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Por: Alvaro Mestra

Son muchas las teorías y bulos que versan sobre el origen del SARS-Cov-2. Sin embargo, lo único cierto hasta la fecha es que los efectos que está produciendo en todos los países son de enorme gravedad tanto desde el punto de vista clínico como económico, social y sanitario. Es indiscutible que el personal sanitario ha dado un paso adelante ante la pandemia. Tanto es así que hasta exponen su vida y la dan, a cambio de intentar salvar la de los demás. Mi reconocimiento infinito a todos ellos por la gran labor que están haciendo aún y a expensas de hacerlo en ocasiones en condiciones francamente incomprensibles por la falta de previsión por parte de los dirigentes políticos. Reconocimiento especial también a los científicos, que aportan a través de su trabajo incansable, toda su experiencia al conocimiento de este virus para encontrar soluciones “paliativas” (medicamentos o tratamientos de choque) o “definitivas” (vacuna).

Al mismo tiempo que avanza el conocimiento sobre el virus, lo hace también las informaciones falsas, sesgadas y muchas veces malintencionadas sobre él. La globalización ha facilitado que este tipo de noticias se distribuyan a una velocidad descomunal por todo el globo terráqueo, generando desinformación y teorías conspiranoicas.

Los científicos nos basamos en datos. Es por ello que diversos grupos de investigación a nivel mundial han estudiado este virus para determinar su proveniencia. Desde que Tyrrel y cols. en 1965 describieron el primer coronavirus, mucho se ha avanzado en el campo de la biología molecular y la ingeniería genética. Por tanto, resulta difícil comprender que el SARS-CoV-2 sea un virus artificial y, no producto de la selección natural a partir de otros como los del género Betacoronavirus (familia Coronaviridae). Su genoma muestra diferentes porcentajes de similitud de secuencia con respecto a los otros seis coronavirus humanos conocidos. Entre ellos el SARS-CoV-1 (causante del síndrome respiratorio agudo grave -SARS) del año 2002 y, el MERS-CoV (síndrome respiratorio de Oriente Medio -MERS) en el año 2012.

El análisis de la secuencia genética del virus muestra que muy probablemente sea también de origen animal y por tanto, represente un  nuevo caso de zoonosis tal y como lo explican Ye y cols. En dicho estudio, se muestra cómo el SARS-CoV-2 comparte una homología de nucleótidos de aproximadamente el 96,2% con el BatCov RaTG13 que se encuentra en los murciélagos de la familia Rhinolophus affinis. Sin embargo, como en los casos del SARS-CoV-1 y el MERS-CoV, esta diferencia en la secuencia genética resulta demasiado grande para asignar la relación parental directa. Esto lo que quiere decir es que estos murciélagos podrían no ser los huéspedes directos del SARS-CoV-2. Por tanto, es de suponer que los animales huéspedes intermedios deberían estar entre las especies silvestres que se vendían y mataban en el mercado mayorista de mariscos de Wuhan (China) con el que se han asociado muchos de los casos iniciales de la COVID-19 el pasado mes de diciembre (según las fuentes oficiales de China y la OMS).

