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Por: Milton Zambrano Pérez
Los señores José Gregorio Stevenson Díaz y Jorge Enrique Collazos Ramírez han publicado en este medio el documento “Comentarios frente al escrito ‘El mito de la fundación de Barranquilla’ de Milton Zambrano Pérez” como una especie de crítica a los argumentos que expresé en la columna que ellos mencionan y que apareció publicada en el portal zona cero. Esa columna se intitula, precisamente, El mito de la fundación de Barranquilla.
Me permito resumir las ideas principales sostenidas en esa columna: 1) allí se explicó cómo y por qué surgió el mito de la fundación de Barranquilla; 2) también se sostiene que la idea de la fundación de Barranquilla es un mito creado por los historiadores aficionados del siglo XIX porque esa supuesta fundación no cuenta con ningún documento de la época que permita apoyarla.
La explicación del por qué y el cómo surgió el mito de la fundación pasa por analizar las circunstancias históricas en que se movieron los historiadores aficionados de aquél siglo. No tenían archivos especializados, ni buenas bibliotecas, por lo cual debieron trabajar con las uñas.
Aparte de esto, que es muy importante para producir saber histórico, aquéllos protohistoriadores no contaban con una formación especializada para generar saber histórico bajo las pautas internacionales de la historiografía. Es muy difícil producir conocimiento histórico sólido si no se cuenta con el manejo de las teorías, los métodos y las técnicas creadas por las corrientes de pensamiento histórico, sobre todo en el siglo XX. por parte del grupo Annales y del marxismo.
Además, era muy fácil que esos historiadores aficionados cayeran en la mitología al no entender claramente el papel de las fuentes como se entiende hoy, como medios para conseguir datos o indicios fidedignos para elaborar los asertos históricos y las conclusiones y como instrumentos de prueba que permiten corroborar lo que expresa el historiador.
Lo que hice en la columna fue explicar las limitaciones de los historiadores decimonónicos para que se entendiera por qué Domingo Malabet sintetizó el mito de los galaperos y sus vacas (tomado de la tradición oral) y convirtió a esos aborígenes en fundadores de Barranquilla, y por qué Juan José Nieto produjo la fecha de 1629 (también tomada de la tradición oral) como la de la fundación de la urbe.
Varias veces he explicado en mis escritos que nadie podía fundar en la época colonial si no contaba con la autorización de la Corona española (las famosas capitulaciones) y si no seguía el ritual establecido en las normas, las cuales fueron planteadas desde los inicios de la colonización española por el rey y sus funcionarios como un instrumento para garantizar los intereses de la monarquía.
Los señores Stevenson y Collazos cometen el error de escribir que tales normas para fundar solo aparecen bajo Felipe II, en el año 1573. Esto no es cierto, pues en los primeros años del siglo XVI el gobernador de la Española, Fray Nicolás de Obando, dispuso que se poblaran, siguiendo instrucciones del rey y bajo el sistema de la capitulación, poblaciones en el territorio de su jurisdicción, adelantando ese proceso bajo una pautas previamente establecidas y destacando que todas las fundaciones debían hacerse a nombre del rey, ya que tal proceso fundacional representaba una forma de penetrar y poseer un territorio cuya soberanía estaba en manos del Estado colonial, no de los privados. Esto sucedía en los primeros años de aquél siglo, por allá por 1504.
El emperador Carlos V, en 1529, también emitió disposiciones para regular el proceso de las fundaciones, algo muy importante para el rey, empeñado como estaba en desarrollar un imperio en América. Es comprensible que la Corona intentara controlar el vastísimo territorio americano mediante esta estrategia de la fundación de villas y ciudades, que se convertían casi de inmediato en zonas de poder político, militar y religioso para desarrollar el sistema colonial.
Tan temprano como en el año 1542, en las llamadas Leyes Nuevas, la monarquía insertó la “Instrucción y reglas para poblar. Código para todas las colonias”, la cual se convirtió en la primera norma sistemática y con fuerza de ley
para adelantar el proceso de poblamiento dirigido. No es cierto, entonces, que solo en el año 1573 se plantearon reglas y mandatos legales para adelantar el proceso de poblamiento.
