Telatiroplena.com, periodismo serio, social y humano

Por: Jenniffer Rueda Martínez

Esta muy de moda ser “fuertes”, hay teorías, escritos y autores que te invitan a estar feliz y motivado, lo cual no esta mal, porque en si la intención es buena, sin embargo, este estado no puede permanecer siempre, no nos podemos olvidar de lo natural en el ser humano, quien en esencia tiene muchas fortalezas, pero también debilidades y ambas son absolutamente necesarias para encontrar el tan anhelado equilibrio. Todos por más aspectos positivos que tengamos y que nos impulsan hacia adelante, necesitamos hacer pausas para permitirnos un descanso, nos hemos acostumbrado a evitar el dolor y a no enfrentar las dificultades, distrayéndonos en las rutinas y hábitos del día a día, y así inicia un día, termina otro, ignorando ese malestar interior el cual hasta que no sea gestionado no va a dejar de molestar y menos a desaparecer.

Nos metemos de cabeza en el trabajo, en los estudios, en las redes, salir de compras, departir con amigos, creando un falso estado de bienestar, como cuando te tomas el analgésico para aliviar el dolor de cabeza, pero no vas a la raíz de que es lo que lo esta produciendo. Lo mas curioso de todo esto es que yo me he quedado realmente impactada de la perfección que hay en la conexión de nuestro estado mental y físico, Dios nos creo sin dejar pasar por alto el más mínimo detalle, de modo que si nosotros por iniciativa propia no hacemos esas pausas necesarias para trabajar en nuestra salud en todo el sentido de la palabra (bienestar físico, mental y social), sean entonces la misma mente y el mismo cuerpo quienes nos obliguen a hacerlo. Te ha pasado que llevas muchos días, semanas meses o tal vez años haciéndote el fuerte con alguna situación, porque es que la vida sigue y hay que producir, y hay que estar bien para la familia, mientras abusas de ti mismo, hasta que llega ese día, ese bendito día en que ya no puedes mas y te derrumbas y te debilitas hasta quedarte sin la más misma de tus fuerzas y hasta tocar el fondo más profundo.

Cuando te llegue ese momento, solo te doy dos consejos a manera de primeros auxilios en medio de la crisis, para evitar hacerte daño o hacer daño a otros, o terminar hospitalizado o en el peor de los casos muerto, sin temor a pensar que estoy exagerando. El primero de los consejos es habla con alguien acerca de eso que te ha venido perturbando por tanto tiempo y que te has callado por evitar el dolor que te produce y el segundo, llora todas las lagrimas que te has aguantado hasta que no te salga una mas y sientas ese alivio en el pecho y esa claridad en tu cabeza. Después de esas dos prácticas, vas hallar un equilibrio mental y emocional y sin lugar a dudas vas a visualizar tu panorama desde una perspectiva totalmente diferente, contemplando mas posibilidades de soluciones a ese problema que antes creías imposible.

Recuerda, si hay que ser fuerte, sin llegar a la represión y la negación, pero también tenemos que darnos permiso a ser débiles y dejar salir nuestra sensibilidad y vulnerabilidad, permitirnos soltar, ser libres y sanar, sin importar como quedes ante los demás.

Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor. Psicóloga, Jenniffer Rueda Martínez