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Por: Jorge Guebely
Le apuñalan vientre, cerebro y corazón, y no ve el enemigo. Ni el cuchillo que lo apuñala. Sólo heridas, dolor y desangre. Sin conciencia, pues se la extirparon, escucha emisoras oficiales, noticieros oficiales, periodistas oficiales… y sueña escuchar su conciencia.
Su invisible enemigo tiene voz política. “Tus múltiples miserias provienen del narcotráfico”, le dice. “Los narco-ingresos subvencionan la guerra, las guerrillas, las mutaciones paramilitares, tus verdaderos enemigos, no nosotros”, le repite. Le oculta la voracidad de las elites su indolencia, su moral capitalista. Le oculta también sus políticos mañosos, los gerentes del desamparo estatal; origen de todas las pobrezas, de todas las desigualdades, de todas las puñaladas.
De tanto mirar enemigos lejanos, el pobre hombre pobre no ve los cercanos: políticos corruptos por los cuales vota, el Congreso que los cobija, los burócratas torcidos que idolatra, el gobierno que lo gobierna. No ve la podredumbre de Foncolpuertos, Reificar, Hidroituango… Ni los 50 billones de pesos desfalcados anualmente.
Tampoco distingue la sonrisa de amables corruptos: Iván Duque contaminado de ñeñe-política; Álvaro Uribe, de sobornos y abuso de poder; Álvaro Hernán Prada, de fraude procesal; todos del Centro Democrático. Ni los del Partido Conservador: André Felipe Arias, por peculado; Aida Merlano, por corrupción electoral; Luis Alfredo Ramos, por cohechos y paramilitarismo. Ni los de Cambio Radical: Arturo Char, clan Char, por concierto para delinquir; Oneida Pinto, por la misma razón; Kiko Gómez, por homicidios agravados. Tampoco los del Partido Liberal: Lucas Gnecco, clan Gnecco, por parapolítica; Álvaro Ashton, por cohechos; Juan Manuel Cabrales, por paramilitarismo costeño. Ni los del Partido de la U: Eduardo Pulgar, por sobornos, los desfalcos de Musa Besaile y Bernardo Elías.
Podredumbre personal, suprapartidista. Pandemia entre colectividades tradicionales. “Servirse de un cargo público para enriquecimiento personal resulta no ya inmoral, sinon criminal y abominable.”, según Cicerón
Pobre hombre pobre con oídos, pero no oye el clamor: de madres con hijos asesinados por falsos positivos, de campesinos desplazados por despojo de tierras, de jóvenes quemados por policías, de niñas violadas en los CAI.
Como en el versículo bíblico: tiene ojos, pero no ve; tiene oídos, pero no oye, tiene frustración y no vota, tiene hambre y vende su voto, es ignorante y vota por su verdugo, es cínico y vota por conservar un empleo oficial.
Sin ojos para ver ni oídos para oír, embrutecido por estrategia, desconoce que los actuales desmanes de la guerrilla son simples e inofensivas alteraciones comparados con el cáncer humano de los políticos y burócratas corrompidos del sistema plutocrático colombiano.
Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor jguebelyo@gmail.com