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Por: Alfredo Felipe Martínez Agamez

Waooooo, ¿Qué si es el mes más complicado del año?, ¡claro que lo es!, todos los años es la misma cosa, el corre, corre, las sinvergüenzas emisoras con sus desquiciados locutores desde septiembre, te van avisando que llagá diciembre, que la locura y el desenfreno están cerca.

Este particular mes, trae consigo, las tristezas y las zozobras, las alegrías y la excitación al máximo nivel, hoy después de tantas lágrimas derramadas por muchos, ya que el covid-19 le arrebató a un familiar, estarán con más fuerza las lamentaciones. Muchos hogares, no querrán celebrar la llegada del nuevo año.

En medio de una crisis alimentaria, económica y social, por la cual atravesamos en Colombia y en América Latina, la gente sigue aferrada a viejas costumbres y posturas, creadas por los expertos del mercadeo y la publicidad. Crear en las personas las distintas necesidades para lograr motivar las compras. Los comerciantes esperan con entusiasmo y algo de felicidad, que se les den las mayores ventas, los compradores desean, adquirir la mayor cantidad de mercancías con los mejores precios y que el poco, o bastante dinero les alcance.

Este particular mes, denominado por muchos, el mes de los niños, ya que, en este mes, los infantes, disfrutan de sueños despiertos, la carta al niño Dios, la ropa nueva, los zapatos de tal muñeco, y los anhelados juguetes. Los que hemos y seguimos pasando por esta experiencia, es la mejor y la peor del mundo.

Los mercados, hacen sus agostos, la gente se vuelca a las plazas de mercado, para comprar los productos con lo que se prepararán las diferentes cenas de final de año. Siempre llegan visitas, de una u otra parte, los familiares aprovechan para visitar a los abuelos, tíos y demás. Se forma siempre cualquier día el momento justo para celebrar. De igual manera, en este mes se producen más casamientos, bautizos, primeras comuniones, quinceañeros y los maravillosos grados.

Por todo lo anterior, el que pueda disfrutar que lo haga, aquel que tenga motivos para llorar, que también lo haga, pero de una cosa si estoy seguro, debemos celebrar con el mayor grado de prudencia, agradecimiento y sabiduría, para no tener que lamentar.

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