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Por: Jairo Eduardo Soto Molina
“Nada hay en el mundo tan común como la ignorancia y los charlatanes” – Cleóbulo de Lindos
Los autores Justin Kruger y David Dunning son los creadores de una hipótesis que es una habilidad típica de los humanos, refiriéndose a éstos como individuos incompetentes que tienden a sobreestimar su propia habilidad o simplemente seres incompetentes que son incapaces de reconocer la habilidad de otros. No es menos grave que trabajadores incompetentes, compañeros de clase que son incapaces de reconocer su extrema insuficiencia y no reconociendo las habilidades que tienen sus compañeros ninguneándolas. En 1999 Justin Kruger y David Dunning investigaron y llegaron a la conclusión que se trataba de un verdadero fenómeno psicológico. Experimentaron haciendo pruebas de habilidades a un grupo de personas con diferentes grados de capacidad. Les preguntaron también cómo valoraban sus propias capacidades. El resultado fue que aquellos que peor lo hicieron, pensaban que les iría mejor, mucho mejor de lo que les acabo resultando el examen. Las personas con conocimiento real de sus capacidades tienden a ser muy conservadoras en sus estimaciones. A esto le llamaron finalmente el Efecto Dunning Kruger y le definieron así:
La gente llega a conclusiones erróneas y hace elecciones desafortunadas pero su incompetencia les priva de la capacidad metacognitiva de darse cuenta de ello. Llegan a sentir orgullo de sus errores de los que difícilmente se les puede llegar a convencer, y dado que son personas de poca educación, pueden llegar a ser agresivas. Nunca discutas con un tonto El efecto Dunning-Kruger es un fenómeno psicológico descrito por científicos de la Universidad de Cornell (Nueva York, EEUU) según el cual las personas con escaso conocimiento tienden sistemáticamente a pensar que saben mucho más de lo que saben y a considerarse más inteligentes que otras personas más preparadas. El fenómeno, rigurosamente demostrado en una serie de experimentos desarrollados por los psicólogos Justin Kruger y David Dunning publicado en The Journal of Personality and Social Psychology en diciembre de 1999, se basa en los siguientes principios:
1. Los individuos incompetentes tienden a sobreestimar sus propias habilidades
2. Los individuos incompetentes son incapaces de reconocer las verdaderas habilidades en los demás
Hasta en la biblia, el gran manual de vida hay un espacio para estos seres: Proverbios 3:13,14 La ignorancia es una excusa y, en muchas ocasiones, necedad encubierta. Muchos son orgullosos de lo que ignoran, y llegan a considerar que esa actitud es la correcta, sin darse cuenta de que es el preámbulo para toda una existencia cargada de mitos, boberías, prejuicios e ideas que traen confusión, sufrimiento y perversión.
El ignorante no es el que no conoce sino el que no quiere conocer. Por tanto, el primer paso para desahuciar la ignorancia es desarrollar una mentalidad de crecimiento, una mentalidad abierta que nos permita explorar el mayor número de posibilidades. Un amigo mío los llama ignorantes ilustrados. Incluso pueden tener hasta doctorado pero la ignorancia de lo esencial es extremadamente caótica para lo que deben conocer: lo más básico y tener sentido común que lo adolecen por completo. Hay quienes llegan a maestrías y doctorados y recitan irreflexivamente citas o apartes de retazos de discursos de autores que van en contra sensu con sus acciones.
Por otra parte, no quería referirme a la universidad y mucho menos hacer una relación directa o nexo entre lo anteriormente planteado y lo que voy a decir sobre la Universidad del Atlántico, capítulo que cerré. Porque estoy convencido que no hay siquiera las condiciones materiales para que haya un cambio allí. Tiene que haber un cambio en lo político, social, económico, cultural y administrativo para que se dé la Universidad que soñamos. Mientras la Universidad sea un entramado de corrupción, orientada por corruptos, con una comunidad universitaria cortesana, no hay manera de soñar en un cambio a corto plazo.
Hoy recibí un mensaje muy triste que me hizo encharcar los ojos como se dice popularmente. El Profesor Oswaldo Dede, mi padrino de matrimonio, a quien aprecio profundamente y quiero como a un padre, dirige una corta pero expresiva misiva a sus colegas y amigos. Dice el insigne profesor que la universidad del Atlántico o mejor un funcionario ha decretado su muerte académica como si mis capacidades académicas y docentes se hubiesen extinguido con la edad. Lo más triste es que ni siquiera se tomaron la molestia de comunicarlo, simplemente borraron su asignación académica y ya sin consideración por el medio siglo de su vida dedicada a la UA y lo que leguó a la misma. Eso sí entristece a cualquiera y muestra que, si bien nadie es insustituible, no se reconocen los méritos a nadie. Mírense en ese espejo. De la calle llegarán y de tu casa te sacarán. Ya sucedió con el ilustre jurisconsulto Juan Barrios Villarreal.
Lo que es peor aún, se lleva medio mes de clases y ni a los TCOs ni a los profesores de cátedras contratadas le han diligenciado sus contratos. En días pasados a un profesor que no tenía contrato lo apuñalaron y estuvo de suma gravedad al borde la muerte y en ese estado salieron los de la administración al centro de urgencia parta que el profesor firmara su contrato con fecha anterior y así poder tener el servicio médico obligatorio y de accidentes o ARL. No hay derecho para que esto suceda en una institución y menos en una universidad. De igual modo a los trabajadores de la Unidad de salud, a pesar de tener mes y medio de estar trabajando ni a los de planta le han diligenciado sus contratos y han venido laborando sin sus debidos salarios. Hago mención por solicitud de los afectados y por la altísima consideración al profesor Oswaldo Dede.
Citas al cierre:
“Tres clases hay de ignorancia: no saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe y saber lo que no debiera saberse” – François de la Rochefoucauld.
“Hay la misma diferencia entre un sabio y un ignorante que entre un hombre vivo y un cadáver” – Aristóteles
Tomémonos un tinto seamos amigos. Sigan siendo felices Jairo les dice
Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor. Jairo Eduardo Soto Molina, Profesor de tiempo completo titular, investigador 1279 (80), Doctor en ciencias Humanas, Par académico MiniCiencias-MEN