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Por: Jorge Guebely

No sólo los malos violentos aniquilan a los niños pobres de Colombia; también lo hacen los buenos sordos. Los oídos impasibles ante el dolor infantil. Los que no oyen, por razones políticas, sus gritos cuando los asesinan también por razones políticas, por rencores y odios ajenos.

Sordera permisiva, permite que la niñez pobre de Colombia sea una edad peligrosa, al borde del asesinato. No oye los testimonios cuando las guerrillas los reclutan, los abusan sexualmente, los eliminan humanamente, los asesinan físicamente poniéndolos al frente de un combate que no han soñado.

No oyó el testimonio del niño reclutado por los paramilitares. Su estancia en una escuela paramilitar donde aprendió, de su maestro asesino, a asesinar o a ser asesinado: “Si usted no sirve pa’matar, sirve pa’que lo maten”. Donde conoció el oficio de torturar, descuartizar y enterrar vivo a un enemigo improbable.

No escuchó al ministro de defensa colombiano: “Los niños en el campamento de las disidencias son máquinas de guerra”. Y, por sordos, cohonestaron con sus declaraciones, con su justificación criminal para bombardear y asesinar un colectivo de niños pobres. Nunca exigió las consideraciones sociales para explicar la presencia de los niños pobres en un frente guerrillero. Ni acusó el instinto criminal de altos miembros del Ejército Nacional. Mentes inmorales que sostenemos con nuestros impuestos.

Sordera que no oye los discursos podridos de los burócratas del Estado. Los que promueven iniquidades, hambrunas y desiertos estomacales en los niños pobres de Colombia. Mandatarios corrompidos que pagan reelecciones con fabulosos contratos para la ficticia alimentación escolar. Repugnantes mandatarios que forman parte de nuestra rutina política, de nuestra debacle nacional.

No oye cómo la elite tradicional asesina a nuestros niños pobres a través de sus políticos tradicionales. Políticos que promueven cerebralmente las guerras desde el centralismo político. Construyen estrategias electorales bajo el terror de la guerra para ganar elecciones, mantener el poder público y defender los privilegios de las elites. Momias criminales del conservadurismo y del liberalismo, de la extrema derecha con su cohorte de terratenientes, banqueros y narcotraficantes. Origen verdadero del holocausto infantil colombiano.

Sordera de ciudadanos, cómplices del exterminio infantil por no oír la tragedia de los niños pobres de Colombia. Por elegir periódicamente las mismas mentes que tejen y destejen infinitamente el infierno colombiano. Los mismos políticos que no entienden la importancia de la niñez ni el pensamiento de María Montessori: “La salvación de la humanidad sólo vendrá de los niños porque los niños son los creadores de la humanidad”. Que no entienden nada de la humanidad.

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