Recordemos que el SARS-CoV-1 fue en su día identificado en civetas de palmeras comunes (Paradoxurus hermaphroditus) de un mercado de animales vivos en Guangdong (China), así como en trabajadores del mismo mercado tal y como lo explicó Guan y cols. Desafortunadamente, el SARS-CoV-2 no tiene como “pariente” directo al SARS-CoV-1. A la fecha, los Betacoronavirus más parecidos al SARS-CoV-2 se han encontrado en murciélagos (el ya mencionado BatCoV RaTG13 y en pangolines malayos de la especie Manis Javanica (Pangolin-Cov con una homología de nucleótidos del 91,02%) tal y como se describe en el estudio de Zhang y cols. Sin embargo, la transmisión directa desde estos mamíferos a los humanos es muy poco probable debido a su gran diferencia genética. El linaje del SARS-CoV-2 parece haberse separado del BatCoV RaTG13 hace al menos 40 años tal y como se muestra en el estudio de Boni y cols. Estos investigadores utilizando el enfoque más conservador para la identificación de una región genómica no recombinante (NRR1), encontraron que el SARS-CoV-2 forma un linaje hermano con el BatCoV RaTG13, y con linajes primos genéticamente relacionados de coronavirus en pangolines de la región de Guangdong y Guangxi (China). Dado que estos virus de pangolín son ancestrales del progenitor del linaje BatCoV RaTG13/SARS-CoV-2, es más probable que también adquieran virus de murciélagos. Si bien los pangolines podrían estar actuando como “huéspedes” intermedios de los virus de murciélagos, estos desarrollan enfermedad respiratoria grave y, suelen entrar en contacto con las personas. Sin embargo, no hay pruebas de que la infección por pangolines sea un requisito para que los virus de murciélago puedan entrar en los humanos. Lo curioso del estudio es que las estimaciones del tiempo de divergencia entre ambos virus (SARS-CoV-1 y SARS-CoV-2) se sitúa entre 40-70 años respecto a los linajes de los coronavirus de murciélagos actualmente conocidos. Este largo período de divergencia sugiere que hay linajes de virus de murciélagos no analizados y que tienen un potencial zoonótico debido a la posición ancestral de los residuos de contacto adaptados al ser humano en el SARS-CoV-2. Por tanto, se continúan buscando coronavirus similares al SARS-CoV-2 en otras especies que hayan podido actuar como “huéspedes” en el salto definitivo a los humanos.

Otra posible vía de transmisión puede haber sido desde el animal huesped “X” al humano y que aquí, haya evolucionado durante mucho tiempo de forma asintomática hasta que hace pocos meses aumentó su virulencia y comenzase a producir la COVID-19. Un ejemplo parecido al de esta vía propuesta ha sido publicado recientemente por Sun y cols. Este estudio informa los resultados encontrados en el sistema de vigilancia de los virus de la gripe en cerdos entre 2011 y 2018 en China, identificando el virus EA H1N1 euroasiático y, de genotipo G4 de reciente aparición que lleva genes internos derivados de la pandemia de 2009 (H1N1 pdm09) y, del triple reordenamiento (TR)  y que ha sido predominante en las poblaciones de cerdos desde el año 2016. Al igual que el H1N1 pdm09, el G4 EA H1N1 se une a los receptores de tipo humano produciendo un virus de progenie mucho más elevado en las células epiteliales de las vías respiratorias y muestra una infectividad y transmisión en aerosol eficiente en los hurones. Además, la baja reactividad cruzada antigénica de las cepas de la vacuna contra el EA H1N1 reordenado a G4 EA H1N1 indica que la inmunidad preexistente en la población no ofrece protección contra el G4 EA H1N1. Es así como la vigilancia serológica de la población expuesta en el lugar de trabajo mostró que el 10,4% de los trabajadores eran positivos al G4 EA H1N1, especialmente en la población de 18 a 35 años, donde la serprevalencia resultó ser del 20,5%. Por tanto, esta infecciosidad aumenta en gran medida las posibilidades de adaptación del virus en seres humanos y es lo que ha suscitado preocupación en la comunidad científica por ser un virus con potencial pandémico.

Un dato interesante resultante del análisis secuencial de aminoácidos de la proteína que forman las espículas del SARS-CoV-2 es la inserción de cuatro aminoácidos en un lugar específico de su estructura (para mayor información consultar trabajo de Andersen y cols.). Esta “mutación” al parecer no podrían haber sido predichas por los datos de ningún científico a partir de los datos genómicos conocidos. Este hecho es el que lleva a pensar a los científicos la dificultad en su generación, además de que carece de los “rastros” típicos que dejarían las técnicas utilizadas para hacer ingeniería genética. De hecho, se ha comprobado que la interacción entre esta proteína del SARS-CoV-2 y nuestro receptor celular (la proteína ACE2) no se produce según lo que cabría esperar de un proceso “diseñado” para optimizar su contacto.

