ACIERTO Y DESACIERTOS EN LA PROPUESTA DE JOSE AGUSTIN BLANCO BARROS

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Por: Armando Luis Arrieta Barbosa

Hacia los años ochenta del siglo XX, el geógrafo e historiador José Agustín Blanco Barros realizó un arduo trabajo de revisión de documentos en el entonces Archivo Histórico Nacional de Colombia (hoy Archivo General de la Nación). Como resultado de esta investigación, publicó en 1987 el libro El Norte de Tierradentro y los Orígenes de Barranquilla. Una obra muy importante porque, además de intentar explicar los inicios de Malambo, Galapa y Soledad, trata de explicar también, los orígenes de Barranquilla.

Al abordar este último tema, inicialmente Blanco Barros centra su atención en la propuesta de Domingo Malabet, quien intenta explicar los inicios del sitio de Camacho como resultado del traslado de los hacendados de Galapa al sector del río Magdalena. Pero, al interpretar esta propuesta, cree de manera equivocada que los hacendados de Galapa a los cuales hace referencia este pensador, son los indígenas que habitaban este pueblo. Por ello, trata de mostrar que, por muchas razones, los nativos de Galapa no podían ser ganaderos.

A continuación, en el apartado referente al poblamiento del área de Barranquilla, Blanco Barros pone al descubierto la existencia del pueblo indígena de Camacho. Igualmente, muestra que este pueblo fue encomendado al capitán español Domingo de Santa Cruz y, a su muerte, de su viuda Ana Jiménez. Pero, que esta señora no pudo tomar posesión de este pueblo, porque el encomendero de Galapa tomó a sus indígenas adultos y los llevó a trabajar en una hacienda que estaba creando en las orillas de la ciénaga de Camacho.

También, plantea Blanco Barros que el pueblo de Camacho estaba ubicado en el sector del barrio Abajo de Barranquilla, donde el ingeniero Antonio Luis Armenta encontró un yacimiento arqueológico de origen indígena. Más exactamente, en área comprendida entre la carrera 46, la calle 44, la Vía 40 y la calle 37 de la actual nomenclatura. Igualmente, sugiere que el nombre del pueblo indígena de Camacho proviene de “Kamach” que unido al vocablo “pía” quieren decir en lengua arawac: espérame, tárdate, demórate o estaré ahí.

Con respecto a la ubicación de Camacho, algunos documentos archivo confirman, de manera indirecta, la ubicación de este pueblo dada por el geohistoriador Blanco Barros. Entre ellos, una carta de Pedro de Heredia de 1542, publicada por Juan Friede en 1956, donde este gobernador informa al rey acerca del saqueo realizado por los españoles a los cultivos de estos indígenas en los islotes del río Magdalena. Igualmente, habla de la captura de estos indígenas para venderlos como esclavos en las islas del Caribe.

También, encontramos una real cédula de 1552, publicada por Antonio Ibot León en 1952, donde el príncipe Felipe II de España afirma estar informado acerca de la difícil situación que viven estos indígenas. Al respecto, dice este documento que los pueblos indígenas que viven en las barrancas del río entre Cartagena y Santa Marta, son sometidos a excesivos trabajos en el oficio de la boga por parte de sus encomenderos. Igualmente, informa que debido a lo anterior y a su escasa alimentación, muchos de ellos mueren o se enferman.

Sin embargo, no estamos de acuerdo en que el nombre de Camacho proceda del vocablo arawac “Kamach”, sino más bien del apellido español “Camacho”, el cual encontramos en varias personas que vivieron en la ribera del río durante la época colonial. Entre estas, Martín Camacho, quien fuera un protector de los indígenas que trabajaban en el oficio de la boga, Miguel Téllez Camacho, quien fuera un gran hacendado de Soledad, y Gregorio Camacho, quien fuera una de las 25 personas que remataron las tierras de Barranquilla en 1715.

Luego, Blanco Barros se refiere a la extinción del pueblo indígena de Camacho y a su posterior transformación en sitio de libres. Para explicar lo primero, se apoya en una carta enviada por Ana Jiménez al visitador Melchor Pérez de Arteaga en 1560, donde afirma que los 15 indígenas adultos de su encomienda de Camacho fueron puestos al servicio del encomendero de Galapa. Pero, no logra decirnos qué sucedió con el resto de la población que sobrevivió hasta 1610, cuando el visitador Juan de Villabona la trasladó a Galapa.

Para explicar la aparición del sitio de Camacho, Blanco Barros se apoya en el relato de Domingo Malabet. Pero, a diferencia de este pensador, que solo se limita a explicar los inicios de este caserío y, luego, de la Playa, Siape, la Concepción, Veranillo y las Barrancas de San Nicolás, Blanco Barros va mucho más allá. En la página 213 de su libro, toma a estos caseríos como “nodrizas del futuro “sitio de libres”, más grande y con más gente”. Expresiones últimas, con las cuales quiere referirse este investigador a Barranquilla.

