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Por: Antonio Cueto Aguas
(Segunda parte)
José Ingenieros, con una diáfana claridad, hace una descripción del hombre mediocre. Es posible que quienes se sientan retratados en los comportamientos descritos por el autor, hasta podrían sentirse molestos, ante su propia incapacidad para oponer criterios que controviertan los expuestos por el autor, es una natural forma de reaccionar frente a lo que no se puede defender, pero en mi humilde criterio, lejos de incomodar, lo pertinente sería un honesto y verdadero autoanálisis, mediante el cual permitiera reconocer las propias falencias personales y buscar caminos que permitan retomar vías de superación personal, para dejar de ser la sombra que ha hecho del individuo la destructora sociedad.
Tres son los elementos que contribuyen en el hombre en la formación de la personalidad, a saber: la herencia biológica, la imitación Social y la variación individual; acorde con Ingenieros, el hombre mediocre, es el producto de la influencia de una sociedad, y en su criterio, el hombre superior contrario sensu, es el que se sobrepone a los atributos hereditarios del alma de la especie y a las imitaciones adquisitiva del alma de la sociedad. Ahora si aceptararamos tales afirmaciones; tendríamos que concluir que los genes con que el ser humano viene al mundo, no son universalmente iguales, o que la inteligencia humana, no se hereda de los genes y efectivamente, tal parece, como lo muestran algunos estudios, hay otros participaciones genéticas que participan en ello, ahora si es así, otros y hay otros componentes y que ningún gen, Individualmente, tenga un papel importante en las diferencias de inteligencia, acorde con tales estudios, es probable que intervengan una gran cantidad de genes, cada uno de los cuales sólo hace pequeñas contribuciones a la inteligencia de una persona. Investigar es de inteligentes, y mis amables lectores lo son, sorpréndanme con consideraciones que nos ayude a establecer si la inteligencia se hereda de genes únicos, o en ella intervienen esa diversidad de genes a que nos referimos.
“Podemos recapitular. Considerando a cada individuo con relación a su medio, tres elementos concurren a formar su personalidad: la herencia biológica, la imitación social y la variación individual. Todos, al nacer, reciben como herencia de la especie los elementos para adquirir una “personalidad específica “.
“EL hombre inferior” es un animal humano; en su mentalidad enseño reales tendencias instintivas condensadas por la herencia y que constituyen el “alma de la especie”. Su ineptitud para la imitación le impide adaptarse al medio social en que vive; su personalidad no se desarrolla hasta el nivel corriente, viviendo por debajo de la moral o de la cultura dominan tes y en muchos casos fuera de la legalidad. Esa insuficiente adaptación determina su incapacidad para pensar como los demás y compartir las rutinas comunes.
Lo más, mediante la educación imitativa, copian de las personas que los rodean una “personalidad social” perfectamente adaptada.
“El hombre mediocre” es una sombra proyectada por la sociedad; es por esencia imitativo y está perfectamente adaptado para vivir en rebaño, reflejando las rutinas, prejuicios y dogmatismos reconocidamente útiles para la domesticidad.
Así como el inferior hereda el “alma de la sociedad “, su característica es imitar a cuan tos le rodean: pensar con cabeza ajena y ser incapaz de formarse ideales propios.
Una minoría, además de imitar la mentalidad social, adquiere variaciones propias, una “personalidad individual”, netamente diferenciada.
“EL hombre superior ” es un accidente provecho so para la evolución humana. Es original e imaginativo, descartándose del medio social en la medida de su propia variación. Ésta se sobrepone a atributos hereditarios del “alma individual “, que le distinguen dentro de la sociedad. Es precursor de nuevas formas de perfección, piensa mejor que el medio en que vive y puede sobreponer ideales suyos a las rutinas de los demás”.
Espere nuestra próxima Columna: “EL ESPIRITU CONSERVADO
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