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Por: Luis Alberto Grubert Ibarra.

Expresidente de FECODE La escuela hoy, es necesario entenderla como un espacio en el cual convergen distintos procesos. Tradicionalmente se ha pensado en la pedagogía, sin pensar en la administración o de una administración sin pedagogía. La mayor preocupación actualmente, es cómo transformar la escuela desde lo pedagógico, pero se comete un error, al dejar a un lado el proceso de Gestión Institucional. Por otra parte, la propuesta que se aplica es, mejorar los procesos educativos a partir de fórmulas administrativas. Pedagogía y gestión deben ir de la mano.

En ésta discusión, no es posible apartarse de la necesidad de impulsar procesos ALTERNATIVOS; reconociendo que la ruta indicada estaría en construir y hacer vivo, un proceso de gestión humanista; la que se convierte en una opción y faro, para la transformación de las instituciones, que se propongan edificar el éxito escolar y este sí es posible alcanzarlo, siempre y cuando se tenga como objetivo y hasta por principio la formación integral de los estudiantes.

La Gestión Educativa, debe centrar su misión en la formación integral y ésta debe entenderse, como un ejercicio institucional y colectivo, con responsabilidad social, en el que se involucran el riesgo del conocimiento, la aventura del reconocimiento de la diferencia, así como infinidad de preguntas que interrogan de manera permanente, por la condición humana y el estado de la cultura. Cuando no hay homogeneidad en la diferencia, en el discurso entre directivos y docentes, las diferencias abordadas de manera incorrecta, podrían alterar el clima escolar; afectando sin duda, los procesos de mejoramiento continuo, que parten de la autoevaluación institucional, pasando por el diseño de un Plan de Mejoramiento Institucional (PMI) y Resignificación del Proyecto Educativo Institucional (PEI).

La gestión escolar en los establecimientos educativos, es un proceso sistemático, orientado al fortalecimiento de las instituciones educativas y a sus proyectos, con el fin de enriquecer los procesos académicos, directivos, comunitarios y administrativos; conservando la autonomía institucional. El éxito escolar de la institución educativa, es el proceso a través del cual el directivo le da direccionalidad al sistema que representa la escuela, con un modelo de gestión propio y pertinente, contextualizados, en el marco de la democracia y humanización de sus procesos. Este logro llega, al orientar y conducir adecuadamente la labor docente y administrativa de la institución y, sus relaciones con el entorno, para lograr ejecutar con acciones organizadas, el proyecto educativo concertado, mediante el trabajo de equipos por cada una de las cuatro gestiones o componentes tanto del Plan de Mejoramiento Institucional (PMI), como del PEI: Académica, Administrativa, Directiva y Comunitaria.

Hoy la política educativa está alejada del espíritu democrático requerido en la vida escolar, pero más alejado del espíritu democrático; porque las definiciones son el resultado de imposiciones de organismos internacionales que moldean sus orientaciones en la búsqueda de satisfacer necesidades de la industria, del comercio, del mercado y en concreto del gran capital. De esos modelos importados, resultan el modelo de competencias, estándares curriculares, pruebas estandarizadas, sistema de gestión de calidad y evaluación control.

Este es un modelo de gestión imperante, donde se asume una racionalidad técnico-instrumental, que hacen parte de las reformas que el neoliberalismo exige. Las reformas promovidas en este tiempo, terminan en la búsqueda del mal llamado “capital humano”, que posibilite el crecimiento económico, lo cual implica introducir en la escuela la LÓGICA DEL MERCADO y sus intereses. Es así, como en la escuela se introduce el modelo de gestión de la empresa privada. En él, se concibe la escuela como una empresa, el docente como el operario, al rector como el gerente y al estudiante como el producto, el que debe estar en armonía con las exigencias de la demanda.

El modelo de corte empresarial, al aplicarse conduce a un “sistema de gestión de calidad”. Actualmente, nos encontramos que un buen número de instituciones educativas han incorporado modelo de planeación estratégica, certificaciones ISSO, y sistemas de calidad. Estos procesos asumen una narrativa propia del lenguaje empresarial y no del lenguaje construido por la pedagogía. Por eso, en el imaginario que se ha llevado a la sociedad, es que una escuela es exitosa si sus estudiantes logran buenos resultados en las pruebas masivas y discriminan socialmente a los que no logran los resultados que los coloquen en el Rankin de los “exitosos” lo que produce una equivocada misión de la escuela y es producir buenos ciudadanos, críticos, solidarios, demócratas y humanistas.

La gestión humanista, es el camino para construir la “escuela como territorio de paz” donde el ambiente escolar sea un espacio de alegría, de vivencias solidarias, de cooperación, de armonía. no queremos que en la escuela se generen tenciones alejadas del trato democrático que nuestra sociedad exige y necesita. Otra Colombia es posible y, como lo soñó nuestro Nobel, “Colombia se merece otra oportunidad” y esa se construirá a partir de un modelo educativo/pedagógico profundamente humanista.

Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor. Luis Alberto Grubert Ibarra. Expresidente de FECODE