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Por: Elverth Santos Romero

Abogado-Especialista en Gerencia de Empresas Comerciales

Paradójicamente cuando  vine a Barranquilla lo hice con la intención de estudiar Derecho en la Universidad Libre, se decía en aquellos tiempos que era una universidad semiprivada, posteriormente entendí que, el valor de su matrícula  asequible a la clase baja y media, era la  culpable de esta errónea definición. Me tocaba buscar trabajo para poder sobrevivir, es decir o trabajaba o no podía estudiar.

Enfrentado a esa paradoja me senté en una banca de madera en un lugar muy agradable que había en la ciudad llamado estadero La Checa, donde en uno de los grandes errores arquitectónicos cometidos por nuestros gobernantes, permitieron la construcción de la sede del Banco de la República, cercenando así la posibilidad de extender la plaza de la paz hasta la sede de la Gobernación del Atlántico y hoy tendríamos ese espectáculo maravilloso de la Catedral mirando a la Gobernación. Ese día perdí todos mis documentos de identidad. 

Para la época Barranquilla era un municipio y los alcaldes los designaban los gobernadores de turno a dedo,  posteriormente gracias a un acto legislativo, que entre otras cosas dejó enredado parte del territorio y los tributos de puerto Colombia, aún sin resolver, se convirtió en un Distrito especial industrial y portuario incrementado su participación en la torta impositiva nacional.

Teníamos empresas públicas municipales que manejaban agua, aseo y alcantarillado,  pero además generaban muchísimos empleos formales con buenos ingresos, permitiendo  a sus trabajadores tener una vida digna con vivienda decente y educación para sus hijos,  los ubicaba inclusive en la clase media cúrrambera. La politiquería aunada a la indiferencia y el contubernio gremial permitió que se robaran y acabaran con esta empresa, fuente de ingresos y bienestar de nuestra gente. Para remplazarla dimos paso a un nuevo modelo de una sociedad llamada triple AAA con capital público y privado donde el Distrito de Barranquilla quedó con el ochenta y cinco  por ciento de las acciones y el sector privado con el restante quince por ciento.

Por arte de la magia y en jugadas turbulentas las acciones que en la nueva empresa triple AAA correspondían al Distrito de Barranquilla fueron a parar a manos de empresarios privados. La mayoría de nuestros concejales  junto con los gremios económicos, participaron unos y  se hicieron los de la vista gorda los otros , permitieron  nuevamente que,  por segunda vez,  se robaran la empresa de agua, aseo y alcantarillado de la ciudad. Demostrada en parte la ilicitud de las transacciones de compra y venta de estas acciones la Fiscalía General de la Nación ordenó su incautación y fueron a parar a manos de la Sociedad de Activos Especiales (SAE), que reemplazó a la Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE) en el manejo de los bienes incautados al narcotráfico y demás organizaciones al margen de la ley.

 Estas entidades tradicionalmente han estado inmiscuidas en el manejo irregular de los bienes entregados para su administración, lo que produce muchísimo miedo, por eso sería conveniente que la administración Distrital y la Departamental unidas encabezaran un movimiento exigiéndole al gobierno nacional que les  traslade la propiedad de estas acciones y no tener que presenciar, por tercera vez, el robo de la misma entidad a la ciudadanía Barranquillera. Cualquier día de estos amanecen echándonos el cuento que vendieron en bloque los bienes que administraba la SAE y ahí se fueron nuestras acciones de la triple AAA.

También teníamos en esa época un hospital  infantil, que estaría cumpliendo aproximadamente 80 años desde su fundación, era el más viejo del país con sala especial para quemados, fue ejemplo para que una primera dama de la Nación  construyera uno similar en la ciudad de Bogotá, lo dejamos acabar y lo reemplazamos por un gimnasio, un supermercado y un multifamiliar. No hay hoy en la región Caribe un Hospital especializado en la atención de nuestra niñez.

Teníamos una plaza de toros llamada la Macarena, conocida en el país como la monumental del Caribe, la dejamos acabar, era una muy buena opción para utilizar esos terrenos ampliando las zonas verdes o deportivas de ese sector, pero preferimos continuar con la línea arquitectónica escogida en los últimos años construyéndose  un multifamiliar y un supermercado.

Teníamos electrificadora del Atlántico, empresa que nos prestaba el servicio de energía y generaba empleo de calidad, formal,  permitiéndole a sus trabajadores gozar de una muy buena calidad de vida que se perdió porque preferimos a los extranjeros para que se llevaran esas utilidades y no quedaran en manos de nuestra gente. Ahora ni le pagamos bien a nuestra gente ni le prestamos un buen servicio de energía para sus viviendas. Regalamos la Electrificadora del Atlántico con todos sus activos a empresas Venezolanas y después quedaron en manos de los españoles con la muy famosa Electricaribe. Por sus malos manejos fue expropiada por el Gobierno Nacional y tuvimos la oportunidad de recuperarla, pero parece que esa es nuestra especialidad, por segunda vez la regalamos. Hoy aun no sabemos a ciencia cierta cuál fue el precio de su venta, ni quiénes son sus propietarios. Sorpresas vendrán.

Quiero despedirme recordándoles que también tuvimos empresas de teléfonos, de lo cual fuimos pioneros en Colombia, igualmente las saquearon y las acabaron. Los responsables de estas hecatombes siguen campantes por nuestras calles posando como grandes señores. Si hoy tuviéramos todo eso, seriamos una ciudad aún más pujante

Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor.    elverthsantosr@hotmail.com