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Por: Alfredo Felipe Martínez Agamez
Analizando con mucho cuidado las conductas de los distintos líderes, y de aquellos que de una u otra forma están en instancias de poder, sin ser médico psiquiatra, ni psicólogo, se puede detectar que estos están llenos de muchas patologías que afectan las emociones, la conducta y la salud mental.
Para llegar y luego mantenerse en el poder, los protagonistas hacen hasta lo impensable, venden su vida hasta al propio Lucifer. Vemos con mucha sorpresa y hasta preocupación que ya no asombra a nadie, que en entidades y organizaciones e instancias de poder se encuentran: Asesinos, ladrones, violadores, explotadores, contrabandistas, extorsionistas, corruptos, mentirosos, y la lista de adjetivos es larga.
Pese a lo anterior, los seres humanos actuamos en algunas ocasiones presa de amenazas o chantajes, como masoquistas aplaudiendo y hasta admirando a muchos de los que se encuentran en las instancias de poder existentes.
Hoy se habla a nivel mundial, de las Élites que tienen el mando sobre la humanidad, que son una pequeña comunidad secreta que maneja los hilos en las decisiones globales, que poco a poco este pequeño grupo está llevando a la destrucción de la humanidad por sus ansias de poder.
En nuestra América latina, es impresionante ver como los egos y el desbordado egoísmo de egocentristas enamorados del poder, llegan a cumplir sus cometidos pisoteando y pasando por encima de colectivos enteros.
Y lastimosamente, lo vemos en todos los campos de la producción, y en todos los entes privados, públicos y gubernamentales. Pero es que la historia de la humanidad siempre ha presentado este flagelo, los poderosos con su mano dominante y aplastante, y el estulto e ignorante pueblo más sometido, utilizado y aplastado.