El señor Domingo Malabet, como lo demostré en la columna, no sabía que existían tales normas y por ese motivo habla de la fundación de Barranquilla por los galaperos sin aportar una sola prueba. Según lo expresado por Vergara y Baena (en el libro Barranquilla, su pasado y su presente de 1922), el escrito de este historiador aficionado se publicaba porque no había más nada sobre el origen de Barranquilla. Y agregaban que este autor se apoyó, para emitir sus juicios, en la tradición oral.
No se puede construir un concepto de fundación para la época colonial sin saber cómo se fundaba en esos tiempos, y es claro que Malabet no sabía de qué estaba hablando, porque no era un historiador profesional. Si se analiza bien el mito de Malabet, que está en el libro mencionado, este señor confunde fundación con aglomeración espontánea. Él escribe sobre un proceso de aglomeración, muy común en la época colonial, pero utiliza el concepto fundación y redondea su mito con la fecha que aparece en una obra del general Nieto, el famoso año de1629 que se tuvo por mucho tiempo como la fecha de la fundación de Barranquilla.
Malabet mitifica un proceso que toma de la tradición oral y Nieto da una fecha que toma de esa tradición. Ni el enfoque de Malabet ni el año de Nieto se podían establecer acudiendo a la tradición oral. No porque esa tradición no sea importante, desde el punto de vista de la memoria o de los imaginarios colectivos, sino porque las personas que la elaboran la producen sin ningún criterio científico, repitiendo ideas que aparecen muy espontáneamente sin seguir los caminos de la ciencia.
La manera de probar si Barranquilla fue fundada o no nunca es posible mediante la estrategia de seguir lo que dice la gente, y lo que esta repite a través de los años, pues allí suele viajar mucha especulación, mucho invento literario o ideas que brotan de la mera imaginación, sin ningún rigor científico. El historiador profesional entiende este sencillo problema, pero quienes no lo son siguen inventando cosas a partir de las simples invenciones de la gente.
¿Cómo se puede probar que Barranquilla sí fue fundada? Desde luego que eso es imposible acudiendo a la tradición oral. Para probar la fundación de Barranquilla es imprescindible acudir a las fuentes de aquéllos tiempos, y más concretamente a las capitulaciones o documentos pertinentes donde consta quiénes fueron los fundadores, el año de fundación, etcétera. Eso fue lo que ocurrió con todas las ciudades y villas fundadas, a nombre del rey, en el período colonial.
Malabet y Nieto, como exponentes del mito de la fundación de Barranquilla, no sabían que eso debía hacerse así, porque ellos no tenían una formación histórica adecuada y tampoco contaron con las mejores condiciones para producir sus ideas en el tiempo que vivieron.
Eso es explicable y los contemporáneos estamos en la situación de comprender tal asunto, aprovechando los progresos de la historiografía internacional. Pero entender el contexto histórico de ellos y sus propias limitaciones no quiere decir que debamos aceptar su mito y los errores conceptuales que cometieron.
Malabet produjo el mito fundacional de Barranquilla no solo por las condiciones de su tiempo y por sus limitaciones formativas, sino por esta otra razón de fondo: no existe ninguna fuente de la época colonial que permita probar que Barranquilla sí fue fundada, como lo fueron Santa Marta, Cartagena o San Juan de Puerto Rico.
Sobre ese punto concreto, la prueba reina que permite corroborar el aserto de la fundación es ese documento histórico en que consta dicha fundación y que, como se sabe ya, no existe ni en el Archivo Histórico Departamental del Atlántico, ni en los archivos nacionales, ni en el Archivo General de Indias.
Cualquiera que hable hoy de la fundación de Barranquilla está especulando, pues no tiene cómo probar esa fundación. El mismo Malabet especuló e inauguró un mito fantasioso que algunos siguen hoy porque, desafortunadamente, también especulan, pues no saben cómo se construye el discurso histórico, debido a que carecen de la formación del historiador.
Lo que me propuse en la columna comentada por los señores Stevenson y Collazos fue desmontar, acudiendo al espíritu y la práctica de la ciencia histórica, el mito de la fundación de Barranquilla. Los dos señores no se refieren con profundidad al problema esencial de la columna, sino que se dedican a despotricar de todo el mundo, a mencionar libros que no sirven para probar el tema de la fundación y a sembrar la impresión de que todos están equivocados, menos ellos.