A continuación, dice que “además de los citados núcleos poblados, en la formación y evolución inicial de Barranquilla, también desempeñó un papel primordial la hacienda San Nicolás. Luego, agrega este investigador que el epicentro de esta hacienda fue su puerto, el que localiza en la barranca del Morro o de San Joseph, donde igualmente, dice estaba ubicada la casona y los corrales de ganado de esta hacienda. Para afirma esto, se apoya en un inventario de bienes realizado en esta estancia en el año de 1659.

Este documento, anexado por él en su obra El Norte de Tierradentro y los Orígenes de Barranquilla, informa que las tierras de la hacienda San Nicolás están ubicadas a mano derecha del camino que va a Galapa y se inician en una barranca del río Magdalena. La que Blanco Barros asocia con la barranca de El Morro, ubicada en la calle 32 con la carrera 44, apoyándose para ello en José Ramón Vergara y Fernando Baena, quienes consideran que en este lugar se inició Barranquilla.

Posteriormente, entre las páginas 232 y 241 de su obra, Blanco Barros plantea que la hacienda San Nicolás se transformó en el sitio de libres de San Nicolás de Tolentino entre los años de 1659 a 1681. Finalmente, muestra que esta transformación se dio al permitir que los trabajadores (concertados libres, esclavos e indígenas de Galapa), los parientes y allegados de la familia de Barros, así como a los agregados y terrajeros (arrendatarios), construyeran sus viviendas en el interior de la hacienda.

Con respecto al papel de “nodrizas” de Barranquilla, dado por Blanco Barros a Camacho, Siape, la Concepción y Veranillo, pienso que estos caseríos no contribuyeron de manera directa a la formación inicial de esta ciudad. Esto, debido a que todos ellos se mantuvieron relativamente aislados del poblado que realmente dio inicio a Barranquilla. Es decir, el que se formó hacia mediados del siglo XVII en los alrededores de la barranca Puerto Real por inmigrantes procedentes de las Antillas y por mestizos llegados de otras partes.

En consecuencia, la vinculación de estos caseríos a la economía de la primigenia Barranquilla, solo empezó después que este poblado se convirtió en un importante puerto de escala y de acopio del bajo Magdalena. Asimismo, su vinculación demográfica empezó realmente a partir de los años de 1820, cuando el empresario Juan Bernardo Elbert construyó el muelle de La María en la barranca de Camacho. Luego, se incorporaron Veranillo, la Concepción, Siape y La Playa, a medida que la ciudad se fue expandiendo.

Tampoco Blanco Barros acierta al suponer que el sitio de las Barrancas de San Nicolás de Tolentino se formó entre los años de 1659 y 1681. Esto, por cuanto antes de que este sitio tomara este nombre, aparece en un avalúo de bienes de la hacienda San Nicolás de 1655 con el nombre de Barrancas de Camacho. Lo que nos indica que la formación de este caserío se dio antes de 1655 y al margen de las tierras de esta estancia ganadera, pues en este avalúo de bienes de 1655 solo se relaciona una casona y dos bohíos, pero ninguna otra vivienda.

Igualmente, se observa un desacierto en la propuesta de Blanco Barros, al sugerir que debido al auge de la hacienda San Nicolás y la consiguiente vinculación de muchas personas a la misma, esta terminó convertida en un sitio de libres. Esto, por cuanto lejos de lo que piensa Blanco Barros, después de 1659 la hacienda San Nicolás no continuó prosperando, sino por el contrario, decayó como estancia ganadera. Lo que deja sin piso la posibilidad de que a esta estancia siguieran llegado nuevos trabajadores, agregados o allegados de sus dueños.

Los primeros indicios de esta decadencia se observan en un inventario de bienes de esta hacienda de 1659, donde se describe la infraestructura de esta estancia bastante deteriorada. Al respecto se afirma que la casona principal de la hacienda “está ya vieja” y las cinco sillas que hay dentro de la misma se encuentran “sin asiento ni espaldar”. Algo parecido se dice de las dos canoas, las que son descritas como “viejas y maltratadas” y de los aperos de los caballos, los que son relacionados como “viejos y quebrados”.

Además, si cotejamos los bienes relacionados en el avalúo realizado en esta hacienda en 1655 con los datos del inventario de bienes de 1559, encontramos que en este último aparecen 2 caballerías de tierras, 52 reses, 3 cerdos, 6 caballos y 12 mulas de carga y monta menos que en el primero. Lo que nos lleva a pensar que luego de 1655, Nicolás de Barros vendió parte de sus bienes y puso fin al negocio de transporte de carga y pasajeros que tenía por el río Magdalena y por los caminos reales que conectaban al río con Cartagena.

A lo anterior se agregarse que luego de la muerte de Nicolás de Barros a finales de 1658, la crisis económica de la hacienda se agudizó debido a un pleito sucesorio entre la hija mayor de su primer matrimonio y el hijo mayor de su segundo matrimonio. Pleito que se extendió hasta 1666, año en que las tierras de esta hacienda pasaron a manos de doña Josefa de Simancas. La que, al observar el deterioro de su infraestructura y la merma de su ganado, prefirió ofrecer estos terrenos en alquiler en lugar de invertir para reconstruirla.

