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Por: Alfredo Felipe Martínez Agamez
Los que nacimos bajo el ardiente sol del Caribe, los que el rugir del majestuoso mar nos saluda diariamente, a los que cada transformación de la vida fue con sonidos afrocaribeños, en especial los provenientes de la isla mayor Cuba y de la encantadora isla del encanto Puerto Rico, nos cuesta mucho trabajo entender que en otras topografías de viva la expresión musical más relevante y fascinante, lo que hoy conocemos como Salsa, que es la recopilación de muchos géneros musicales que se desprenden de la Isla Mayor, este sonando con fuerza.
Bogotá, y su Salsa al Parque, es la muestra que ya no somos de un solo lugar, somos ciudadanos del mundo, ver en ese templo de los espectáculos a orquestas internacionales y algunas nacionales, apreciar como la gente vibra al sonido de la campana, el bongó, las congas, el güiro, es sin lugar a dudas reconfortante para el alma de un caribeño.



El público proveniente de muchas partes de Colombia, ya que la capital es la ciudad de todos, llegan de cada rincón del país y del mundo a enfrentarse con el frío y la altura, pero se encuentran con manifestaciones culturales distintos en cada calle, en cada barrio y en ese templo de los espectáculos, el Parque Simón Bolívar.
Me sorprendió, que el publico asistente a Salsa al Parque, era de todas las edades, claro está, mayores de 18 años, bailando salsa, cantando a todo pulmón muchas de las canciones entonadas por las orquestas, otros tocando su campana, el güiro y ni hablar de las pintas coloridas de distintos matices que daban muestra de estar disfrutando del calor y adrenalina que solo una fantástica recopilación de géneros musicales llamada SALSA entrega.


