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Por: Álvaro Del Castillo Cabrales, Arquitecto
Las demandas actuales en lo que se refiere al crecimiento urbano de Barranquilla y su área metropolitana, plantea retos a los arquitectos y las profesiones afines. Algunos de estos desafíos se trazan ante los eventos que ocurren a nivel mundial, como la sobre explotación de recursos, la contaminación y prácticas que no son amigables con el medio ambiente y el reto de esta urbe como Biodiversidad.
Como respuesta a esta serie de fenómenos y haciendo un poco de historia en la década de los setenta se dedica un día precisamente a dar consciencia a lo que representa la tierra, siendo este un 22 de abril de 1970, cuando millones de personas salen a las calles en ciudades y pueblos de Estados Unidos en protestas masivas contra el daño ambiental causado al planeta y sus recursos. Estas manifestaciones, que incluyeron la paralización de la Quinta Avenida de Nueva York y la simulación de muertes en el aeropuerto de Logan en Boston, reflejaron la creciente preocupación por la contaminación y otras amenazas ecológicas, impulsadas por el auge consumista de la posguerra, iniciando la construcción de las grandes tiendas y centros comerciales trayendo así una sociedad de consumidores pasivos y manipulados. Además, se explota una sociedad ya confundida y hiperestimulada por la dinámica económica y la desintegración de las identidades colectivas, agravando aún más esta situación. Esencialmente, estas grandes entidades comerciales construyen una realidad donde el consumo y la manipulación son los pilares principales.
El Día de la Tierra se ha convertido desde entonces en un movimiento mundial de protesta ambiental siendo así una fecha de un ejercicio reflexivo que nos lleva a cuestionar y presentar propuestas de mejora que conlleve a construcciones y ciudades más amigables con el ambiente; destacando la arquitectura sostenible como criterio indispensable para la planificación de ciudades del siglo XXI.
Ante esto, se ha convertido tendencia proteger la naturaleza, realizando todo tipo de acciones para aminorar la pesada carga ambiental de la vida contemporánea, siendo más que disponer una serie de árboles o jardines verticales instalados en las fachadas de nuestros edificios, a esto mal se le conoce como Arquitectura Sostenible.
La Arquitectura Sostenible, es un enfoque de diseño y construcción que pretende reducir el impacto humano en el medio ambiente y así promover un futuro más sostenible, convirtiéndose en una respuesta a los desafíos globales, como el cambio climático y la creciente demanda de recursos naturales, teniendo la posibilidad de transformar la forma en que vivimos y construir mejores ciudades. Basándose, en la utilización de materiales ecológicos, la eficiencia energética y la adaptabilidad a las necesidades cambiantes de los habitantes y el entorno. Siendo uno de sus principales objetivos: reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y el consumo de energía en los edificios; usando materiales de construcción de bajo impacto y la incorporación de tecnologías de eficiencia energética y fuentes de energía renovable, buscando conservar y proteger los entornos naturales y urbanos existentes, promoviendo la densificación urbana y la utilización eficiente del espacio, y ofreciendo beneficios ambientales, económicos y sociales, al reducir el consumo de energía y agua, en el territorio.
En el caso particular del Área Metropolitana de Barranquilla, que posee unas condiciones climáticas bastante desfavorables; no ha tenido suficiente concientización y optimización de los recursos, construyendo sin tener en cuenta los ecosistemas que se encuentran en nuestros territorios, y que sirven de amortiguación frente a áreas de gran importancia ecológicas.
Hoy la apuesta de recuperación de centro histórico de Barranquilla, ligado a la sostenibilidad se debe enfocar hacia “el reciclaje”. Reciclar nuestros edificios, como fue el caso del edificio “La Napolitana”, para la recuperación de algunas zonas urbanas. Para esto se presenta como ejemplo a Lacaton & Vassal (L&V) ganadores del Premio Pritzker, con su concepto de sostenibilidad que se encuentra sólidamente fundamentado, bajo el lema de “no demoler” han sido capaces de recuperar edificios que sufrían de la amenaza de una inminente destrucción.
Como consecuencia de los sucesos acaecidos por la guerra a comienzos de la década de los años 90’s, en la Capital de Francia, se comenzó a ejercer una política de demoler aquellos edificios de vivienda de la posguerra. Las obras presentaban un evidente deterioro, ubicados en sectores de clases bajas, estos no eran bien vistos por las autoridades. Aun así, existía un importante e intangible tejido social en tales zonas de Paris. A inicios de del siglo XX, Frederic Druot, L&V obtienen el encargo de hacer un proyecto para sustituir el edifico de la Tour Bois le Prêtre y la periferia de París, junto a Lacaton & Vassal (L&V). En su propuesta, los arquitectos viabilizan la reutilización del edificio, adicionando un nuevo concepto de fachada el cual ampliará cada vivienda, más transparentes, y cada vivienda con amplio balcón. Generando una mayor incidencia de luz natural hacia el interior, además de una considerable mejora en la ventilación natural. Las viviendas no solo fueron reformadas sino humanizadas., con resultados como intervención más económica que nueva construcción. Fortaleciendo el tejido social existente. Convirtiéndose en un proyecto sostenible en lo económico, social y medioambiental, al evitar una demolición innecesaria.
Barranquilla, su área metropolitana y sus autoridades tienen un reto en la construcción de un territorio, cumplimiento de Los 17 ODS, principalmente del ODS 11 Ciudades y comunidades sostenibles. Con este planteamiento las ciudades y en especial Barranquilla al convertirse en Biodiverciudad, debe perfilarse dentro de una planificación y desarrollo urbano amigable con el ambiente, promoviendo una arquitectura sostenible cuyos principios fomenten: la eficiencia energética, la conservación de recursos, la promoción de diseños adaptativos y flexibles, la integración con el entorno, el mejoramiento de la calidad del espacio interior, construcciones durables y de fácil mantenimiento y la promoción de la educación ambiental abierta y participativa que nos permita valorar nuestros recursos naturales; el patrimonio, con un enfoque histórico, para evidenciar como algunas decisiones que fueron tomadas en pro de un desarrollo se convirtieron en un daño a largo plazo.
El día de la Tierra es un planteamiento reflexivo que invita a la industria de la construcción y los profesionales afines, ha revaluar algunos criterios de diseño, planificación urbana, a la reutilización de procesos constructivos tradicionales, el buen manejo de materiales y su correcta disposición final, consolidando una alianza territorial para actuar, innovar e implementar medidas de protección del medio ambiente entre empresas, gobiernos y ciudadanos.
Nota: el contenido de este artículo, es opinión y conceptos libres, espontáneos y de completa responsabilidad del Autor. Álvaro Del Castillo Cabrales, Arquitecto