¿MUERTE POR AMOR?
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Por: GASPAR HERNÁNDEZ CAAMAÑO.
“Nada de lo que se haga en la cama es inmoral si ayuda a perpetuar el amor“. Gabriel García Márquez. ____
Cuando revisaba ideas y fuentes para redactar, en una noche de brisas me encontré con la noticia que, un joven se había lanzado desde uno de los edificios de la universidad dejando, en el vuelo mortal, una carta diciendo: “…que como un pequeño bonus logré amar desmedidamente a alguien, logré amar con toda mi alma“. El texto reproducido por la prensa contiene, según los entendidos, los motivos patológicos del suicidio.
No era ese el primer párrafo pensado para la esta nota que deseaba encabezar con otra noticia. La que informó, al mundo, que un célebre futbolista brasilero fue condenado, a más de cuatro años de prisión y una indemnización millonaria, como autor del delito de acceso sexual abusivo, cometido en una discoteca española, contra una joven que le acompañaba esa noche festiva. O sea, actuó con sexo desmedido, incontrolable. ¿Patológico también?
Ambas noticias dan límites y motivos para la reflexión que me atraía desde hace días. Ello porque los protagonistas, en sus conductas, indican que eran desconocedores, desde lo educativo, de la naturaleza tanto del amor como del sexo. Es decir, que se hicieron víctimas de unas razones, presupuestos, prácticas esenciales para gozar de buena vida o vida buena. Por ello, uno reposa en una tumba y otro respira en una celda, como un ave sin alas.
La muerte material o espiritual (estar preso) es capaz de armonizar, con alguna contundencia, al como al sexo o recíprocamente a los dos, como en los dos asuntos reseñados periodisticamente. Pero es la literatura, en todos sus géneros, la que mejor enseña que la fantasía y la realidad, en la vida de cada persona, puede lograr superar los avatares de la muerte o la prisión, pues educa con historia cómo amar y tener sexo sin ser víctima ni víctima zar.
Amar des-medida-mente, en la literatura es el llamado amor romántico, el que enceguece, enloquece y mata, como en los dramas de Shakespeare, porque duele. Igualmente, el sexo des-medido, también en la literatura como la de H. Millar, produce ceguera, locura y delitos contra el honor y la vida. Siendo la fantasía un recurso de la pedagogía para la vida buena, no podemos si acudir a ella, como en las novelas heroicas, para comprender la dura realidad de amar enloquecidamente.
Los griegos socráticos no hicieron distinciones entre amor y sexo; sino que a cada emoción le adjudicaron un dios o diosa. Fue S. Freud, con sus estudios sobre el subconsciente de los humanos, quien unificó el amor con el sexo, tanto desde los sentimientos como de los instintos animales que nos impulsan, a veces, con afán en la búsqueda de la reproducción y la eternidad terrenal. los franceses son los mejores herederos del psicoanálisis, en lo placentero.
Esta semana llegó, a las librerías, la anunciada y bien promocionada novela póstuma de nuestro inmortal nobel de literatura, Gabriel García Márquez, “en agosto nos vemos” que es, según críticos y primeros lectores, una historia caribeña sobre el poder del amor, de una mujer nostálgica y viajera que a pesar de las circunstancias nunca abandono el deseo de amar plenamente.
La vida sexual humana, al igual que la amorosa, no se podrían comprenden en la actualidad sin conocer los alcances, por ejemplo, del viagra Y Cia y las dimensiones, cada vez más invasivas, de las redes sociales, las cuales sean convertido en “educadoras” y “encantadoras” escuelas para jóvenes y maduros, en todo aquello que atrae y entusiasma cuando hablamos de sexo. las instituciones educativas han abandonado esas enseñanzas.
La naturaleza del amor no se agota en su complementariedad con el sexo. Como tampoco en su componente sentimental o, exclusivamente, emocional. Ello porque la humanidad, como tal, es una creación, indiscutible, de la necesidad de ambos. De ahí, la urgencia de lograr una buena educación en cada uno de ellos para que, desde la reciprocidad, permitan alcanzar la vida buena que no es otra que la placentera.
La buena es la mejor vida, que no es sino la mezcla de lo erótico: unión de fantasía y realidad. Así es como lo de uno como lo del otro, entre los amantes de esa vida buena, crean cada uno fetiches(prendas/objetos) de sí mismos. Al respecto de esa manifestación de la imaginación, Freud enseñó: “no sin acierto se ha comparado este sustituto como el fetiche en que el salvaje ve encarnado a su dios“. Sexo y amor son la cuota diaria de lo salvaje de la buena vida humana. ¿O no?
La próxima: Cien años de “Veinte Poemas de Amor…”
Nota: El contenido de este artículo, es opinión y conceptos libres, espontáneos y de completa responsabilidad del Autor.