Lo sintomático de los señores Stevenson y Collazos es que eluden el tema central de la columna, pero la critican y no la aceptan porque el profesor Zambrano no está de acuerdo con la tesis de la fundación de Barranquilla, que ellos sí aceptan al seguir el mito especulativo de Malabet.
Estos dos señores hace rato vienen repitiendo que Barranquilla sí fue fundada, esgrimiendo un concepto de fundación que no es propiamente una fundación, sino una aglomeración espontánea, igual a la descrita por Malabet, que como lo demostré en mi columna, es pura literatura fantástica, nunca discurso histórico sólido producido como se debe producir ese discurso.
No hay forma de hacer entender a los señores Stevenson y Collazos que ellos no pueden inventarse otra fundación de Barranquilla siguiendo la ruta de los historiadores aficionados del siglo XIX, pues una fundación en la época colonial no podía hacerla cualquiera, sino los funcionarios coloniales en representación del rey. Y si fue así, la prueba de dicha fundación debe estar en los archivos. Si no está ahí es porque no existe, y si no existe es porque Barranquilla no fue fundada según las normas vigentes en el período colonial. Así de sencillo.
Se les ha dicho y repetido a estos entusiastas de la historia que en Latinoamérica hubo poblaciones no fundadas deliberadamente por la gente del rey que se desarrollaron a partir de sitios o lugares, cuya fecha de surgimiento es muy difícil de establecer pues no han quedado registros escritos, la única fuente que puede resolver este problema. No solo Barranquilla surgió de forma espontánea, no fundada, sino más de 1500 poblaciones en toda Latinoamérica, entre las cuales hay ciudades del ahora tan o más importantes que nuestra ciudad.
Ellos no han querido entender cuál es el fondo de este asunto y siguen aferrados a su idea de fundación sin aportar ninguna prueba. Los libros y documentos que mencionan en su escrito no sirven para probar nada en relación con el tema de la fundación y con la crítica que yo hago en mi columna contra Malabet y los historiadores aficionados decimonónicos.
El camino que abrieron otros investigadores diferentes a los creadores del mito fundacional creo que es el adecuado para construir un saber más pertinente con respecto a los orígenes de Barranquilla; esa ruta no es la de quienes plantean que Barranquilla sí fue fundada. Este es un camino todavía en construcción, y es muy difícil de desarrollar porque requiere de historiadores que tengan conocimientos de la época colonial y que deseen aportarle a la historia de la ciudad, pero con las herramientas de la historia.
Los señores Stevenson y Collazos desde hace rato repiten y repiten el mito de la fundación de Barranquilla, confundiendo aglomeración no planeada con fundación en el contexto colonial. Lo último que se les ha pedido es que, si ellos siguen pensando que la ciudad fue fundada, que aporten las pruebas de eso, pero sin seguir la ruta especulativa y mitológica de Malabet.
Repito por enésima vez: señores Stevenson y Collazos ¿dónde está la prueba de que Barranquilla sí fue fundada? ¿Dónde está ese bendito documento fundacional que ustedes dicen que tienen (como si fuera el Santo Grial) pero que nunca muestran, como si eso fuera un secreto de Estado o como si todos los historiadores de la ciudad estuviéramos conspirando contra ustedes para arrebatarles semejante joya?
Malabet se inventó una fundación a punta de pura imaginación literaria. Ustedes tienen que superar el nivel de los historiadores aficionados del siglo XIX, porque ustedes viven en otro tiempo, donde la historia dejó a un lado la mitología especulativa.
¿Dónde está el documento que certifica que ustedes no están especulando, como Domingo Malabet, y que permite probar que la urbe sí fue fundada? Aquí quedo a la espera de esa fuente que varias veces han dicho que tienen pero que no aparece por ningún lado. Cuando ustedes aporten esa prueba reina, ganarán este debate.
Esa fuente solo existe en la imaginación de ustedes, y por eso dicen que la tienen, pero nunca la muestran. Si esa fuente existiera, como ustedes lo sostienen, se podría encontrar en los archivos. ¿Dónde está la bendita fuente de la colonia que prueba que Barranquilla sí fue fundada?
Si ustedes me muestran esa fuente, yo retiro todo lo que he sostenido acerca de los orígenes de Barranquilla.
Nota: El contenido de este artículo, es opinión y conceptos libres, espontáneos y de completa responsabilidad del Autor.