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Por: Jaime Colpas Gutiérrez, cronista e historiador

Era una tarde llena de sol y brisa decembrina del domingo 15, cuando nos montamos en la parte trasera de la camioneta azul modelo Ford 1956.

Tenía una alegría inmensa con el corazón que se me quería salir del pecho, ya que Carillo, propietario de la camioneta era novio de Nancy Arzuza, hija de don Ramón y doña Bertha, vecinas y amigos fraternales de nuestra abuela Evangelina Reales q.e.p.d., nos había invitado para visitar el vivero del barrio La Concepción donde desde el año de 1953 se había mudado el zoológico a un parque de esta urbanización localizada entre las calles 76 y 77 con las carreras 68 y 70, llenos de imponentes ceibas, acacias, robles, almendras y palmeras, el cual inició don Roberto Puyana desde 1930 en el parque que donó don Tomás Suri Salcedo en el barrio Boston.

A las 3:40pm arrancó la camioneta desde nuestra casa de la carrera 59 en la Cueva de Montecristo y doblamos por las arenosas calles llenas de piedra del barrio, el cual tenía muchas casas de paja y techos de zinc con patios llenos de gallinas, patos, pájaros, chivos y puercos con árboles frutales y las ceremoniosos letrinas, doblando por la calle 48 rumba a la carrera 67 para cruzar hacia la vía 40.

Sentía un placer que me hacía sonrojar la piel por el zumbido de la alocada brisa, porque montado de pie en la parte trasera de la camioneta con Ramoncito Pava, y otras personas, la velocidad de la camioneta Ford me hacía ver mágicos lugares que conocía por primera vez como la base Naval de suboficiales, la empresa de Generoso Mancini, Jabonería Tusica, la fábrica de confecciones Marysol, etc. Todo ello era un placer inmenso para un niño dinámico y vivirás de 10 años.

Doblamos por la carrera 77 cuando era de doble vía y aún habían solares baldíos sin urbanizar, y pasamos por una pequeña bodega donde vendían camisas y pantalones con las carreras 71 y 72. Años después supe que era el comisariato Viveros de los Azur.

Por ello en 1996 ya casado con Faviana y mi primera hija Dayanara de casi un año compré un apartamento en el primer piso del bloque B en el conjunto residencial El Vivero, ubicado en la calle 76 con la carrera 73. ¡Cosas del destino humano!

A las 4 p.m nos parqueamos en la entrada principal por la 77 frente a una iglesia de torre mediana de color blanca donde estaba la entrada al zoológico. Aún no sabía su nombre, y años después supe que se llamaba la Santísima Trinidad, fundada por el padre Lizcano de grata recordación por más de dos décadas.

Entramos de la mano de Carrillo y Nancy a un modesto zoológico localizado al norte que tenía un monumento ofrendado a su fundador Puyana, con jaulas de animales como un par de chimpancés graciosos que eran el atractivo de la concurrencia, el famoso mono Pepe, una inmensa colección de aves de distintas especies de América Latina.

Al sur del inmueble quedaba el vivero de la Empresa Públicas de Barranquilla donde años después ya adolescente regresé a pedir unas matas de acacias y robles para plantarlas en mi barrio.

Esa tarde el zoológico estaba lleno de alegres visitantes. Y, los oídos estaban puestos en el partido del primer equipo de la región Caribe en llegar a una final, es decir el rojo y azul Unión Magdalena de Santa Marta que se disputaba su primera estrella con el Deportivo Cali.

Yo escuchaba los radios transmisores portátiles que llevaban algunos visitantes, mientras corríamos de un lugar a otro admirando a los animales y aves, y seguía atento de los pormenores del partido. “El balón lo lleva Samaniego, quien se la pasa a Palacios y este se la tira a Pablo Hugguett”. Hasta que finalizó 2 a 2, y el estadio Eduardo Santos se ‘reventó’ de alegría, pues por primera vez un equipo de la región Caribe se coronaba campeón de la liga profesional del fútbol colombiano.

En el pequeño zoológico hubo felicidad colectiva y frustración de los hinchas de mayoría juniorista, ya que un el recién fundado equipo magdalenense, el 19 de abril de 1953 le había ganado este sueño regional al Junior “tu papá”, fundado por Micaela Lavalle de Mejia en 1924.

Por lo que nueve años después nos sacamos la espinita de la piel, porque el equipo liderado por la Bruja Verón, Comesaña, Toto Rubio, Eduardo Solari, etc., se coronó campeón por primera vez en la noche del 14 de diciembre cuando en La Arenosa vivimos la mayor algarabía y festejo jamás sentido por su amada afición, y empatamos la hazaña del Unión Magdalena en aquel atardecer del 15 de diciembre de 1968 cuando Carillo nos llevó a conocer al zoológico de La Concepción.