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Por: Jenniffer Rueda Martínez
¿Alguna vez has degustado un apetitoso plato lleno de comida, donde tengas la oportunidad de sentir una mezcla y balance de sabores que pasan sutilmente entre lo amargo y lo dulce y hasta lo salado, por qué no?
Hago esta comparación con el fin de explicar que algo muy parecido pasa con la vida y todos los cambios que experimentamos al transitarla en medio de todo lo que nos presenta la cotidianidad.
Analizando la vida de muchas personas, puedo darme cuenta que ese lema que dice “no existe felicidad completa”, trata de explicar que entre todas las dimensiones, esferas y áreas en las que se encuentra sumergido el ser humano y las cuales deberían funcionar en equilibrio y armonía, a todos siempre hay una que nos cuesta más alinear.
Por ejemplo: El que tiene mucho dinero, puede sufrir una enfermedad que por mas que tenga los recursos no va a poder pagar para sanarse y el que tiene salud tal vez vive en condiciones económicas desfavorables, el que tiene vivienda propia, tal vez no tiene familia para habitarla y el que tiene familia todos los meses agoniza para pagar un arriendo y demás necesidades, y así con las demás esferas y áreas, físicas, social, cognitiva, emocional, espiritual, académica, laboral, económica, familia, pareja.
Todos tenemos esa necesidad constante que deja al descubierto nuestra fragilidad y vulnerabilidad, yo le llamo “talón de Aquiles”, eso que un día puede llenarte de mucha motivación para salir a pelear por ello y otros puede cansarte, agobiarte, perturbar tu sueño, llenarte de desesperanza al sentir que has pasado años de tu vida tratando de dar lo mejor de ti en ese aspecto y el tiempo pasa sin ver resultados positivos.
Pero en medio de todo, siempre aparecen esas luces de esperanza, esa brisa que refresca, esa mirada, esa enseñanza, ese aprendizaje, ese mensaje que te dice que sigas adelante, que si evalúas tu existencia puedes destacar mas bendiciones que cosas por las que lamentarte, o ves a esa otra persona que tal vez se encuentra en condiciones menos favorables que las tuyas y aun así se le ve disfrutando de la vida.
Hace poco veía a un hombre trabajando en la calle de manera informal como la mayoría de personas en este pais, en el famoso “rebusque”, su herramienta de trabajo era un parlante por donde transmitía el sonido de una melodía muy alegre, mientras se pasaba entre los carros de la carretera exponiendo su vida, el solo sonreía, mientras danzaba, con el sol y temperaturas inclementes del medio día en la costa atlántica colombiana, sin animo de pretender romantizar la pobreza la cual rechazo en todas sus expresiones, yo me decía “ese señor lo ha comprendido todo”, no es que “no hay felicidad completa, es que ya estamos completos para aprender a ser felices”.
Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor, Psicóloga, Jenniffer Rueda Martínez