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Por: GASPAR HERNÁNDEZ CAAMAÑO.

“También el amor se aprende”. Gabo.

Uno de esos libros se titula “Aprender a hacer el amor, reflexiones de un filósofo sobre la sexualidad en la era del porno”(Arpa), el autor es Alexandre Lacroix; lo compré por Internet. El otro es: “reinventar el amor, cómo el patriarcado sabotea las relaciones heterosexuales”(Paidós), la autora es Mona Chollet; lo adquirí en La Nacional, librería que nació y ha crecido en Barranquilla. Decidí leerlos paralelamente a fin de redactar una reseña fragmentada. La primera léela aquí:

lo que es delicioso es la unión. y el orgasmo, digamos, es un plus”.

La frase está en la página 176 del delicioso libro del filósofo y periodista francés Lacroix que, en “aprender a hacer el amor“, propone “un nuevo arte erótico”. ¿A lo Ovidio o a lo Kamasutra? No sé. Lo cierto es que logra refutar, fundadamente, la teoría freudiana del acto sexual. Para ello hace un ligero, sabroso, documentado y profundo recorrido por casi todos los temas que involucran, a la francesa, el amor con el sexo. 

Confieso que no me resultó fácil encontrar, en la lectura con detenimiento y resaltados, como cuando me deleitó con el “frozzo malt” del sábado al mediodía, un aparte medular para iniciar la presente reseña, pues eran múltiples los recuerdos de lo vivido, en esta vida sabrosa, que saltaban durante los ratos dedicados a la lectura, que no atinaba a seleccionar el párrafo preciso que, para mí interés, permitiera comenzar a redactar. Debí saborear hasta el final. Y pedir otro…frozzo malt paladeando cucharita a cucharita. un placer killero!.

La decisión se iluminó cuando, en el capítulo dedicado a la reificación, es decir la cosa (res) en latín, se tropecé con la referencia a la segunda formulación del imperativo categórico, expuesto por I. Kant(1785) en las páginas de “fundamentación de la metafísica de las costumbres” que se expresa así:

“Obra de tal modo que trates a la humanidad, en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como fin y nunca simplemente como medio”.

Ante esta evidencia de la lectura, hallada en la página 143, es lógico que se me iluminó el camino para aventurarme a comentar, con mayor gusto, el texto del francés que acopla la tesis de la ética kantiana para darle soporte epistemológico al planteamiento que en las relaciones sexuales amorosas no es válido codificar el cuerpo del otro como un medio, sino como un fin en sí mismo.

Al respecto, el autor se refuerza con un párrafo de las lecciones de ética de Kant, en que dijo lo siguiente:

“Es cierto que la inclinación sexual puede estar unida al verdadero amor, […] pero tomada en sí misma es solo un apetito”. Antes había escrito: “EL amor dictado únicamente por la inclinación sexual convierte a la otra persona en un objeto de deseo, tan pronto como este deseo se sacía, la otra persona es desechada…”.

Entonces, la ruta estaba definida para plantear una tesis contraria a la predominante desde que S. Freud consideró que tener sexo era hacer el amor, bajo el dominio de un cuerpo sobre el otro. Después acude en el recorrido a la mano de la filósofa norteamericana Martha nussbaum, citando y comentando el artículo “La Cosificación”(1995), al que califica como un texto fundamental sobre la ética sexual contemporánea. 

Lisistrata de Picasso

O sea, este “ars amatorio” a la francesa, expone con contundencia argumentativa – Kant y Nussbaum- una ética tanto del sexo como del amor en pareja. Pero también se dedica a pincelar una estética. Es así que, en la página 200, Lacroix afirma:

“Sugiero que la actividad sexual sea vista como un arte vivo, como la danza y las improvisaciones del jazz”. 

Ya antes había citado a Picasso y un párrafo de la novela “pura pasión” de Annie Ernaux, la Nobel francesa de literatura 2022, comentada acá en su debida oportunidad. ¿Recuerdan?

Definida, entonces, una ética y una estética, es evidente que con este libro, amen de aprender a hacer el amor, puede convertirse para amantes en si mismos y ensimismados, por sus reflexiones y apreciaciones, en un complemento para encontrar, en una vida buena o una buena vida, aquel anhelado sueño humano del polvo perfecto (pág. 83). Sólo hay que leerlo y aventurarse a encontrar la pareja perfecta, también, que haga del sueño realidad. La sexualidad es, dice, “la experiencia más importante”(pág 121) de una vida feliz.

Declaro, bajo la gravedad del juramento, que repetiré la lectura, pues en el libro encontré apartes que me serían útiles para desarrollar otras columnas o ideas, como: el sexo en la literatura y/o otra visión del kamasutra. Además del se ha dicho que el libro es: “Una animada oda a la libertad sexual, la igualdad y la fantasía”. elle. “Un poderoso tratado de sabiduría erótica” le monde. Y “Divertido, profundo, impúdico y erudito”. le point. Se lo dejo ahí.

Nota: El contenido de este artículo, es opinión y conceptos libres, espontáneos y de completa responsabilidad del Autor.