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Por: Jairo Eduardo Soto Molina
Hoy el mundo mira con gran preocupación lo que está pasando con nuestros jóvenes, cómo los estamos perdiendo, cómo se alejan cada día más de aquellos valores trascendentales y eternos que dan solidez y estabilidad a la vida y a todo tipo de institución establecida por el ser humano. En la Universidad del Atlántico, los docentes en esa doble condición de padres y miembros de una sociedad que contiene una nueva cultura emergente observamos con profunda preocupación esta nueva situación problemática que nos atañe a todos con lo del suicidio, dos hechos ocurridos al cierre del semestre pasado y ahora al inicio de este nuevo semestre.
No logramos explicarnos en qué momento nuestros niños y jóvenes están optando por el pandillaje y el crimen, la drogadicción, la prostitución, los negocios peligrosos, los juegos violentos, los deportes extremos, y todo aquello que los llene de “emoción”, así sea por un instante, no importando que el precio a pagar sea su vida o la de los demás. Pero lo más grave, es quizá, la impotencia, el desánimo y hasta la indiferencia por la que muchos padres están optando al no tener idea de cómo hacer frente a la apremiante necesidad que los jóvenes están demandando de una respuesta efectiva a sus grandes interrogantes y a sus insaciables demandas.
La cultura, desde un punto de vista académico, se presenta como un sistema parcial de las complejas sociedades modernas basado en interpretaciones intelectuales y estéticas del mundo, y tiene la función clave de mantener estas sociedades. La sociedad actual está llena de diferencias, de diversidad, de elementos, rasgos, realidades, circunstancias, mayores y menores, que subrayan a cada uno de los grupos humanos a los que se pertenece, bien sea por razón étnica, lingüística, religiosa, social, profesional, etc., donde se hace necesario una educación intercultural. Ya la educación ha dejado en cierta medida de ser un tema del hogar, los niños y jóvenes contemporáneos tienen una relación muy diferente con sus padres como la que tuvimos sus docentes y ya la educación de un hijo se sale de las manos de sus padres por la complejidad de la postmodernidad actual.
El análisis social de los fenómenos del entorno humano es algo que todos hacemos cotidianamente, sin mayor reflexión. Las ciencias sociales nos permiten mirar estos fenómenos con instrumentos, compararlos, ponerlos en contexto y analizar los hechos como partes de procesos. La cultura actual constituye la fuerza viva, creativa y colectiva del país; aporta sentido y contenido a las prácticas sociales y a las obras materiales y simbólicas que se construyen, y ofrece un amplio abanico de posibilidades y capacidades para impulsar la transformación integral de la sociedad. En eso deben trabajar el gobierno actual y los próximos.
El carácter cambiante de la situación actual se manifiesta, además, en el fenómeno de la globalización y en cambios sociales como la movilidad, el aprendizaje masivo en línea y abierto, la rotación en el trabajo, el turismo y las nuevas conexiones interculturales que todos estos fenómenos acarrean. Sumado al consumismo y las tendencias en las redes sociales. Por definición, las sociedades humanas son entidades poblacionales. Dentro de la población existe una relación entre los sujetos y el entorno; ambos realizan actividades en común y es esto lo que les otorga una identidad propia.
Un cambio social incluye dos aspectos como el éxito o fracasos de muchos sistemas políticos y fenómenos como la globalización, la democratización, el desarrollo y el crecimiento económico: el cambio social consiste en la evolución de las sociedades, desde cambios a gran escala hasta pequeñas alteraciones.
Es innegable que la sociedad influye constantemente a lo largo del desarrollo del ser humano ya que, está permanentemente inmerso en ella. Ante las situaciones socioculturales y las personas implicadas en ellas; el individuo evalúa, responde, tiene emociones y actúa.
Tenemos que precisar que una cultura representa las creencias y prácticas de un grupo, mientras que la sociedad representa a las personas que comparten esas creencias y prácticas. Ni la sociedad ni la cultura podrían existir sin la otra.
Las características que necesita una sociedad para mantenerse estable son:
- Alto nivel de confianza entre los ciudadanos.
- Poca corrupción.
- Bajo desempleo.
- Alto nivel de estudios.
- Alto nivel de sueldos.
- Alto nivel de empleo de los mayores.
- Pequeño mercado negro.
- Alto nivel de libertad económica.
- Juzguen ustedes con un criterio crítico si esta sociedad colombiana a la que pertenecemos, los habitantes de la periferia costera contienen estos elementos. Em especial la juventud que se educa en nuestras universidades.
La educación se alcanza en la casa y en el hogar. La Universidad forma profesionalmente a los jóvenes y esta no puede corregir los males de la sociedad y la familia, más bien es un reflejo de aquellas. He llegado a la sabia conclusión que, no existe un marco institucional perfecto ni una universidad perfecta ni una dirección universitaria perfecta. Lo más importante lo señalaba en un escrito anterior, es construir una sociedad más humana en medio de este mundo globalizado. Cada docente y estudiante nos debemos a la academia y juntos debemos construir unas competencias profesionales que le permitan al joven acceder al mundo laboral. Pero hoy en día no se debe perder la perspectiva que en la universidad también se forma, sin pretender solucionar los problemas sociales y culturales.
Nota: El contenido de este artículo, es opinión y conceptos libres, espontáneos y de completa responsabilidad del Autor. Jairo Eduardo Soto Molina, Profesor de tiempo completo titular, investigador 1279 (80), Doctor en ciencias Humanas, Par académico MiniCiencias-MEN