Telatiroplena.com, periodismo serio, social y humano.
Por: Alfredo Felipe Martínez Agamez
El viernes 18 de octubre, después de tantas idas a la EPS, para que agilizaran la intervención quirúrgica ya que venía padeciendo de unas fuertes inflamaciones y tormentosos dolores producto de una hernia., recibí la llamada de la IPS Mediclinica, que me habían programado con autorización de la EPS para el día lunes 21 de octubre. De una les dije, -voy pa’ esa- de inmediato me di a la tarea de armar toda la logística para el día de la operación y postoperatorio, mi hijo mayor me acompañó y se portó como un ángel. Mi hermana y mi sobrina se encargaron del transporte y las compras de medicamentos, mi mamá y mis otras hermanas en la jugada monitoreando todo a control remoto, mi hija Mariana a su corta edad, toda madura con mucha preocupación, la madre de Mariana preocupada por el testamento, pendiente de cómo quedarían las hectáreas de pringamoza, la cría de mosquitos, zancudos y grillos en las hectáreas de la tierra de ilusiones, jajajajaja, vainas que pasan…
Llegamos a clínica a eso de las 6:00 am, de una encontré a un amigo que trabaja en esa institución, me saludo con mucho cariño, era el popular Camarguito, entramos a la recepción y después inició el llamado para pasar al segundo piso donde se firman los documentos y verifican todos los datos y patologías. Después de hacer todo lo pertinente a la admisión me llamaron para vestirme con ropa quirúrgica, como Dios te trajo al mundo, y procedieron de inmediato a realizarme las preguntas a uno de rigor, canalización y toma de presión,… Debo admitir y reconocer la amabilidad de las enfermeras y la sala de pre quirúrgico súper ordenada, limpia y con buena vibra y energía, la música eran una serie de alabanzas modernas y también relajantes. La verdad, yo estaba era nervioso, el anestesiólogo muy amable, cordial y llegaba a preguntar como estaban las cosas y a dar una voz de tranquilidad.
Llegó mi turno de pasar al “matadero” tremendo susto y miedo, no daba para sentarme en la camilla del quirófano de lo asustado, el anestesiólogo se encargó de mamar gallo y poco a poco hizo su trabajo, me suministro el medicamento que me durmió medio cuerpo, como dicen por ahí en la calle “de la mitad para atrás, en este caso para abajo”, estaba consciente de todo, y la tembladera en los brazos era impresionante.
La verdad, en ese momento estando indefenso como Dios te trajo al mundo, yo le pedía a mi Dios de las alturas, que más nunca yo visitará un quirófano. ¡Eso es para los extremadamente valientes!
Llega el tiempo donde ingresa el protagonista, el Cirujano, quien con su grupo de colaboradores y anestesiólogo tenían una conversación amena, hablaban de los cachos, de los viajes, de las mujeres antioqueñas y las costeñas, al fondo se escuchaba la programación de Joyce Lozano en Radio Tiempo. Yo seguía con mi tembladera y miraba de reojo que el médico hiciera bien su trabajo.
La conversación durante toda la intervención, entre el médico y su ayudante, fue que “cada casa tiene su gotera”, el médico hablando de sus deudas, de las matrículas de las universidades de sus hijos, que el carro lo tiene en venta, que, con el billete de una clínica, de la otra, de la universidad y de otras cuentas logrará reunir el billete para las matrículas, tal parece el galeno salió bastante productivo en materia de herederos, jajajajaja
Yo en mi viaje de la tembladera, pensé, – no joda cada uno tiene su rollo-, las culebras están por todos lados, ya yo perdí la cuenta de las mías.
Bueno salí del quirófano, con medio cuerpo dormido, la cirugía fue excelente, y me pasan a recuperación, otro viaje, esperar que se despertará mi cuerpo y que pudiera moverme bien, el anestesiólogo pasa revista preguntando como iba la evolución, todo iba súper, el asunto era que no podía miccionar, pero cuando me hablaron de sondas, ¡Ay mi madre! ahí entro el otro sofoco, tanto pedirle al Dios de las alturas logré orinar. Al cabo de un rato me ordenaron salida, ¡Que alegría! me preparé y ahí estaba mi hijo mayor que se portó como todo un ángel, cuando ya estaba en el lobby de la clínica tronco de aguacero, y una de las recomendaciones fue que no me podía mojar. Bueno toco esperar, llegué a mi casa y estoy en el proceso de recuperación, donde “cada casa tiene su propia gotera” y la mía tiene muchas jajajajaja.
Me siento muy afortunado por tener a la familia que me regalaron, mi hijo que vive fuera el país, me llamó y habló bastante, mi madre, mis hermanas, mi hija, mis amigos y mis amigas Belia y Deisy, quienes son unos seres de luz que siempre me acompañan en mis historias.
Creo que mi herencia será, dejar en mis herederos, que su padre es un buen ser humano, trabajo por eso todos los días, mi pasión por mi labor, mi amor por lograr mis propósitos y la resiliencia para sobreponerme a las adversidades.
Recuerda que “cada casa tiene su gotera” la vida sigue y “mañana será bonito”
¡Pásala monooooo cuco!
Nota: el contenido de este artículo, es opinión y conceptos libres, espontáneos y de completa responsabilidad del Autor.