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Por: GASPAR HERNÁNDEZ CAAMAÑO.
No conocí al abuelo materno, Reginaldo Caamaño, solo recuerdo su retrato, en blanco y negro, en la puerta del dormitorio de la abuela, Ma. Isabel. Murió a los 40 años de un infarto, mientras cortaba madera en un monte de Chinú (Córdoba). Fue ebanista. Al abuelo paterno, José de la Concepción Hernández, lo viví varias veces sentado bajo la sombra de un ciruelo frondoso, en el fondo del patio de su casa en Baranoa (Atlántico). Falleció siendo pensionado de Cementos del Caribe.
Pero ocurre que ninguno de mis parientes Hernández ha superado la barrera de los 90s o 100 años de edad, como ha sucedido con miembros de mi familia Caamaño. Mi tía-madrina Regina, acaba de celebrar, frente al mar de Puerto mocho, sus 101 años. Mi madre murió dormida a los 90 y la abuela a los 94, después de celebrarlos bailando en una cumbiamba. ¿es decir, ¿tengo sangre y piel longevas, me pregunto?

La tía Regina en sus 101 años. La más longeva de las Caamaño
¿Las referencias familiares, por la cercanía de la sangre, son fuentes necesarias para atreverme a reflexionar sobre si la longevidad es el porvenir? En el momento en que iniciaba a redactar, recibí la edición de contexto medio (18/12/24), con una simpática nota sobre tres insignes mujeres “barranquilleras” como son: tita cepeda, Amalin Hazbun y Ma. Eugenia Castro quienes se han negado a jubilarse y continúan, como flores de jardín, laborando sin descanso, más allá de la “edad de retiro forzoso”.
Al leer la citada nota, publicada bajo el título “nadie le quita lo bailado“, es evidente que el concepto de tercera edad está, en la actualidad, siendo revaluado por las nuevas circunstancias de vida. En ellas se indican que nadie se siente viejo después de los 60s. Y en ello influyen diversos factores como la genética, la alimentación, dormir bien-cómodo y una calculada y prudente actividad física diaria.
El diario La Nación (Argentina) publicó, en estos días, la historia de una señora newyorkina, de 102 años, que vive sola, va a mercar, asiste a conciertos, museos, camina en casa o alrededores. Y se alimenta con pollo, huevos, verduras, café y quesos. No fumó ni bebió alcohol. Duerme 8 horas. Y según su médico no sufre enfermedad catastrófica alguna y vive optimista con su soledad e independencia.
A partir de investigaciones en el presente siglo, aún con guerras incontrolables, se ha difundido la existencia de zonas azules en el planeta, que son pequeñas poblaciones habitadas por personas, hombres y mujeres, que sobre- pasan el centenario de vida. Y para quienes es clave la alimentación, que ha desechado los azúcares, la ingesta salada y de productos procesados. Nutrición natural. Pero, los longevos crecen en todo el mundo.
Otro de los aspectos que inciden en la existencia creciente de la longevidad, se relaciona con la economía, ya que las empresas están dando oportunidades laborales a adultos mayores, por su experiencia y disciplina. Por ello, los países están proyectando regímenes pensionales más flexibles, en lo que quienes hayan alcanzado el status de pensionado puedan continuar laborando. En Colombia, en el sector público, los 70 años es la edad del retiro forzoso.
La valoración de la vejez o ancianidad, no es un hecho de la vida moderna, ya que, tanto en China como en Grecia, en la antigüedad, la longevidad era una virtud, un honor. Significaba que se debía conservar y respetar la sabiduría de los ancianos, quienes, amen, de consejeros eran administradores y jueces en la familia y en la sociedad. era deseable llegar a “viejo“, en esos tiempos lejanos.
Pero más allá del deseo de vivir más de cien años, a lo que se debe aspirar, y garantizar, es estar sano y feliz. Esas calidades de vida, más que derecho, son deberes como uno mismo. Comprender, así duela, que los humanos no somos eternos. Que los avances médicos y la atención clínica oportuna son garantías para una sabrosa y prolongada existencia. no es época de viejos gruñones… aunque si verdes.
Ahora bien, ante la presencia de hombres y mujeres superando la edad de oro, aquella que la Ley establece como límite para laborar, un nuevo derecho hay que atender: el derecho al cuidado. Es de doble vía. El de los “ancianos” y el que se atreve a cuidarlo. En ese sentido es un derecho al respeto entre ambos. una vida sana y feliz es la que todos merecemos. ¡¡Feliz año nuevo!!.
LA PRÓXIMA: IR A LA HABANA” ON L. PADURA.
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