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Por: José Luis Martínez Juárez
En el año 2019, tuve la oportunidad de realizar un verano de investigación en la sede de la Corporación Rafael Núñez en la hermosa ciudad de Barranquilla, Colombia. Originario de Colima, México; enfoqué mi interés en estudiar los estigmas que existen alrededor de la salud mental en Colombia y México. En este contexto es importante retomar los datos que proporciona la Organización Mundial de la Salud, estimando que existen trescientos millones de personas que padecen o padecieron depresión alrededor del mundo.
En el marco del día mundial de la salud mental celebrada el pasado diez de octubre del año 2020, la OMS determinó que la pandemia por COVID-19, paralizó los servicios de salud mental esenciales en un 93% de los países del mundo, esto viene como resultado de la demanda de atención que se ha venido presentando. La salud mental tiene repercusiones cognitivas y físicas en quien padece algún trastorno. Situación que puede trascender a la aparición de enfermedades crónicas degenerativas como la diabetes e hipertensión.
La estigmatización de la salud mental tiene sus raíces en lo cultural, siendo replicado por los medios de comunicación, quizás sea por desconocimiento del tema, pero lo que sí está muy marcado, son los estigmas que se establecen desde los encabezados de notas periodísticas al describir a los enfermos mentales como “peligrosos”, que son personas impredecibles, además de violentas e incapaces de desarrollar actividades laborales o sociales. Cuando usted lea el encabezado de una nota relacionado con el tema se dará cuenta de ello. Esas repercusiones afectan a las familias de pacientes con algún trastorno mental, ya que atemorizados por el rechazo social esconden la problemática evitando el diagnóstico y tratamiento, ya que la consigna “lo que los otros pudieran pensar”, tiene mayor peso.
A partir de ahí, se buscan múltiples justificaciones cargadas de estigmas para no aceptar un problema emocional tanto personal o familiar. El estigma definido por Erwin Goffman, es todo aquello cargado de descrédito y desvalorización social. El problema del estigma entorno a la salud mental se desarrolla en la misma familia, en las instituciones y en el ámbito público.
Toda esa carga de concepciones negativas sobre una persona que está atravesando por un trastorno mental, se convierten en factores detonantes que van ocasionando que el paciente lo interiorice o se genere su propio autoestigma. El daño a la autoestima y los anteriores factores coadyuvan al agravamiento de los síntomas.
Mientras no seamos conscientes de comprender que la salud mental no es una cuestión de locos, sino un problema de todos, continuaremos aumentando las cifras de personas que no atienden su problema mental, generando situaciones que llevan a muchos de ellos a cometer actos suicidas hacia su propia persona. El problema de México y Colombia, radica en la desestimación de sus gobiernos al no entender la magnitud del problema, muestra de ello es la poca inversión en el presupuesto en salud mental; en el caso de México, actualmente no hay una ley sobre este tema; Colombia tiene su ley 1616; que, en opinión de diversos estudios, a más de siete años de su promulgación sigue prevaleciendo la inequidad en salud mental.
Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor. Psicólogo José Luis Martínez Juárez, Correo electrónico: psicologojoseluismartinez@gmail.com