Ahora bien, al convertirse la hacienda ganadera en tierras de alquiler, lo más lógico pensar es que los indígenas que trabajaban en la hacienda volvieran a Galapa y, los zambos y mestizos que lo hacían como concertados libres, buscaran nuevas fuentes de sustento. Se descarta que llegaran a estas tierras concertados libres de origen español, porque esta hacienda nunca se sostuvo con este tipo de mano de obra. Igualmente, que llegaran los parientes de los de Barros, porque su nueva propietaria no era bien vista por esta familia.

También, acierta Blanco Barros al afirmar que para el periodo de 1659 a 1681 aumentó el número de terrajeros, si se tiene en cuenta que después de 1666 las tierras de la hacienda San Nicolás, se convirtieron en terrenos de alquiler. Pero, esto no implicó necesariamente que estos arrendatarios llegaran de otras partes, porque ya desde mediados del siglo XVII existían personas de las Barrancas de Camacho interesadas en estas tierras. Por lo tanto, su contribución a la formación de este sitio, se dio al llegar a este sector y no al convertirse en terrajeros.

Tampoco el alquiler de estas tierras implicó que sus inquilinos construyeran sus viviendas en el interior de las mismas. Pues, todo parece indicar que los terrajeros o arrendatarios de las tierras de la hacienda San Nicolás, al igual que el resto de hacendados y campesinos de la región, tenían sus viviendas en el poblado, trasladándose durante el día hasta el lugar de trabajo. Es más, por razones obvias, los propietarios de tierras solo permitían que los terrajeros construyeran bohíos o ramadas temporales en los terrenos arrendados.

Finalmente, se observa un desatino en la propuesta de Blanco Barros, al suponer que fue en la barranca de El Morro (calle 32 con carrera 44), donde se ubicó la casona de la hacienda San Nicolás y se inició luego el sitio de las Barrancas de San Nicolás de Tolentino. Esto, por cuanto si se hace una adecuada interpretación del inventario de bienes de la hacienda de San Nicolás de 1659, se puede concluir que la barranca relacionada en este documento no es la del Morro, sino la de San Nicolás, ubicada en la calle 33, entre carreras 41 y 42.

Primero, porque lejos de lo que piensan Vergara y Baena y lo ratifica Blanco Barros, el primer puerto de Barranquilla no fue el de la barranca de El Morro, sino el de la barranca llamada Puerto Real, ubicada en la calle 29 con carrera 41 de la actual nomenclatura. Segundo, porque también lejos de lo que piensan estos investigadores, el camino real de Galapa no comenzaba en la barranca de El Morro, sino en la barranca Puerto Real, lugar donde pernoctó Pedro de Heredia en marzo de 1533, luego de pasar por Galapa.

Más exactamente, este camino se iniciaba en Puerto Real, subía por el callejón del Progreso (carrera 41), pasaba por el costado sur de la barranca San Nicolás. Luego, a la altura de la calle Ancha o 34, se desviaba en dirección del cementerio Universal, como lo muestra esta fotografía de 1880. En consecuencia, se descarta que la barranca relacionada en el inventario de bienes de la hacienda San Nicolás de 1659 fuera la de El Morro. Esto, por cuanto entre esta barranca y el camino de Galapa estaba de por medio una laguna.

A lo anterior se debe agregar que para el periodo en que fueron adjudicadas las tierras de la hacienda San Nicolás, la ciénaga de Camacho, según lo muestran Vergara y Baena (1946, p. 10), se extendía hasta la barranca del Morro e inundaba los terrenos de sus alrededores. En consecuencia, sitios como estos eran poco apetecidos por los hacendados españoles para construir las viviendas de sus haciendas, descartando de paso que, el caserío de las Barranas de Camacho que dio inicio a Barranquilla, haya surgido en este lugar.

Por otra parte, de estar ubicada la casona de la hacienda San Nicolás en la barranca de El Morro, por una simple lógica, esta debió tomar el nombre de San Nicolás y no de San Joseph como aparece en un documento de 1710. De igual manera, la primera iglesia de Barranquilla ubicada en la plazoleta de la Cruz Vieja (calle 32 con Carrera 44), hubiese tomado el nombre de San Nicolás y no se San José, como efectivamente se llamó según los historiadores José Ramón Vergara, Fernando Baena y Alfredo de la Espriella.

Armando Luis Arrieta Barbosa,

Historiador, Magister en Historia, Doctor en Educación.

WhatsApp: 301 781 7267. Correo electrónico: armandoarrietab@gmail.com

Referencias Bibliográficas

Blanco Barros, José Agustín (1987). El Norte de Tierradentro y los Orígenes de Barranquilla. Bogotá: Banco de la República.

Vergara, José Ramón y Baena, Fernando. (1922). Barranquilla: Su Pasado y Su Presente. Barranquilla: Alirio Bernal Editor (1946).

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