un reto para nuestra educación ignorante del amor como un derecho.
Por ello, creo oportuno en el desarrollo argumentativo de la idea que propongo decir, a manera de ilustración de la misma, lo siguiente:
Ni en el Oriente budista ni para lo hindú de la Antigua Civilización humana el sexo fue un tabú. El Kama-Sutra es, para mí, no un libro de posiciones, como los “GRINGOS” lo han vendido en el Occidente pacato y fariseo, sino un manual de pedagogía social (un tema para una reflexión para debatir), de convivencia ciudadana.
Medio Oriente, en guerra religiosa eterna, nos legó las mil y una noches, pura fantasía de una realidad actual (los harenes de la moda). Pero fue la cultura greco-romana la que dimensionó lo erótico en la vida cotidiana de un ser humano que definió, contundentemente, como un animal político.
Esas culturas, las creadoras de lo occidental – balcón y cama, como lo bautizó Octavio Paz (la llama doble), no ocultaron la importancia anatómica ni de los órganos sexuales ni del cerebro: “mente sana en cuerpo sano”.
Fue el Medioevo, el oscurantismo de La Inquisición, el que convirtió el sexo en pecado. Y en Colombia el derogado concordato regenta aún nuestra educación, en manos también de fanáticos, lascivos e ignotos “maestros” de escuelas y “doctores” de universidades. Nuestro sistema educativo ignora la educación de los sentidos y del sentir humano. Todavía se enseña anatomía diciendo que somos: cabeza, tronco y extremidades. Y no cerebro y sexo.
Ante semejante vacío curricular, para superar el horror de las violaciones propuse, académicamente, el amor: Del horror al amor, como consta en “La catedra de amor” que diseñé y orienté, durante dos semestres, en la Universidad del Atlántico. Por ello, me atrevo a invitar desde telatiroplena.com a: erotizar lo cotidiano, la vida ciudadana diaria, para persistir en una educación sentimental, pero donde lo erótico no se simplifique en lo coital, sino en sentir amor por lo humano, agradeciendo el bienestar de la existencia de mujeres y niñas felices. Y de varones educados y viriles en la intimidad. No exhibicionistas de parques y gym. Que se comprenda, desde la hermenéutica moderna de lo erótico que el sexo es placer, no violencia, muerte y horror. El sexo no es para destruir vidas, sino para crear vidas felices desde la niñez, como lo consagra el Código de Infancia y Adolescencia, en desarrollo del artículo 44 constitucional.
En este orden, mi propuesta como respuesta al horror, de erotizar lo cotidiano se identifica con lo que propone Mauricio García Villegas, en las finales páginas de su libro “un país de emociones tristes. Una explicación de los pesares de Colombia desde las emociones, las furias y los odios”. En esas páginas, el catedrático pide una educación sentimental, donde:
“Me pusieran a leer los secretos de la felicidad que hay en Epicuro, Montaigne, Erasmo y Hume. Y que me dieran una mejor educación sentimental, para gozar del cuerpo y sus placeres, sin diablos agazapados ni infiernos amenazantes”. (pág. 277).
Otro tanto de la que leí en Maturana cuando explica: “Que todo sustantivo oculta al verbo del hacer que realiza el ente que evoca; que el verbo del sustantivo amor es amar, y el hacer que lo realiza es el dejar es el dejar aparecer en un encuentro sin supuestos, expectativas ni exigencias. Esto nos permite escoger sabiendo, sintiendo lo que queremos y sabiendo que escogemos. Todo acto responsable surge del amar”. (pág. 15).
Y la tapa la encontré caliente en la conclusión del libro del Maestro Morin, al proponer: “Sé que, en la aventura del cosmos, la humanidad es como nunca sujeto y objeto de la relación inextricable entre lo que une (EROS), por una parte, y, por otra, lo que opone (Pólemos), así como lo que destruye (Tánatos). La alternativa de EROS esa su vez incierta, pues puede volverse ciego, y requiere inteligencia, más inteligencia, como requiere amor, más amor.”(pág. 107).
Entonces, cuando leí el anterior párrafo de Edgar Morin, en su reciente libro, cambiemos la vía, lecciones de la pandemia, recordé una de mis reflexiones de madrugada que logré redactar en el Whatsap, a comienzo del pasado mes de febrero, cuando no había leído al sabio francés. Con esa reflexión, rescatada por mi editora digital, cierro la propuesta que lanzo, públicamente, hoy, en nuestro portal telatiroplena.com, la que estoy en capacidad de defender, más hoy que antes, con el aporte epistemológico de Morin, Maturana y García. En febrero escribí para mí esto que hoy comparto con ustedes, con ilustración de unos dibujos del Siglo XVI, del pintor Giulio Romano que interpretó el divino poeta Pietro Aretino. Hela aquí:
Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor.