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Por: OSVALDO DEL CASTILLO TORRES, Pte. ACIQCA

Se ha declarado el 17 de mayo como el Día Internacional del Reciclaje, con el objetivo de sensibilizar a la humanidad acerca del compromiso de proteger el medio ambiente y los ecosistemas. No se trata de ninguna manera de tomar la fecha para desarrollar actos simbólicos, con afán protagónico y exhibicionista o como de contrición, arrepentimiento y de mea culpa por nuestro olvido, desprecio o desatención a los daños causados a los bosques, a la madre tierra, a los cuerpos de agua y a la atmósfera, durante los 365 días del año.

Son pocos los que en esta fecha salen a la luz pública a representar escenas de arrepentimiento, recogiendo algunos residuos sólidos, para compensar las omisiones o acciones cometidas de manera imprudente o deliberada durante el resto del año, cuando de lo que se trata es de establecer una disciplina, un hábito, una cultura con un acto de voluntad y una actitud proactiva y propositiva para cumplir con la meta de proteger a nuestro planeta, día a día, minuto a minuto por el resto de nuestras vidas, sin olvidarnos que se trata de la nave que nos da vida y permite mantenernos en el contexto de la gravitación universal.

Hoy hemos disfrutado de una lluvia, producto de un fenómeno hidrometeorológico, que condesa el agua evaporada, ésta vez sin descargas extremas, que como ciclo natural ayuda a reactivar los procesos bióticos y abióticos, contribuyendo de contera a reducir la contaminación que se encuentra en la atmósfera, debido a las altas concentraciones de material particulado, de microorganismos y de gases tóxicos de diferente naturaleza, que al caer sobre la tierra esos milímetros de agua o litros/m2 forman las escorrentías en las calles, carreteras y senderos entre la vegetación, haciendo un barrido de todos los residuos sólidos que encuentra a su paso, para terminar descargándolos en los cuerpos lenticos y loticos, como son las lagunas, humedales y ríos, tal como sucede con nuestro grandioso río Magdalena, que cumple la tarea impuesta de transportar los desechos arrastrados, sumados a las aguas servidas, para entregarlas al mar.

En esta fecha, tal como ha sucedido en muchos años, se observa la ausencia de las entidades ambientales, las empresas de aseo, que siguen enterrando en los famosos rellenos sanitarios productores de lixiviados contaminantes, quienes son los llamados a redoblar los esfuerzos para pregonar, difundir información y tomarse las instituciones, los mercados públicos, los medios de comunicación a fin de proponer proyectos, programas y planes de acción que de manera continua se pongan en práctica.

Sería bueno que las instituciones educativas tomarán el liderazgo y la iniciativa de trabajar duramente para cambiar la cultura a fin de que cada persona actúe de manera responsable, tal como lo hicieron y aún lo hacen nuestros ancestros e indígenas, con amor hacia la tierra, con amor hacia los humedales, con amor hacia los ríos, que son las fuentes de agua dulce que estamos agotando y que muy pronto nos veremos abocados a buscar otras para atender las necesidades de una población creciente de manera exponencial.

Vemos con preocupación que aún existen tiendas, supermercados, centros comerciales, entidades y empresas públicas y privadas, donde conseguir cestos o recipientes para depositar los sólidos de manera clasificada son escasos y ubicarlos es toda una odisea. Las redes sociales y los medios de comunicación en general que son mecanismos efectivos a través de los cuales se difunden opiniones, políticas, conocimientos técnicos y científicos e ideologías deben sumarse y actuar de manera decidida, por mejorar la cultura ambiental, así como se ha logrado desarrollar fanatismos religiosos, ideológicos, hinchas violentos del deporte y buenos consumidores de bebidas alcohólicas de marcas, publicitadas con neuromarketing.

Nota: El contenido de este artículo, es libre, espontáneo y de completa responsabilidad del Autor, OSVALDO DEL CASTILLO TORRES, Pte. ACIQCA