A diferencia nuestra, la madre naturaleza no va en busca de la “optimización” o el “perfeccionamiento” de un proceso. Hace simple y llanamente bricolaje con lo que tiene a mano: no adopta soluciones óptimas o perfectas, sólo aquellas que sean lo suficientemente viables para poder seguir avanzando. No olvidemos que el objetivo de un virus es simplemente propagarse, no matar ya que si el huésped muere, el virus también lo hará. Por tanto, si nuestra madre naturaleza dispone de tiempo suficiente, lo hará siempre que se produzca un contacto cercano entre distintas especies animales y con la frecuencia necesaria.

Llegados a este punto, y para aquellos lectores inquietos, abordaremos  algunas hipótesis sobre el origen de la pandemia. Una de las más difundidas desde algunos medios de comunicación norteamericanos (Washington Post, Fox News) y, alentados desde la casa blanca es que el SARS-CoV-2 proviene de un laboratorio del Instituto de Virología de Wuhan (China).

Es bien conocido que este centro ha trabajado con el coronavirus BatCoV RaTG13 citado al inicio del artículo pero según el doctor Edward Holmes (Universidad de Sidney – Australia), dada la gran distancia genética entre ellos es evidente que no puede ser el antecedente directo del virus de la COVID-19. A esta noticia se ha sumado incluso un premio Nobel de Medicina (Dr. Luc Montagnier) que dice sin ningún fundamento bioquímico, genético o evolutivo, que el SARS-CoV-2 contiene secuencias del virus del HIV causante del SIDA que han sido “introducidas”. Sin embargo, muchos virus, incluyendo los coronavirus contienen fragmentos secuenciales similares adquiridos en algún momento de su pasado evolutivo. Una explicación completa y técnica ha sido realizada por Lacoude.

El zoólogo y ecólogo  Peter Daszak comenta que alrededor del 3% de la población rural del sudeste asiático tiene anticuerpos frente a coronavirus de murciélagos y, se ha estimado que 1,7M se exponen cada año a estos virus animales. A partir de aquí la evolución hace el resto.

Toda esta hipótesis es más útil en el tablero de la geo estrategia mundial dada la más que evidente rivalidad entre USA y China por el gran “salto” tecnológico de los chinos en los últimos 20 años. Esto, de paso, explica también las noticias relacionadas con el 5G. Aquí, China ha ganado la batalla puesto que han sido ellos los que han desarrollado primero la tecnología. Esto explica en parte la declaración de “enemigo” público de Huawei, TikTok y probablemente en un futuro muy cercano otros fabricantes chinos en USA.

Finalmente, después de pasados siete meses desde el inicio de la pandemia se puede ver que ésta se encuentra en su estado inicial a nivel global. Prueba de ello, es la evolución de la misma. En un inicio fue China y Asia en general, le siguió Europa y, ahora América y África. Y los datos así lo confirman: hasta finales del mes de junio, el número de contagios era de 10,5M; y finales de julio 17,7M. En un mes de pandemia ha aumentado el 73% de los casos de los primeros seis meses. Lamentablemente la previsión es que para finales de agosto, el número de contagios sea de 28,1M. Pero qué podemos hacer? Tal y como lo proponen Serrano-Cumplido y cols.:

  • Uso generalizado de mascarillas (tapabocas) especialmente en sitios cerrados con poca ventilación.
  • Distancia de seguridad.
  • Lavado frecuente de manos y de objetos.

Esperemos que los dirigentes sepan estar a la altura de las circunstancias y sean capaces de:

  • Desarrollar estrategias de detección precoz de positivos para cortar la cadena de contagios.
  • Disponer de planes específicos de emergencia que establezca las medidas de mitigación y, sus criterios de aplicación para que todos sepan lo que hay que hacer cuando lo tienes que hacer. El confinamiento no es la solución.
  • Dotar de los medios y recursos necesarios al personal sanitario y de emergencia.

Aún estamos a tiempo de pararlo si cada uno de nosotros contribuye con su granito de arena.

Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa  responsabilidad del Autor.